Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Martes, 22 de Febrero de 2022
CON LOS CINCO SENTIDOS

Sin título

[Img #62575]Estoy ante la página en blanco de mi pantalla de ordenador. Ya tengo que agrandar la letra porque, aunque aún soy joven y me considero una cría con serios problemas pulmonares, leer tanto, tantas horas y a destiempo, me está consumiendo las pupilas. Mi padre quedó ciego y medio sordo a los 65 años; adoraba la música, escribir y leer. Murió de pena a los 70. Normal; demasiado aguantó el MAESTRO. Yo lo oigo todo, hasta el susurro de un enamorado a su amada en un banco del parque aledaño a mi casa, pero ver, lo que se dice ver, cada vez veo menos. Recuerdo la pupila azulada y opaca de los ojos de mi padre, que me oía mal con sus audífonos, que me olía, pero ya sólo intuía mi flaca silueta acercándome para abrazar sus huesos, aposentados en un sofá, mientras sujetaba con pereza y desidia su cabeza con sus largas y cuidadas manos de pianista. Esas las heredé. Vive dios.


   Hoy me levanto temprano, como siempre; duermo poco. Sé que eso me acabará pasando factura tarde o temprano, pero mi cerebro bulle tanto que no me deja descansar ni cuando todo el mundo descansa. No me deja dormitar mis sueños ni inventar historias. No me deja. Vivo en una eterna lucha por reposar, por tumbarme y dejar mi mente en blanco y no vivir durante 8 horas al día, pero ni eso se me concede. Mi cerebro hiperactivo me está dejando en los huesos. Pero me levanto temprano. Me hago el té, porque no tomo café desde hace cuatro años. Otro día contaré los motivos. Cojo una magdalena o un cruasán de los que hago yo misma y pongo la televisión que tengo en la cocina. Me siento, desayuno, me informo. Todo lo que escucho o veo me sirve siempre como punto de partida para un posible artículo. No puedo desperdiciar nada de lo que oiga o vea.  


Tengo en la mesa un libro de poemas de Federico García Lorca, de la Colección Austral, manoseado hasta la extenuación, que releo mientras degusto el té, para que la actualidad no me dé arcadas. Las páginas están ya de color beige. Tercera edición del 77. Se lo robé a mi padre de su biblioteca. Seguro que me ha perdonado porque sabe que el libro está en buenas manos y no acompañando cientos que ya nadie lee de todos los que quedan en su colección particular, esa que ya solo acumula polvo.


Me desayuno con Lorca y un escándalo político. Uno más. Fin.

Nélida L. De Estal Sastre

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