Los baños públicos desaparecieron,los rincones siguen demostrando su necesidad

 Llegaron y no para quedarse, pretendían cubrir una demanda. La de quien reclamaba su presencia para hacer uso, allí precisamente en caso de necesitarlo, sin tener que acudir a cualquier rincón discreto, o no tanto, como sucedía hasta el momento, y evitar tener que entrar a un establecimiento, realizando la correspondiente consumición por ello, aun no apeteciendo demasiado. Quien no ha visto el cartel que reza “uso exclusivo de clientes” que no impide, pero limita el paso.

            Buena fue la intencionalidad de su colocación, pendiente siempre de que dadas sus características, siempre se les podía buscar otra ubicación distinta, o más adecuada, dependiendo de la demanda. Pero el fracaso, y no por el uso, fue desde el primer día debido a algo fundamental, el mantenimiento. No se pasaba ni siquiera  a diario a limpiar, desinfectar, reponer agua y papel, con lo que debido al uso, resultaba totalmente desaconsejable aliviarse allí, buscando alternativas próximas.

Porque, con abrir la puerta se perdían las ganas, aunque las hubiera, comprobado el estado. Y quien alguna vez se arriesgó, desistió hasta para futuras ocasiones.

            Si su presencia, era como resulta obvio, más bien discreta, ya que no pretendían otra cosa que ser útiles, ya no están. Quienes usaban, los de Hacienda, buscaran otro lugar o se contendrán quien sabe. Menos echaran en falta, los de la Marina, allá detrás del ancla de la plaza, hay sitio, para eso. Los gamberros, ya no tienen entretenimiento, en derribar el que estaba en la orilla del rio, donde el puente de Hierro. El de la petanca, dejó sin servicio a tantos y tantas, que dentro de lo que cabe, conseguían estar, más o menos en condiciones aceptables. Había más. Las exigencias sanitarias de desinfección durante la pandemia, propiciaron su desaparición, ante la imposibilidad de cumplirlas, pero las cosas afortunadamente han cambiado. Siendo en el pasado mercado romano, la última vez, que se situaron sanitarios en la plaza de Viriato, y solo durante el evento.

            Los últimos en desaparecer, fueron los del castillo, que también tienen su pequeña historia. Sustituyeron al costoso por sufrir una avería cuentan que no trataron ni de repararla, que había tras la vivienda del sacristán. Al poco tiempo, se trasladaron detrás de la casa de los gigantes, porque parecía que junto a los edificios de la catedral,  hacían feo, lo que hay  en su lugar tampoco es que haga bonito. Y, de allí a, ninguna parte, no los busquen ya no están en todo el recinto del castillo, aunque como bien decían, no existe en la zona ningún sitio, vamos que quedan los miradores, para lo que servían esas casetas. Sin más, no vale que durante la pandemia no se permitieran usar, lo del ayuntamiento es, es para….Buscar rincones.

Manuel Herrero Alonso