PASIÓN POR ZAMORA
Aquí ya no viven poetas ni intelectuales: la tierra del silencio
Quizá en Zamora solo vivamos muertos, un oxímoron social; pero ignoramos nuestro estado vital, como en la película “Los otros”, de Amenabar, porque parece que esta ciudad y su provincia no existen. ¿No hay nadie en la hermosa Sayago, en la lírica Aliste o en esa paleta de colores sanabresa que combata por su futuro, que no se resigne a perder población, actividad, fuerza?
Sí. Sé que hay sayagueses, alistanos y sanabreses que trabajan duro, con talento, con inteligencia para vivir, para demostrar que no se rinden, que les aguarda el futuro a la vuelta de la política rancia, caprichosa, mendaz que, desde illo témpore, nos gobierna. Pero hay una mayoría de gente en los campos de las comarcas occidentales zamoranas que solo saben hablar en silencio, escribir sin palabras, esconderse en el paisaje.
¿Es que no hay ya ni poetas ni intelectuales en estos 10.500 km2 de extensión que son Zamora, tierra leonesa? ¿Dónde mora esta gente? ¿Por qué se callan, por qué tanto estruendoso silencio? Solo escuchamos a los políticos, unos y otros, en campañas. Después deshacen la memoria, deshilachan las promesas populares, se sonríen del vulgo, se ríen de la prensa, estabulada, rendida, alquilada. Zamora se quedó sin voz. Zamora no tiene ni eco. Zamora permanece muda mientras el sol del verano le quema la lengua, le reblandece el cerebro vacío y le seca las palabras.
Si la belleza es verdad, si Zamora es bella, cómo ocultar la verdad al mundo. No nos podemos humillar más, encajar golpe tras golpe, acojonarnos ante los caciques locales y provinciales, ante los políticos profesionales.
Si las aguas de nuestros arroyos son puras, si la naturaleza se recreó en nuestra tierra, si nuestra gente muestra su talento aquí y allá, cómo quedarnos sentados a ver cómo el tiempo nos devora.
Los zamoranos que queremos quitarnos esta roña de cobardía nos unimos, venceremos. No permitamos que los malandrines de la política nos dividan. ¿Es que acaso no hay nadie en nuestra tierra para asir el futuro? Aquí, hay mucho vivo que aspira a seguir disfrutando de nosotros, los muertos zamoranos.
Francisco J. Requejo, como político, y Vicente Merino Febrero, como empresario, nos ha señalado el camino a seguir. Salvaron dificultades descomunales, colocadas por politicastros, algunos ya fallecidos, y empresarios que lograron su inmenso patrimonio merced a vínculos con políticos e instituciones. Pero, al final, el camino hacia la tierra prometida de Barcial del Barco se halla abierto. Ahora solo nos queda que el gobierno de los pobres y de los humildes se acuerde de nosotros. Sencillo, la Junta de Castilla y León y Caja Rural de Zamora ponen y adelantan dinero.
Solo se necesita que los PGE reflejen una partida importante para iniciar la transformación de lo que fue campamento militar en una infraestructura que aloje y sirva a profesionales del Ejército español. Es muy poco dinero. Nada. Una limosna si lo comparamos con lo que Pedro Sánchez está dispuesto a regalar a Cataluña, a los independentistas catalanes, racistas y burgueses, enemigos de la nación más antigua de España. ¡Cómo un ejecutivo que se jacta de ser socialista y comunista prima las regiones ricas en detrimento de las provincias más modestas!
¡Por favor, magnánimo presidente! Después de agradecerle que nos haya vacunado a todos los zamoranos que no le votamos ni le votaremos, si decide que Monte la Reina aloje profesionales de la milicia, quizá nos pensaremos el voto.
Eugenio-Jesús de Ávila
Quizá en Zamora solo vivamos muertos, un oxímoron social; pero ignoramos nuestro estado vital, como en la película “Los otros”, de Amenabar, porque parece que esta ciudad y su provincia no existen. ¿No hay nadie en la hermosa Sayago, en la lírica Aliste o en esa paleta de colores sanabresa que combata por su futuro, que no se resigne a perder población, actividad, fuerza?
Sí. Sé que hay sayagueses, alistanos y sanabreses que trabajan duro, con talento, con inteligencia para vivir, para demostrar que no se rinden, que les aguarda el futuro a la vuelta de la política rancia, caprichosa, mendaz que, desde illo témpore, nos gobierna. Pero hay una mayoría de gente en los campos de las comarcas occidentales zamoranas que solo saben hablar en silencio, escribir sin palabras, esconderse en el paisaje.
¿Es que no hay ya ni poetas ni intelectuales en estos 10.500 km2 de extensión que son Zamora, tierra leonesa? ¿Dónde mora esta gente? ¿Por qué se callan, por qué tanto estruendoso silencio? Solo escuchamos a los políticos, unos y otros, en campañas. Después deshacen la memoria, deshilachan las promesas populares, se sonríen del vulgo, se ríen de la prensa, estabulada, rendida, alquilada. Zamora se quedó sin voz. Zamora no tiene ni eco. Zamora permanece muda mientras el sol del verano le quema la lengua, le reblandece el cerebro vacío y le seca las palabras.
Si la belleza es verdad, si Zamora es bella, cómo ocultar la verdad al mundo. No nos podemos humillar más, encajar golpe tras golpe, acojonarnos ante los caciques locales y provinciales, ante los políticos profesionales.
Si las aguas de nuestros arroyos son puras, si la naturaleza se recreó en nuestra tierra, si nuestra gente muestra su talento aquí y allá, cómo quedarnos sentados a ver cómo el tiempo nos devora.
Los zamoranos que queremos quitarnos esta roña de cobardía nos unimos, venceremos. No permitamos que los malandrines de la política nos dividan. ¿Es que acaso no hay nadie en nuestra tierra para asir el futuro? Aquí, hay mucho vivo que aspira a seguir disfrutando de nosotros, los muertos zamoranos.
Francisco J. Requejo, como político, y Vicente Merino Febrero, como empresario, nos ha señalado el camino a seguir. Salvaron dificultades descomunales, colocadas por politicastros, algunos ya fallecidos, y empresarios que lograron su inmenso patrimonio merced a vínculos con políticos e instituciones. Pero, al final, el camino hacia la tierra prometida de Barcial del Barco se halla abierto. Ahora solo nos queda que el gobierno de los pobres y de los humildes se acuerde de nosotros. Sencillo, la Junta de Castilla y León y Caja Rural de Zamora ponen y adelantan dinero.
Solo se necesita que los PGE reflejen una partida importante para iniciar la transformación de lo que fue campamento militar en una infraestructura que aloje y sirva a profesionales del Ejército español. Es muy poco dinero. Nada. Una limosna si lo comparamos con lo que Pedro Sánchez está dispuesto a regalar a Cataluña, a los independentistas catalanes, racistas y burgueses, enemigos de la nación más antigua de España. ¡Cómo un ejecutivo que se jacta de ser socialista y comunista prima las regiones ricas en detrimento de las provincias más modestas!
¡Por favor, magnánimo presidente! Después de agradecerle que nos haya vacunado a todos los zamoranos que no le votamos ni le votaremos, si decide que Monte la Reina aloje profesionales de la milicia, quizá nos pensaremos el voto.
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