RES PÚBLICA
España: un Estado que permite homenajes a asesinos de niños, ancianos y mujeres
No me imagino que en Alemania se permitieran homenajes a Goebbels por parte de nazis, en principio porque los partidos con ideologías nacionalsocialistas y comunistas son ilegales; ni, por supuesto se festejasen, púbicamente, a los miembros de la banda asesina marxista Baader Meinhof, ni que en Francia se consintieran manifestaciones de independentistas corsos. No hay nación, decente, en el mundo mundial, como se expresaría el otro, en la que su Justicia y Ejecutivo tolerasen que asesinos de niños, mujeres, ancianos y miembros del orden honrasen a estos hijos de Satán que no de puta, porque yo tengo mucho respeto a las heteras y a sus proles; ni de perra, porque vengo acompañado, durante cerca de 12 años, por Zorba, un hijo de una perrita Labrador Retriever, Luna.
ETA nunca se rindió. No entregó armas ni explosivos, ni firmó ningún documento en el que manifestase su capitulación. Solo los cándidos y progres, por intereses varios, se lo creen aún. Ahora, Bildu, la cara política de la banda terrorista, marxista-leninista de libro, apoya al Gobierno de España y manda en pueblos vascos y navarros. Y, además, se presenta a las elecciones, porque Zapatero la legalizó, traicionando el pacto entre PP y PSOE para proscribir a Batasuna y el resto de organizaciones proetarras.
Pero en España, el gobierno de Sánchez y Podemos también es marxista, aunque entiendan el marxismo como el de 1848, el del Manifiesto Comunista, porque el del siglo XXI, el judío converso de Tréveris, de haber vivido en este tercera década de la actual centuria, no habría sido marxista. Verbigracia: se ha demostrado que el proletariado no es la clase revolucionaria. De hecho, los comunistas de hoy horadan y hacen apostolado en todos los movimientos sociales que discrepan de las leyes vigentes en las sociedades democráticas, para convertirlas en masa y lanzarlas a la revolución pendiente, como los que incluyen el término bajo las siglas LGBTIQ+; más animalistas, pensionistas, negacionistas, nihilistas.
Solo en España, ahora y antes con Rajoy y, por supuesto, con Zapatero, se incumplen leyes sobre el idioma en Cataluña, donde se persigue la enseñanza en castellano en las aulas y recreos en colegios públicos catalanes; donde tampoco se puede rotular en el idioma oficial del Estado, porque te caen multas de la Generalidad; ni pasear por Mondragón o pueblos filoetarras con cualquier símbolo de España. No creo que haya una sola nación democrática europea donde se persiga al idioma oficial, ni sus banderas, ni sus símbolos.
Todo tiene una explicación: Pedro Sánchez, el hombre que condujo al PSOE a sus mínimos electorales, pues jamás el partido que fundase Pablo Iglesias, el linotipista, alcanzó esa ridícula representación en unas elecciones desde 1977, necesita los votos de esa amalgama ideológica que conforman los hijos ETA, Bildu, que nunca se arrepintieron de sus crímenes; los racistas de PNV, hijos de Pujol, el monarca de la corrupción en Europa; ERC, partido fascista, que ya lleva tres golpes de Estado desde su fundación, más Podemos, el comunismo de 1848, el que admira a Lenin, el sociópata que dio un golpe de Estado en octubre de 1917, tras perder las primeras elecciones libres en Rusia, contra la joven democracia salida de la revolución de febrero de ese mismo año; de Stalin, un monstruo que solo tiene parangón con Hitler, el que fusiló a todos los líderes bolcheviques, después de las purgas de Moscú, el que rubricó el pacto soviético-nazi para repartirse Polonia, el que ordenó la masacre en Katyn de 17.000 polacos.
Sánchez no gobierna España, solo una parte; ni tampoco manda en su ejecutivo, pues las mujeres y hombres podemitas son intocables, aunque prohíban comer carne, como la Iglesia los viernes de Cuaresma. Si el actual inquilino de La Moncloa fuese un hombre de Estado, ya habría convocado elecciones legislativas para quitarse de encima este chantajeo de los partidos políticos que trabajan por la secesión de la nación más antigua de Europa. Pero a él le gusta tanto el poder como a mí Mónica Bellucci. Hay sueños imposibles que nunca se convierten en realidad. Ni Sánchez gobierna a su libre albedrío ni la bellísima actriz italiana se enamoraría nunca de mí.
Mientras no se cambie la actual Ley Electoral, que prima a los partidos nacionalistas, que apenas tendrían representación en las Cortes nacionales; mientras las listas electorales las compongan las jerarquías de las formaciones políticas y las sentencias del Supremo, la ley, no se cumplan en todo el territorio del Estado, España no será una democracia real, una democracia a la europea, sino una especie de sucedáneo entre una república bananera y un régimen autoritario con formato democrático.
Por supuesto, los hinchas de los partidos izquierdistas que administran el Estado, personajes con comportamientos propios de hooligans de equipos de fútbol, esos que solo ven penaltis y en área rival, pero jamás en la propia, incapaces de reconocer que el contrario juega mejor que tú, que nunca aplauden la victoria del competidor, porque solo gana y pierde su equipo, considerarán fascista (esta gente ignora lo qué es el fascio) este artículo. Verbigracia: el Real Madrid nunca conoce la derrota por las virtudes del rival, solo gana y pierde él. No existe mérito alguno en el contrario que le ganó. Siempre el fracaso se debió a los errores domésticos, nunca a la excelencia del enemigo. Igual les sucede a los hinchas del Barça.
En política, pasa lo mismo. Los forofos jamás ven la viga en su ojo, solo la paja en el ajeno. Por supuesto, con esta gente de fe religiosa, pía, convencida, fanática, no cabe discusión racional, con datos, con erudición. Si un demócrata lo intenta, si un hombre o una mujer procuran racionalizar con un fanático comunista o fascista, primos hermanos en el totalitarismo, en la dictadura, en esencia enemigos de la libertad, perderá el tiempo y la paciencia.
En esta nación, se ha permitido homenajear a un monstruo comunista, como Parot, hecho repugnante en una democracia en quiebra, dentro de una España en bancarrota ética y moral.
Hace más de 80 años, Manuel Azaña lo dejó escrito. Hoy, su reflexión continúa siendo absolutamente vigente: “Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. (Sobre la política republicana de izquierdas).
Cierro con otro aserto del último presidente de la II República: “Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito”. Ahora, ser patriota se confunde con facha. Así lo vociferan los hoolingans del comunismo, “la enfermedad infantil del izquierdismo”. Lo escribió Vladimir Ilich Uliánov. Obra publicada en mayo de 1920, en la que atacaba a la extrema izquierda. Enseñar al que no sabe.
Eugenio-Jesus de Ávila
No me imagino que en Alemania se permitieran homenajes a Goebbels por parte de nazis, en principio porque los partidos con ideologías nacionalsocialistas y comunistas son ilegales; ni, por supuesto se festejasen, púbicamente, a los miembros de la banda asesina marxista Baader Meinhof, ni que en Francia se consintieran manifestaciones de independentistas corsos. No hay nación, decente, en el mundo mundial, como se expresaría el otro, en la que su Justicia y Ejecutivo tolerasen que asesinos de niños, mujeres, ancianos y miembros del orden honrasen a estos hijos de Satán que no de puta, porque yo tengo mucho respeto a las heteras y a sus proles; ni de perra, porque vengo acompañado, durante cerca de 12 años, por Zorba, un hijo de una perrita Labrador Retriever, Luna.
ETA nunca se rindió. No entregó armas ni explosivos, ni firmó ningún documento en el que manifestase su capitulación. Solo los cándidos y progres, por intereses varios, se lo creen aún. Ahora, Bildu, la cara política de la banda terrorista, marxista-leninista de libro, apoya al Gobierno de España y manda en pueblos vascos y navarros. Y, además, se presenta a las elecciones, porque Zapatero la legalizó, traicionando el pacto entre PP y PSOE para proscribir a Batasuna y el resto de organizaciones proetarras.
Pero en España, el gobierno de Sánchez y Podemos también es marxista, aunque entiendan el marxismo como el de 1848, el del Manifiesto Comunista, porque el del siglo XXI, el judío converso de Tréveris, de haber vivido en este tercera década de la actual centuria, no habría sido marxista. Verbigracia: se ha demostrado que el proletariado no es la clase revolucionaria. De hecho, los comunistas de hoy horadan y hacen apostolado en todos los movimientos sociales que discrepan de las leyes vigentes en las sociedades democráticas, para convertirlas en masa y lanzarlas a la revolución pendiente, como los que incluyen el término bajo las siglas LGBTIQ+; más animalistas, pensionistas, negacionistas, nihilistas.
Solo en España, ahora y antes con Rajoy y, por supuesto, con Zapatero, se incumplen leyes sobre el idioma en Cataluña, donde se persigue la enseñanza en castellano en las aulas y recreos en colegios públicos catalanes; donde tampoco se puede rotular en el idioma oficial del Estado, porque te caen multas de la Generalidad; ni pasear por Mondragón o pueblos filoetarras con cualquier símbolo de España. No creo que haya una sola nación democrática europea donde se persiga al idioma oficial, ni sus banderas, ni sus símbolos.
Todo tiene una explicación: Pedro Sánchez, el hombre que condujo al PSOE a sus mínimos electorales, pues jamás el partido que fundase Pablo Iglesias, el linotipista, alcanzó esa ridícula representación en unas elecciones desde 1977, necesita los votos de esa amalgama ideológica que conforman los hijos ETA, Bildu, que nunca se arrepintieron de sus crímenes; los racistas de PNV, hijos de Pujol, el monarca de la corrupción en Europa; ERC, partido fascista, que ya lleva tres golpes de Estado desde su fundación, más Podemos, el comunismo de 1848, el que admira a Lenin, el sociópata que dio un golpe de Estado en octubre de 1917, tras perder las primeras elecciones libres en Rusia, contra la joven democracia salida de la revolución de febrero de ese mismo año; de Stalin, un monstruo que solo tiene parangón con Hitler, el que fusiló a todos los líderes bolcheviques, después de las purgas de Moscú, el que rubricó el pacto soviético-nazi para repartirse Polonia, el que ordenó la masacre en Katyn de 17.000 polacos.
Sánchez no gobierna España, solo una parte; ni tampoco manda en su ejecutivo, pues las mujeres y hombres podemitas son intocables, aunque prohíban comer carne, como la Iglesia los viernes de Cuaresma. Si el actual inquilino de La Moncloa fuese un hombre de Estado, ya habría convocado elecciones legislativas para quitarse de encima este chantajeo de los partidos políticos que trabajan por la secesión de la nación más antigua de Europa. Pero a él le gusta tanto el poder como a mí Mónica Bellucci. Hay sueños imposibles que nunca se convierten en realidad. Ni Sánchez gobierna a su libre albedrío ni la bellísima actriz italiana se enamoraría nunca de mí.
Mientras no se cambie la actual Ley Electoral, que prima a los partidos nacionalistas, que apenas tendrían representación en las Cortes nacionales; mientras las listas electorales las compongan las jerarquías de las formaciones políticas y las sentencias del Supremo, la ley, no se cumplan en todo el territorio del Estado, España no será una democracia real, una democracia a la europea, sino una especie de sucedáneo entre una república bananera y un régimen autoritario con formato democrático.
Por supuesto, los hinchas de los partidos izquierdistas que administran el Estado, personajes con comportamientos propios de hooligans de equipos de fútbol, esos que solo ven penaltis y en área rival, pero jamás en la propia, incapaces de reconocer que el contrario juega mejor que tú, que nunca aplauden la victoria del competidor, porque solo gana y pierde su equipo, considerarán fascista (esta gente ignora lo qué es el fascio) este artículo. Verbigracia: el Real Madrid nunca conoce la derrota por las virtudes del rival, solo gana y pierde él. No existe mérito alguno en el contrario que le ganó. Siempre el fracaso se debió a los errores domésticos, nunca a la excelencia del enemigo. Igual les sucede a los hinchas del Barça.
En política, pasa lo mismo. Los forofos jamás ven la viga en su ojo, solo la paja en el ajeno. Por supuesto, con esta gente de fe religiosa, pía, convencida, fanática, no cabe discusión racional, con datos, con erudición. Si un demócrata lo intenta, si un hombre o una mujer procuran racionalizar con un fanático comunista o fascista, primos hermanos en el totalitarismo, en la dictadura, en esencia enemigos de la libertad, perderá el tiempo y la paciencia.
En esta nación, se ha permitido homenajear a un monstruo comunista, como Parot, hecho repugnante en una democracia en quiebra, dentro de una España en bancarrota ética y moral.
Hace más de 80 años, Manuel Azaña lo dejó escrito. Hoy, su reflexión continúa siendo absolutamente vigente: “Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. (Sobre la política republicana de izquierdas).
Cierro con otro aserto del último presidente de la II República: “Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito”. Ahora, ser patriota se confunde con facha. Así lo vociferan los hoolingans del comunismo, “la enfermedad infantil del izquierdismo”. Lo escribió Vladimir Ilich Uliánov. Obra publicada en mayo de 1920, en la que atacaba a la extrema izquierda. Enseñar al que no sabe.
Eugenio-Jesus de Ávila
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