SINDICATOS
Paradoja: UGT y CC.OO. defienden al idioma de sus explotadores
La mayor parte de los obreros que trabajan en Cataluña, el proletariado, en léxico marxista, tienen al español como primer idioma. Los trabajadores que, con la ayuda del Estado, desde Cánovas del Castillo, pasando por la dictablanda de Primo de Rivera, la II República, la dictadura de Franco, hasta la actual democracia, llevaron a aquella región del noreste español a liderar la economía nacional, procedían, en general, de regiones como Andalucía, Murcia y Extremadura, aunque también había gente que abandonó otras zonas de España para buscarse el pan con el sudor de su frente. Las primeras palabras que pronunciaron en sus zonas de origen fueron en castellano. Los obreros de Cataluña, pues, hablan español.
Se supone que los sindicatos de clase, o de lo que sea, casi funcionarios del Estado, del que reciben millones de euros todos los años, representan a los trabajadores. Un 10% de los laboriosos españoles, incluyo a personas que desempeñan su labor en la función pública, militan en UGT y CC.OO. ¿De acuerdo?
Los burgueses catalanes, los que se creen de una raza distinta, con apellidos como Pujol, Pla, Nadal, Busquets, los jordis y jaumes, nacieron escuchando hablar en sus casas, tanto a padres y madres como abuelos, en catalán. Los empresarios que, según el análisis marxista, explotan a los obreros, al proletariado, enriqueciéndose a través de plus valías que "roban" al trabajador, desprecian el idioma de los charnegos. Por lo tanto, los capitalistas catalanes, enemigos del proletariado, hablan en la lengua de Salvador Espriú o Pla.
Paradoja política y sindical. Los sindicatos de clase, los que deberían, en principio, defender los intereses de los trabajadores, apoyan a la burguesía catalana en su campaña en contra del idioma materno del proletariado. Los ínclitos José María Álvarez, nacido en Asturias, que, como se dice por el Principado, es España y el resto tierra conquistada, y Unai Sordo, nacido en Baracaldo, con nombre euskérico, para disimular sus genes, y apellido claramente castellano, con padres españoles y obreros, secretario general de CC.OO., defienden que a los niños, hijos de castellano hablantes, se les impida hablar en su lengua materna, y, además, se mofan del Tribunal Supremo. Estos dos cara duras apoyan el racismo de la burguesía catalana, el supremacismo de los empresarios catalanes, el odio de la burguesía catalana hacia todo lo español.
Como escribió Jean-Paul Sartre, el hombre es una pasión inútil. España es ya una paradoja política: partidos de izquierdas, liderados por la burguesía, sin obreros entre sus diputados y senadores, y sindicatos de ¿clase? que apoyan a los explotadores del proletariado. “Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”.
Eugenio-Jesús de Ávila
La mayor parte de los obreros que trabajan en Cataluña, el proletariado, en léxico marxista, tienen al español como primer idioma. Los trabajadores que, con la ayuda del Estado, desde Cánovas del Castillo, pasando por la dictablanda de Primo de Rivera, la II República, la dictadura de Franco, hasta la actual democracia, llevaron a aquella región del noreste español a liderar la economía nacional, procedían, en general, de regiones como Andalucía, Murcia y Extremadura, aunque también había gente que abandonó otras zonas de España para buscarse el pan con el sudor de su frente. Las primeras palabras que pronunciaron en sus zonas de origen fueron en castellano. Los obreros de Cataluña, pues, hablan español.
Se supone que los sindicatos de clase, o de lo que sea, casi funcionarios del Estado, del que reciben millones de euros todos los años, representan a los trabajadores. Un 10% de los laboriosos españoles, incluyo a personas que desempeñan su labor en la función pública, militan en UGT y CC.OO. ¿De acuerdo?
Los burgueses catalanes, los que se creen de una raza distinta, con apellidos como Pujol, Pla, Nadal, Busquets, los jordis y jaumes, nacieron escuchando hablar en sus casas, tanto a padres y madres como abuelos, en catalán. Los empresarios que, según el análisis marxista, explotan a los obreros, al proletariado, enriqueciéndose a través de plus valías que "roban" al trabajador, desprecian el idioma de los charnegos. Por lo tanto, los capitalistas catalanes, enemigos del proletariado, hablan en la lengua de Salvador Espriú o Pla.
Paradoja política y sindical. Los sindicatos de clase, los que deberían, en principio, defender los intereses de los trabajadores, apoyan a la burguesía catalana en su campaña en contra del idioma materno del proletariado. Los ínclitos José María Álvarez, nacido en Asturias, que, como se dice por el Principado, es España y el resto tierra conquistada, y Unai Sordo, nacido en Baracaldo, con nombre euskérico, para disimular sus genes, y apellido claramente castellano, con padres españoles y obreros, secretario general de CC.OO., defienden que a los niños, hijos de castellano hablantes, se les impida hablar en su lengua materna, y, además, se mofan del Tribunal Supremo. Estos dos cara duras apoyan el racismo de la burguesía catalana, el supremacismo de los empresarios catalanes, el odio de la burguesía catalana hacia todo lo español.
Como escribió Jean-Paul Sartre, el hombre es una pasión inútil. España es ya una paradoja política: partidos de izquierdas, liderados por la burguesía, sin obreros entre sus diputados y senadores, y sindicatos de ¿clase? que apoyan a los explotadores del proletariado. “Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”.
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