RES PÚBLICA
Pablo Iglesias admite que mintió siendo político
Pablo Iglesias, quizá sin querer, aunque un actor de su talla no suele improvisar, afirmó hoy que, como ya no es político, es absurdo conjugar el verbo mentir.: «Ahora que no soy político puedo decir la verdad». Vamos que mintió cuando y como quiso en su tránsito por res pública. Genial. Colijo que, mientras que fue vicepresidente del Gobierno y antes, cuando hacía y deshacía en Podemos, mintió. Él lo ha dicho. No me invento nada. Ahora bien, yo pienso que Iglesias, tras cortarse la coleta, sigue siendo político; como Andrés Vázquez mantiene su torería, aunque ya no instrumente verónicas belmontinas ni tan si quiera a un eral. Hay profesiones que jamás se abandonan. Solo la muerte pondrá fin al torero, al escritor, al poeta y al político.
He escrito con reiteración, que hace un par de décadas, el que fuera alcalde de Barcelona y presidente de la Generalidad, Pascual Maragall, le confesó a Carlos Herrera (RNE) algo parecido a lo ahora advertido por Iglesias: “Un político nunca debe decir la verdad”. Tal cual. Por lo tanto, en España se puede mentir en política, cuando presides el gobierno de la nación, de una comunidad autónoma, un ayuntamiento o una diputación. Se da por hecho. El político lo admite. Pero el pueblo lo metaboliza. La gente, con tanta tontería en las televisiones, ahora con Urdangarín y la segunda hija de Juan Carlos I, Cristina, y antes con la Pantoja, Paquirrín, Rocío Carrasco y su ex marido, un guardia civil corrupto que se ha forrado en programas que muestran la catadura moral de nuestra nación, su querencia por las calumnias, difamaciones, felonías, sexo, golfas y golfos, chuloputas y heteras de personajes conocidos por ser hijos de o amantes de fulanito. Se ha pasado del protagonismo en el albero de la televisión de los cuernos de ganaderías vulgares a los miura de la aristocracia.
Y el personal sigue fiel a las urnas para votar a gente que sabe que le va a mentir. Y los de derechas y los izquierdas, cándidos, discuten de política, como si les fuera la vida en ello, cuando sus ídolos afirman que engañaron, engañan y engañarán mientras actúen en la res pública.
Lenin, un genocida, pero perfecto conocedor del alma humana, pronunció dos frases esclarecedoras: “La mentira es un arma revolucionaria” y “Libertad, ¿para qué? Así le respondió a un socialista español, Fernando de los Ríos. Año 1919, en Moscú. Goebbles también lo copió al líder bolchevique: “Una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en una verdad”. O algo así.
Ahora el ciudadano digiere mejor la mentira que la verdad. Así se premia al político que mejor miente. Siempre gana las elecciones legislativas aquel tipo que esculpe una obra de arte de la mentira que extrae del mármol de la verdad.
Vivimos una época tan indecente, tan amoral, tan huérfana de valores, de ética, que cornudos y mentirosos ocupan la jerarquía social.
No a la guerra, pero sí a los cuernos y a las mentiras en política.
Eugenio-Jesús de Ávila
Pablo Iglesias, quizá sin querer, aunque un actor de su talla no suele improvisar, afirmó hoy que, como ya no es político, es absurdo conjugar el verbo mentir.: «Ahora que no soy político puedo decir la verdad». Vamos que mintió cuando y como quiso en su tránsito por res pública. Genial. Colijo que, mientras que fue vicepresidente del Gobierno y antes, cuando hacía y deshacía en Podemos, mintió. Él lo ha dicho. No me invento nada. Ahora bien, yo pienso que Iglesias, tras cortarse la coleta, sigue siendo político; como Andrés Vázquez mantiene su torería, aunque ya no instrumente verónicas belmontinas ni tan si quiera a un eral. Hay profesiones que jamás se abandonan. Solo la muerte pondrá fin al torero, al escritor, al poeta y al político.
He escrito con reiteración, que hace un par de décadas, el que fuera alcalde de Barcelona y presidente de la Generalidad, Pascual Maragall, le confesó a Carlos Herrera (RNE) algo parecido a lo ahora advertido por Iglesias: “Un político nunca debe decir la verdad”. Tal cual. Por lo tanto, en España se puede mentir en política, cuando presides el gobierno de la nación, de una comunidad autónoma, un ayuntamiento o una diputación. Se da por hecho. El político lo admite. Pero el pueblo lo metaboliza. La gente, con tanta tontería en las televisiones, ahora con Urdangarín y la segunda hija de Juan Carlos I, Cristina, y antes con la Pantoja, Paquirrín, Rocío Carrasco y su ex marido, un guardia civil corrupto que se ha forrado en programas que muestran la catadura moral de nuestra nación, su querencia por las calumnias, difamaciones, felonías, sexo, golfas y golfos, chuloputas y heteras de personajes conocidos por ser hijos de o amantes de fulanito. Se ha pasado del protagonismo en el albero de la televisión de los cuernos de ganaderías vulgares a los miura de la aristocracia.
Y el personal sigue fiel a las urnas para votar a gente que sabe que le va a mentir. Y los de derechas y los izquierdas, cándidos, discuten de política, como si les fuera la vida en ello, cuando sus ídolos afirman que engañaron, engañan y engañarán mientras actúen en la res pública.
Lenin, un genocida, pero perfecto conocedor del alma humana, pronunció dos frases esclarecedoras: “La mentira es un arma revolucionaria” y “Libertad, ¿para qué? Así le respondió a un socialista español, Fernando de los Ríos. Año 1919, en Moscú. Goebbles también lo copió al líder bolchevique: “Una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en una verdad”. O algo así.
Ahora el ciudadano digiere mejor la mentira que la verdad. Así se premia al político que mejor miente. Siempre gana las elecciones legislativas aquel tipo que esculpe una obra de arte de la mentira que extrae del mármol de la verdad.
Vivimos una época tan indecente, tan amoral, tan huérfana de valores, de ética, que cornudos y mentirosos ocupan la jerarquía social.
No a la guerra, pero sí a los cuernos y a las mentiras en política.
Eugenio-Jesús de Ávila





















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.29