PASIÓN POR ZAMORA
La roña de nuestra cobardía
Quizá en Zamora solo vivamos muertos, porque parece que esta ciudad y su provincia no existen. ¿No hay nadie en la hermosa Sayago, en la lírica Aliste o en esa paleta de colores sanabresa que combata por su futuro, que no se resigne a perder población, actividad, fuerza? Sí. Sé que hay sayagueses, alistanos y sanabreses que trabajan duro, con talento, con inteligencia para vivir, para demostrar que no se rinden, que les aguarda el futuro a la vuelta de la política rancia, caprichosa, mendaz que, desde illo témpore, nos gobierna. Pero hay una mayoría de gente en los campos de las comarcas occidentales zamoranas que solo saben hablar en silencio, escribir sin palabras, esconderse en el paisaje.
Si la belleza es verdad, si Zamora es bella, cómo ocultar la verdad al mundo. No nos podemos humillar más, encajar golpe tras golpe, acojonarnos ante los caciques locales y provinciales, ante los políticos profesionales.
Si las aguas de nuestros arroyos son puras, sin la naturaleza se recreó en nuestra tierra, si nuestra gente muestra su talento aquí y allá, cómo quedarnos sentados a ver cómo el tiempo nos devora.
Los zamoranos que queremos quitarnos esta roña de cobardía nos unimos, venceremos. No permitamos que los malandrines de la política nos dividan. ¿Es que acaso no hay nadie en nuestra tierra para asir el futuro?
Eugenio-Jesús de Ávila
Quizá en Zamora solo vivamos muertos, porque parece que esta ciudad y su provincia no existen. ¿No hay nadie en la hermosa Sayago, en la lírica Aliste o en esa paleta de colores sanabresa que combata por su futuro, que no se resigne a perder población, actividad, fuerza? Sí. Sé que hay sayagueses, alistanos y sanabreses que trabajan duro, con talento, con inteligencia para vivir, para demostrar que no se rinden, que les aguarda el futuro a la vuelta de la política rancia, caprichosa, mendaz que, desde illo témpore, nos gobierna. Pero hay una mayoría de gente en los campos de las comarcas occidentales zamoranas que solo saben hablar en silencio, escribir sin palabras, esconderse en el paisaje.
Si la belleza es verdad, si Zamora es bella, cómo ocultar la verdad al mundo. No nos podemos humillar más, encajar golpe tras golpe, acojonarnos ante los caciques locales y provinciales, ante los políticos profesionales.
Si las aguas de nuestros arroyos son puras, sin la naturaleza se recreó en nuestra tierra, si nuestra gente muestra su talento aquí y allá, cómo quedarnos sentados a ver cómo el tiempo nos devora.
Los zamoranos que queremos quitarnos esta roña de cobardía nos unimos, venceremos. No permitamos que los malandrines de la política nos dividan. ¿Es que acaso no hay nadie en nuestra tierra para asir el futuro?
Eugenio-Jesús de Ávila
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