La autovía que obliga a pisar por sus charcos

Pertenece al Ministerio de Transportes, conocida como autovía, y, por tanto al Gobierno, al de La Moncloa, es suyo. Todas las cosas, son de alguien, nada es nuestro. Nada, ni de aquello que tengamos título de propiedad siquiera, solo nos permiten disfrutarlo en vida, que también sería, a cambio de una renta, que llaman tributo, a pagar por tener. Muertos tampoco de así elegirlo, serán nuestros esa pequeños diez pies de terreno, lo llaman bien demanial. Por tanto, como nosotros podemos invertir, en lo que de hecho nunca será nuestro, cualquier administración puede hacerlo, en la que de hecho también, no le pertenece.

Así, desde la corporación local, se liaron la manta a la cabeza, y renovaron, gran parte de las aceras de Cardenal Cisneros, que buena falta tenían. Resultaba peligroso caminar por ellas, puesto que los adoquines, por efecto de la raíces de los árboles y de tanto tiempo siendo pisoteados, se habían levantado contra nosotros, obligando a caminar con cuidado, con mucho, con mucho cuidado.

                Inevitable, en caso de lluvia, es pisar charcos, sí algunos se pueden sortear, en otros no hay, no queda otra opción, no se contempla, son de pisado obligatorio. Tal es el caso, de las aceras de nuestra conocida autovía, llegando al puente sobre el ferrocarril, donde el piso se transforma en cemento vulgar, sin inclinación alguna y se forman charcos, de lado a lado de la ancha extensión de la acera. Pase quien pase, lo intente como lo intente, pisara irremediablemente por la enlagunada acera en ese punto precisamente, da igual la acera de un lado, que la del otro para esto no existen esas distinciones.  Lo peor, pasadas horas sin lluvia, momento que anima a la gente a salir de casa, los charcos perduran. Agua del cielo, no caerá pero el peatón en el suelo, la encontrará.

                Soluciones, claro que las hay, intención de resolverlo, no parce tanta. Da igual, dada la escasa envergadura del proyecto a cumplir, que administración realice este cometido, quedaremos agradecidos, los peatones, lo somos todos alguna vez, y en caso de lluvia, pasamos, y pisamos por esa zona.

Manuel Herrero Alonso