Viernes, 14 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 29 de Octubre de 2021

Malandrines de la política

[Img #58399]Me incliné por el periodismo y desestimé la docencia para ganarme la vida. Mis dos profesiones. Ahora, a punto de jubilarme, la ucronía circunda mi mente, al imaginar lo que pudo ser, ejercer de profesor de Historia, Historia del Arte y Geografía, y no fue.

Nací en una familia, por parte paterna, los De Ávila y Comín, Navascués de Zubiría y Castillo de Mateo, con raíces extremeñas, vascas, navarras y gotas de sangre jacobina e italiana, dedicados a la docencia. Mis dos hijas también enseñan a los que no saben. Mis hermanos, por supuesto. Yo fui el raro. Me dediqué a una profesión a la que estoy aprendiendo a odiar. No obstante, en mis principios, amaba informar, presentar programas de Cultura y deportes en TVE y la imagen que ofrecía de periodista crítico y agresivo. Ahora, después de mi experiencia en medios públicos y privados, como todo en España, los medios de comunicación hállanse en quiebra moral, ética y económica.

El Día de Zamora es una isla en el océano de las mentiras periodísticas, donde las olas del dinero público invaden las costas de los medios de comunicación. Se escribe al dictado de los políticos, de las instituciones que compran pareceres y voluntades, opiniones y querencias. En provincias como la nuestra, depauperada, dominada por la apatía antropológica, se enfatiza ese mercadeo entre el poder público y la prensa. Además, cada día se escribe peor e incluso se producen faltas de ortografía al hablar por emisoras de radio y televisiones. 

La pasada noche, ya madrugada tierna,  de este agónico octubre, recibes en tu ordenador una nueva edición de este barquito de papel, que mantiene su velamen de celulosa y cubierta de tinta después de once años y media navegando por la ciudad pretérita, donde nació Caín, en la que no se puede ser ni distinto, ni diferente, solo vulgar, mediocre y cobista. Y si me enojo, izaré la bandera pirata. Me coloco un parche en el ojo izquierdo, que sufre después de perder su lacrimal; me compró un loro y al abordaje de los puertos dominados por los malandrines de la política.

Eugenio-Jesús de Ávila

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