Nuevo resalte en la calle La Hiniesta

Unos los colocan y reclaman, por ello el mérito; otros lo han pedido y así lo hacen saber, atribuyéndose la medallita por haberlo solicitado. Es el juego de la política, donde, con estas actitudes, demuestran lo poco que le importa el ciudadano y lo mucho que le interesa conservar o aumentar, esa representación, que  le han otorgado a base de votos. Así, hace bien poco, se instaló un nuevo reductor de velocidad en la calle de La Hiniesta, la demanda vecinal así lo requería, argumentan.

Efectivamente, a la entrada de la ciudad, algunos vehículos olvidan reducir la velocidad y adaptarla a la zona urbana, con el consiguiente peligro para los peatones como para otros vehículos. Sin tratarse del mejor método, los lomos de burro, o cualquier otro nombre que popularmente quiera concedérsele, están los resaltes o reductores de velocidad. Evidentemente, en ese punto los coches quedan obligados a reducir, casi hasta pararse, la velocidad. Lo curioso del caso es que, por aquello de que hacía falta, se ha colocado uno nuevo. Por las mismas razones, se situaron en otros puntos de la ciudad, parte de ellos se conserva.

El uso, el paso del tiempo y, sobre todo, la falta de mantenimiento han sido determinantes para que aquellos reductores, colocados en determinadas calles, donde se precisaba que los vehículos redujeran la velocidad estén totalmente destrozados, desapareciendo alguno de ellos en parte. Ahora, además de no cumplir esa misión que tenían encomendada, hacen más peligrosa la conducción entre aquellos  que buscan, eludir el resalte, haciendo pasar las ruedas por aquellos tramos donde no existe, aún con el riesgo, sentado en el volante resulta difícil de apreciar, de que los clavos de fijación que aún se conservan deterioren los neumáticos del vehículo.

Así, además de condenar que desde el Ayuntamiento se eluda el mantenimiento de los resaltes existentes, por razones que no resultaran muy convincentes, en el caso de que algún día tengan a bien proporcionarlas, además de la dejadez que impera en toda la ciudad, se tiene lo que llamemos poca consideración de colocar alguno  nuevo donde antes no lo había. Insólito, cuando menos.

Manuel Herrero Alonso