RES PÚBLICA
El nepotismo o la corrupción admitida por todos los partidos
No tengo capacidad para saber cuántos políticos y políticas, que se convirtieron en funcionarios públicos durante su carrera en la res pública, se aprovecharon del nepotismo de otros colegas de partido. Sí puede decir que, cuando J.Antolín Martín ejerció como presidente de la Diputación, contactaron con su Gabinete de Presidencia importantes personajes de la vida pública española, con el objetivo de que el que fuera presidente de la institución provincial concediera favores a ciertas personas. Traducido: recomendaciones para que fulanito o menganita obtuvieran un plaza como funcionario en la Diputación Provincial. No conocían el tristemente desaparecido político zamorano. Ni tan si quiera se ponía al aparato. No recomendó a nadie. Sí sé, en cambio, que era práctica común en otras instituciones públicas del solar patrio.
Lo he escrito con reiteración: de esta democracia de mentira, de forma, pero no de fondo; sin calidad, una pantomima, un paripé, se aprovecharon todos los partidos políticos, formaciones a través de las cuales militantes, amigos y amigas y familiares de los principales dirigentes entraban en la nómina de la función pública. Toda la vida disfrutando de un puesto eterno, del que nunca te echarán, incluso aunque la prepares, seas un vago, un jeta o un ignorante. Mientras, un sector mayoritario del pueblo, después de gastar dinero en academias, en clases, en pensiones, nunca encontró acomodo en el Estado. Años perdidos, ilusión arrancada, depresiones, ansiedad.
Sucede que después, muchos de esos enchufados alcanzaron cargos relevantes en la res pública, que nunca jamás habrían conseguido de no mediar el nepotismo en su oposición. Hay, sin duda, un árbol genealógico del enchufe en todas las instituciones, sobre todo, si son locales o provinciales.
Si yo, que me pasé diez años en el paro, perseguido por un personaje de cuyo nombre me acuerdo todos los días de mi vida, porque fue, es y será el mal encarnado en un cuerpo, feo, de varón, hubiera aprobado una oposición amañada, al menos me escondería, callaría y avergonzaría todos los días de mi vida. Y, además, ejercería mi labor como funcionario probo y diligente. Nunca como el clásico déspota de ventanilla. Y si hubiese disfrutado de un cargo político, admitiría toda crítica que se me realizase desde el periodismo.
El nepotismo no ha sido práctica singular de esa derecha que no quiere ser tal, la del PP, sino también de la izquierda posibilista, la del PSOE, y me temo, porque es consustancial al ADN español, que también del PNV, de los hijos y hermanos de ETA, Bildu; de los racistas catalanes y de todo quisque. Excepciones, Izquierda Unida de Zamora, porque ya sabemos cómo se las gasta la ministra de la (des) Igualdad con sus amigotes, imputados y condenados, a los que ha "colocado" en su Ministerio, y, de momento, Vox.
España es puro nepotismo. Nadie se niega a practicarlo. Ahí se inicia la corrupción. Porque nepotismo es también premiar, con publicidad pública, los medios de comunicación afines, aquí, en Zamora, y en otras ciudades y provincias de esta nación en quiebra moral. Si el pueblo metaboliza el enchufismo, el político, que procede del pueblo, cuando alcanza el poder, asumirá que forma parte de su gobernanza.
Eugenio-Jesús de Ávila
No tengo capacidad para saber cuántos políticos y políticas, que se convirtieron en funcionarios públicos durante su carrera en la res pública, se aprovecharon del nepotismo de otros colegas de partido. Sí puede decir que, cuando J.Antolín Martín ejerció como presidente de la Diputación, contactaron con su Gabinete de Presidencia importantes personajes de la vida pública española, con el objetivo de que el que fuera presidente de la institución provincial concediera favores a ciertas personas. Traducido: recomendaciones para que fulanito o menganita obtuvieran un plaza como funcionario en la Diputación Provincial. No conocían el tristemente desaparecido político zamorano. Ni tan si quiera se ponía al aparato. No recomendó a nadie. Sí sé, en cambio, que era práctica común en otras instituciones públicas del solar patrio.
Lo he escrito con reiteración: de esta democracia de mentira, de forma, pero no de fondo; sin calidad, una pantomima, un paripé, se aprovecharon todos los partidos políticos, formaciones a través de las cuales militantes, amigos y amigas y familiares de los principales dirigentes entraban en la nómina de la función pública. Toda la vida disfrutando de un puesto eterno, del que nunca te echarán, incluso aunque la prepares, seas un vago, un jeta o un ignorante. Mientras, un sector mayoritario del pueblo, después de gastar dinero en academias, en clases, en pensiones, nunca encontró acomodo en el Estado. Años perdidos, ilusión arrancada, depresiones, ansiedad.
Sucede que después, muchos de esos enchufados alcanzaron cargos relevantes en la res pública, que nunca jamás habrían conseguido de no mediar el nepotismo en su oposición. Hay, sin duda, un árbol genealógico del enchufe en todas las instituciones, sobre todo, si son locales o provinciales.
Si yo, que me pasé diez años en el paro, perseguido por un personaje de cuyo nombre me acuerdo todos los días de mi vida, porque fue, es y será el mal encarnado en un cuerpo, feo, de varón, hubiera aprobado una oposición amañada, al menos me escondería, callaría y avergonzaría todos los días de mi vida. Y, además, ejercería mi labor como funcionario probo y diligente. Nunca como el clásico déspota de ventanilla. Y si hubiese disfrutado de un cargo político, admitiría toda crítica que se me realizase desde el periodismo.
El nepotismo no ha sido práctica singular de esa derecha que no quiere ser tal, la del PP, sino también de la izquierda posibilista, la del PSOE, y me temo, porque es consustancial al ADN español, que también del PNV, de los hijos y hermanos de ETA, Bildu; de los racistas catalanes y de todo quisque. Excepciones, Izquierda Unida de Zamora, porque ya sabemos cómo se las gasta la ministra de la (des) Igualdad con sus amigotes, imputados y condenados, a los que ha "colocado" en su Ministerio, y, de momento, Vox.
España es puro nepotismo. Nadie se niega a practicarlo. Ahí se inicia la corrupción. Porque nepotismo es también premiar, con publicidad pública, los medios de comunicación afines, aquí, en Zamora, y en otras ciudades y provincias de esta nación en quiebra moral. Si el pueblo metaboliza el enchufismo, el político, que procede del pueblo, cuando alcanza el poder, asumirá que forma parte de su gobernanza.
Eugenio-Jesús de Ávila

























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