DENUNCIAS
Los jardines del Castillo, a media luz
Varias zonas permanecen a oscuras sin que nadie lo remedie
Después del comentado cierre del Castillo en el puente del Pilar, con una masiva afluencia de turistas en la ciudad, como desde estas páginas fuimos los primeros en denunciar; por aquello más que arrepentimiento que no se conoce, sino propósito de enmienda, en este lunes, que coincidía con el de los Santos, se sustituyó el día de descanso del personal, por el siguiente. Así, en la festividad del primero de noviembre, hasta las seis y diez de la tarde, se podía entrar en la fortaleza, conforme a los veinte minutos previos al cierre definitivo, como margen suficiente para permitir desalojar el recinto antes de echar la llave, hasta la próxima apertura.
Los visitantes se perdieron el efecto de ver el histórico monumento desde el interior con luz artificial, quedaba la opción de hacerlo por los jardines del castillo, que hoy llevan otro nombre. Tres soportes, con el mismo número de lámparas LED, iluminan desde lo alto, cosa que no se logra convenientemente cuando los árboles tienen en sus ramas todas las hojas, la zona verde de lado sur, mientras que en el lado norte es un solo poste metálico elevado, con cámaras incluidas el que tiene esa misión.
El efecto doble, al añadir una función ornamental, lo ponen esos puntos luminosos a pocos centímetros de la línea de jardín. Cosa que ocurre cuando funcionan. No, no se trata, como tantas veces de una simple lámpara fundida a reponer. Tiene mayores dimensiones, porque en el paseo central, que lleva hasta la misma puerta de la fortaleza, partiendo de la plaza de la Catedral, no funciona ninguno de los focos, ni los redondos a ras de suelo, ni los cuadrados, ligeramente más elevados. Tampoco está en servicio la línea paralela a la Seo desde el acceso hasta el mirador, adosado a las dependencias religiosas. Pero es que tampoco está en servicio la línea, entre el citado y el siguiente de la parte sur de la muralla. Y lo peor, llevan meses en ese estado, sin que sea reparada la avería que los mantiene alejados de lucir.
Manuel Herrero Alonso
Después del comentado cierre del Castillo en el puente del Pilar, con una masiva afluencia de turistas en la ciudad, como desde estas páginas fuimos los primeros en denunciar; por aquello más que arrepentimiento que no se conoce, sino propósito de enmienda, en este lunes, que coincidía con el de los Santos, se sustituyó el día de descanso del personal, por el siguiente. Así, en la festividad del primero de noviembre, hasta las seis y diez de la tarde, se podía entrar en la fortaleza, conforme a los veinte minutos previos al cierre definitivo, como margen suficiente para permitir desalojar el recinto antes de echar la llave, hasta la próxima apertura.
Los visitantes se perdieron el efecto de ver el histórico monumento desde el interior con luz artificial, quedaba la opción de hacerlo por los jardines del castillo, que hoy llevan otro nombre. Tres soportes, con el mismo número de lámparas LED, iluminan desde lo alto, cosa que no se logra convenientemente cuando los árboles tienen en sus ramas todas las hojas, la zona verde de lado sur, mientras que en el lado norte es un solo poste metálico elevado, con cámaras incluidas el que tiene esa misión.
El efecto doble, al añadir una función ornamental, lo ponen esos puntos luminosos a pocos centímetros de la línea de jardín. Cosa que ocurre cuando funcionan. No, no se trata, como tantas veces de una simple lámpara fundida a reponer. Tiene mayores dimensiones, porque en el paseo central, que lleva hasta la misma puerta de la fortaleza, partiendo de la plaza de la Catedral, no funciona ninguno de los focos, ni los redondos a ras de suelo, ni los cuadrados, ligeramente más elevados. Tampoco está en servicio la línea paralela a la Seo desde el acceso hasta el mirador, adosado a las dependencias religiosas. Pero es que tampoco está en servicio la línea, entre el citado y el siguiente de la parte sur de la muralla. Y lo peor, llevan meses en ese estado, sin que sea reparada la avería que los mantiene alejados de lucir.
Manuel Herrero Alonso




















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