España: de la revolución permanente al chantaje indecente

Sánchez ni el PSOE gobiernan. Aquí mandan los neocomunistas, hijos de la pequeña burguesía, gente que estudió en universidades, que no paso apuros durante su infancia; más los comunistas de ETA, que consiguieron lo que buscaban; PNV, extrema derecha vasca, católica y racista, fundada por un enfermo mental, Sabino Arana, que encontró en todo lo español todas los males de la rápida industrialización de Vizcaya, como Hitler creyó hallar en el judaísmo todos los males de la decadencia del pueblo alemán. También mandan mucho la ERC, partido de génesis fascista, que dio dos golpes de Estado, en 1926 y1934, y los hijos de Pujol, Juntos or Cataluña para seguir mamando de España. El presidente del Gobiernos sufre, desde su investidura, el chantaje de esta jauría política. Si quiere seguir en La Moncloa, no le queda otro remedio. Como es un gran actor, parece que manda. Y la gente se lo cree. Porque el personal en este desgraciado país se traga antes las mentiras que cualquier sencilla verdad.

Pero lo que le sucede ahora al galán socialista, le pasó también a Felipe Gonzalez. No obstante, el andaluz cometió un mayor delito, porque con 202 diputados en el Congreso, amado por toda España, de derechas y de la izquierda moderada, prefirió que Pujol, el arquitecto del secesionismo catalán, se librase de la cárcel por el asunto de Banca Catalana. El PSOE pudo cambiar la historia de nuestra democracia, convertirla en europea, con separación radical de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, y cambiando una Ley Electoral que engrandece la pequeñez del voto secesionista. No lo quiso hacer. Ahora pagamos esa cobardía.

Después de Felipe, llegó Aznar, que ganó por la mínima. De nuevo, pacto con Pujol para seguir en La Moncloa. Se arrodilló ante el líder catalán, tanto que hablaba catalán en la intimidad, quizá en el lecho con Ana Botella, y escuchaba El viaje a Itaca, de Lluis Llach. Por supuesto, eliminó como líder popular en Cataluña a Vidal Cuadras,  a petición del Honorable, el hombre más sucio de España, el que más robó, cuando aquel había conducido al PP a sus mejores resultados electorales. Con los vascos también se llevó muy bien. Arzallus, otro ex cura, hombre culto y racista, oxímoron, porque no se puede ser sabio y odiar a otras razas, confesó que el PP le había concedido más prebendas que el PSOE felipista.

Zapatero fue el no va más en las concesiones a los catalanes: “Lo que se apruebe en el Parlament, lo aprobaré yo en Madrid”. Les aprobó un nuevo estatuto, por dónde se colaba en el independentismo, como el pillo en las colas del cine. El peor presidente de la historia de España, y mira que es difícil establecer jerarquías entre tanto malandrín, potenció la quiebra de España, tanto en lo político como en lo económico. Y anda por ahí diciendo bobadas con su rostro de tonto y esa sonrisa de ganapán. Legalizó a la ETA y sus derivadas y se fue tan contento en una nación depauperada y humillada.

Rajoy, aunque venció por una mayoría absoluta extraordinaria, hizo seguidismo ZP. Ni una sola ley que contradijese las de Zapatero, como la del aborto, la memoria história –la memoria nunca puede ser histórica, porque aquella es subjetiva y la otra se basa en datos y en hechos objetivos- y mantuvo ese diálogo, en silencio, con el mundo etarra. Además, por tonto, pese a todas las carantoñas que recibía Sáenz de Santamaría por parte de Junqueras, y los miles de millones que inyectó en Cataluña en detrimento de España, le pegaron un golpe de Estado.

Y llegamos a esta tercera década del siglo XXI y asistimos al chantaje sumo a un presidente del Reino de España. Pedro Sánchez vive encerrado en La Moncloa, donde hace creer al pueblo estabulado que manda, pero él sabe que es reo de los enemigos de la nación más antigua de Europa. Vamos, indudablemente, a la Confederación, sistema por el que los futuros estados vasco y catalán seguirán sangrando a España, pero sin dar nada a cambio.

Si hubiera un verdadero hombre de Estado en el PSOE o en el  PP se reunirían para pactar un cambio de Ley Electoral que limitase a los partidos secesionistas a su verdadera dimensión, de tal manera que se acabara con el chantaje brutal que jibariza a España, que la humilla, que la degrada y que acabará con ella. Pero ni Sánchez, ni Casado, piensa en la patria, hermosa palabra, que nos la quiere cambiar la lista de la vicepresidenta 2ª del ejecutivo sanchista, en matria; sino en sus propias carreras políticas, en el puto poder. Lógico cuando una mayoría de españoles se interesan más por clubes, alguno en ruina, como el Barça, Real Madrid y Atlético de Madrid, o en las cuitas de Rocío Carrasco, su ex marido, su hija, la Pantoja y el memo integral de su hijo, Paquirrín. ¡Qué pena de España: de la revolución permanente al chantaje indecente!

Eugenio-Jesús de Ávila