HABLEMOS
La energía, ruina y miseria del Bienestar socialista
Carlos Domínguez
Una ciudadanía engañada por la propaganda no llega a evaluar el peligroso sinsentido que encierran los desechos ideológicos fruto del monopolio mediático e institucional de una extrema izquierda que se vale de sistemas partitocráticos desnaturalizados, para hacer valer sibilinamente su eterno proyecto totalitario, en la línea de la doctrina marxista e igualitarista que la inspira desde sus orígenes. Ecología, naturaleza, medio ambiente, energías limpias y demás fabulaciones, vienen siendo dogmas publicitados desde los cenáculos de una élite privilegiada gracias al cargo y la prebenda pública, para convencer sobre las “bondades” de una energía supuestamente natural, limpia, neutra, inagotable y benéfica para la humanidad, entendida a bien ser a su modo y manera, es decir, plebe sumisa al decálogo arbitrista e intervencionista del Estado protector, no menos que a sus políticas fiscales esquilmando a unas clases medias pauperizadas al dictado de las nuevas oligarquías.
La realidad de semejantes supercherías a la vista está, y la ciudadanía debería tomar nota y voto de una vez por todas. El progresismo y el socialcomunismo, con su nomenclatura de visionarios y jerarcas instalados, han adulterado, han contaminado nuestra tierra, nuestros paisajes, nuestros campos y nuestros valles, sembrándolos de aerogeneradores mastodónticos e ineficientes, junto al disparate técnico, administrativo y político de parques y placas solares. Mas, a la postre ¿para qué? Al margen de la rentabilidad de inversiones delirantes que después de medio siglo gravan recibo tras recibo al contribuyente con voracidad confiscatoria, ni más ni menos para que las decrépitas sociedades del Bienestar se encuentren de la noche a la mañana con que las quimeras de un progresismo de barraca, pues ya ni siquiera de salón, se materializan en precios desorbitados, una tributación abusiva, carestía e incluso desabastecimiento, porque molinillos, paneles y demás inventicos de ocasión no llegan ni de lejos, pese a las promesas de la grey ecologeta, al potencial que garantizan unos combustibles fósiles en la práctica inagotables.
En tales materias ocurrencias y eslóganes biensonantes nunca salen gratis, aun siendo cierto que pagan los de siempre, jamás los señoritos/as progresistas de cargo, nómina y poltrona, acostumbrados a parasitar vía burocracias sociales y funcionariales trabajo e impuestos ajenos. A causa de la crisis energética provocada por las aberrantes políticas de ecologismo y socialcomunismo, en nuestro país comienzan a cerrar nada menos que industrias de base absolutamente necesarias, dentro del sector siderúrgico y el mecánico. Para los progresistas defensores del panelillo, la chapucica del bricolaje y el huertico tomatero, quizá sea una buena noticia. Pero no lo es para la economía española ni para nuestras clases activas y propietarias, cuyos menguados ingresos se ven amenazados por el paro y una inflación galopante, provocada por las majaderías de una casta de arribistas ocupados/as en sus revoluciones inclusivas, sin ir muy lejos la última y gloriosa conquista en orden a la igualdad hembrista de que, tantas veces se diga autoridades, se diga también autoridadas. Sublime.
Una ciudadanía engañada por la propaganda no llega a evaluar el peligroso sinsentido que encierran los desechos ideológicos fruto del monopolio mediático e institucional de una extrema izquierda que se vale de sistemas partitocráticos desnaturalizados, para hacer valer sibilinamente su eterno proyecto totalitario, en la línea de la doctrina marxista e igualitarista que la inspira desde sus orígenes. Ecología, naturaleza, medio ambiente, energías limpias y demás fabulaciones, vienen siendo dogmas publicitados desde los cenáculos de una élite privilegiada gracias al cargo y la prebenda pública, para convencer sobre las “bondades” de una energía supuestamente natural, limpia, neutra, inagotable y benéfica para la humanidad, entendida a bien ser a su modo y manera, es decir, plebe sumisa al decálogo arbitrista e intervencionista del Estado protector, no menos que a sus políticas fiscales esquilmando a unas clases medias pauperizadas al dictado de las nuevas oligarquías.
La realidad de semejantes supercherías a la vista está, y la ciudadanía debería tomar nota y voto de una vez por todas. El progresismo y el socialcomunismo, con su nomenclatura de visionarios y jerarcas instalados, han adulterado, han contaminado nuestra tierra, nuestros paisajes, nuestros campos y nuestros valles, sembrándolos de aerogeneradores mastodónticos e ineficientes, junto al disparate técnico, administrativo y político de parques y placas solares. Mas, a la postre ¿para qué? Al margen de la rentabilidad de inversiones delirantes que después de medio siglo gravan recibo tras recibo al contribuyente con voracidad confiscatoria, ni más ni menos para que las decrépitas sociedades del Bienestar se encuentren de la noche a la mañana con que las quimeras de un progresismo de barraca, pues ya ni siquiera de salón, se materializan en precios desorbitados, una tributación abusiva, carestía e incluso desabastecimiento, porque molinillos, paneles y demás inventicos de ocasión no llegan ni de lejos, pese a las promesas de la grey ecologeta, al potencial que garantizan unos combustibles fósiles en la práctica inagotables.
En tales materias ocurrencias y eslóganes biensonantes nunca salen gratis, aun siendo cierto que pagan los de siempre, jamás los señoritos/as progresistas de cargo, nómina y poltrona, acostumbrados a parasitar vía burocracias sociales y funcionariales trabajo e impuestos ajenos. A causa de la crisis energética provocada por las aberrantes políticas de ecologismo y socialcomunismo, en nuestro país comienzan a cerrar nada menos que industrias de base absolutamente necesarias, dentro del sector siderúrgico y el mecánico. Para los progresistas defensores del panelillo, la chapucica del bricolaje y el huertico tomatero, quizá sea una buena noticia. Pero no lo es para la economía española ni para nuestras clases activas y propietarias, cuyos menguados ingresos se ven amenazados por el paro y una inflación galopante, provocada por las majaderías de una casta de arribistas ocupados/as en sus revoluciones inclusivas, sin ir muy lejos la última y gloriosa conquista en orden a la igualdad hembrista de que, tantas veces se diga autoridades, se diga también autoridadas. Sublime.






















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.80