Redacción
Martes, 19 de Octubre de 2021
HABLEMOS

Recordando a nuestro Correo

Carlos Domínguez

   La prensa local fue siempre la salsa del periodismo. Este oficio nació de la alianza nunca pacífica, pues ahí rivalidad y suspicacias van de suyo, entre impresores, tipógrafos, gacetilleros y simples ciudadanos, con infinitas ganas de opinar y protestar. Acaso porque la libertad cayó siempre del mismo lado, contrario por naturaleza al del poder bajo la bandera que fuere.

 

   Acabó el verano, estación de naderías y comentarios de poca monta, si bien en ocasiones alguna más de la que parece. Y es en esa línea y párrafo que hoy me ha dado por recordar, yendo como va por el medio siglo, las tardes en que unos y otros acudíamos a la sede de nuestro Correo con artículos varios, simplemente por el capricho de escribir y ajenos a la prebenda política como hoy se lleva, haciendo gala de ínfulas testamentarias o doctorales al servicio de la corrección política. Digo nuestro Correo porque, para los zamoranos,  no hubo ni puede haber otro.  

 

   Prensa del Movimiento, decían. Y el director Sixto Robles, también decían, un azul con su columna “A la vera de Viriato”, más bien huérfana por lo que a mi generación concierne, a causa de la moda y el signo de los tiempos. Digo “decían”, y probablemente estaban en lo cierto. Aun así, días gloriosos aquellos del tardofranquismo bajo la batuta de franquistas lúcidos y amigables, cuando el régimen se desmoronaba a ojos vista, para abrir las puertas a una libertad que jamás volvería, ni en la prensa ni en las aulas. Respecto a nuestro Correo, bajo el libérrimo criterio de su director escribía todo aquel que quería acerca de lo humano y lo divino, lo laico y lo parroquial, lo democrático y lo fachoso, naturalmente con mayor o menor fortuna, pues esto queda siempre a débito de cada cual, sin que en el fondo tampoco importe demasiado, siendo el escribir por estos pagos privilegio de una prensa modesta, hecha por y a medida de vecinos y conciudadanos, habitando antes para bien que para mal una Zamora sesteante y apacible.

 

   Vamos, que “o tempora, o mores”, según latinajo de traducción excelsa, al sabio entender de algún bachiller tan anónimo como creativo, saliendo por secante y tangente con aquello de: “en el tiempo de los moros”. Época ésta ciertamente de talibanes por allí y calibanes por aquí, que hacen bueno latinajo y ocurrencia, pues, para oprobio nuestro  y de la libertad, en esto de la prensa salvo honrosas excepciones vivimos el tiempo de moros y moras, de calibanes/as oficiando rito y liturgia de la censura, eso sí y que no falte, con pedigrí oficialista de  mucho manual de estilo. Y ahí lo dejo, para que la columna no se pase de líneas.

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