Martes, 25 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Jueves, 30 de Diciembre de 2021
COVID-19

El “bicho” descubrirá a cada cual cómo es

[Img #60542]Me han confinado. Lo asumo. Diez días sin oler a nadie, sin respirar el aroma de la piel de la mujer que amo, sin besar a mi madre, sin contemplar ni a mis hijas ni a mi nieta, ni a mis dos hermanas, ni ver a mi gente. Solo, tengo tiempo para todo: leer, escribir, como ahora; ver películas, escuchar música; hablar, con amigos del alma y personas que me estiman y quiero;  pensar en lo que pudo haber sido y no fue; reflexionar sobre mi vida, lo que he hecho de mí, lo que fue de aquel niño hermosote, risueño y feliz, que ya no es más que fotografías; juzgarme y, casi siempre condenarme.

 

Durante este confinamiento, convencido estoy,  habrá hombres y mujeres que se aburrirán mucho. Fijo. Analicemos esta desgana antropológica, que muchos zamoranos vivirán por la desgracia del coronavirus. Hay dos tipos de tedio: el que produce la propia persona que, en circunstancias normales, se divierte merced a las amistades, tomando cafés, degustando pinchos y cañas, yendo al cine y haciendo el amor con su novia o novio, amante, querido o querida, marido o esposa; pero que, en soledad, se ahoga en el mar del hastío.

 

Hay gente que no sabe estar sola, que necesita la compañía del prójimo para sentirse, para vivir. Son de esa clase de personas que nunca leen un libro, que no escuchan buena música, que no escriben, que no reflexionan. La soledad, como la abeja que liba el néctar de las flores, te extrae el polen del alma.

 

No obstante, también me encanta hablar y escuchar a las amistades mientras nos tomamos un café, un té o un buen vino de Toro; debatir con la mujer que amo y llevarle la contraria, aunque tenga toda la razón;  viajar en compañía de personas de mi confianza; profundizar en algún tema y también, ¡cómo no!, tratar de tonterías, construirnos unas risas de esas que te arrancan lágrimas, que saben de forma distinta a las que brotan regadas por la tristeza y la melancolía.

 

El coronavirus nos descubrirá, nos delata ya, si dentro de cada uno de nosotros guardamos a un ser apático y monótono, impotente para vivir consigo mismo, incapacitado para hablar con el hombre que siempre va con nosotros. Este bicho nos retrata, nos ha obligado a reconocernos, a mirarnos dentro. O nos convierte en mejores seres humanos o nos desvela nuestros vicios, carencias y miserias.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

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