HABLEMOS
Ayuso tocada, Casado hundido
Carlos Domínguez
La clásica pillería del antiguo Bachillerato, con el par de alumnos jugando de tapadillo a los barcos en la consabida hoja cuadriculada, mientras el profe con la apatía de los años larga de lo suyo no sin hacer la vista gorda y esperando, o quizá no, las notas por llegar a la vuelta del trimestre, se parece bastante a la batallita montada para deleite enemigo por Casado y Ayuso, alboroto emitido como era de prever por unos y otros en titulares, entrevistas y apostillas prime time.
El rifirrafe e incluso el motivo, real o no pero en cualquier caso inoportuno sin prejuzgar ilegalidad alguna, con toda probabilidad inexistente de estar a la literalidad documental de lo que se haya suscrito, en el fondo es lo de menos. Lo fundamental es que en semejante barahúnda Ayuso ha perdido demasiados cuadritos, tocados más o menos al azar por las luminarias estratégicas casadistas, lo cual a medio o largo plazo podría truncar su carrera política. Mas lo que no se ha calculado en el mastodóntico buque insignia genovés es que, aun sin equivalencia posible, el falucho ayusista, tocado y amenazando con irse a pique, cuenta todavía con la artillería suficiente como para, desde el apoyo innegable del electorado y la opinión pública, hundir a Casado y el PP oficialista como primer partido de la oposición.
En este vodevil el presidente del partido popular y la presidenta de Madrid han demostrado que carecen de las dotes necesarias para dirigir la que de momento sigue siendo gran fuerza conservadora de la política nacional. Ni el Casado acusica ni la Ayuso del típico “yo no he sido” pueden aspirar al protagonismo y ascendiente imprescindibles para asumir las responsabilidades no ya de unas siglas, sino de la representación parlamentaria del sector mayoritario en lo sociológico y lo político de la ciudadanía. Ni talla ni temple por cualquier lado que se mire, carencia lamentable de quienes parecían encarnar, por separado o bien al alimón, la esperanza blanca de la derecha frente a la extrema izquierda socialista. Pero la cuestión es, si sobre los alumnos pende la amenaza del suspenso, tocado o hundido el currículo a causa de sus batallitas escolares, ¿qué hará con ellos un profe que de lelo no tiene ni tuvo nunca nada, ojo avizor desde la tarima al comprobar la bisoñez de tan pillines como ingenuos discípulos? De momento, alguien con mesa y plaza allá por el noroeste ha dictaminado en perfecto español que lo suyo es que los alumnos se sienten solitos, naturalmente sin intermediarios (o sea, él menos que nadie siquiera por ahorrarse la molestia de bajar de la tarima) para que con dulzura, sosiego y mucho talante ventilen sus cosicosas. Mas, entre tanto empalago y bálsamo, ¿a qué ojeo, nota y claustro anda el profe de larguísima cambiada y magisterio, ejerciendo sabiamente de tapado a la espera de que trimestre y curso venzan de una vez por todas? Suspensos incluidos. ¡Para septiembre, chicos, y ahí ya veremos!; Visto.
La clásica pillería del antiguo Bachillerato, con el par de alumnos jugando de tapadillo a los barcos en la consabida hoja cuadriculada, mientras el profe con la apatía de los años larga de lo suyo no sin hacer la vista gorda y esperando, o quizá no, las notas por llegar a la vuelta del trimestre, se parece bastante a la batallita montada para deleite enemigo por Casado y Ayuso, alboroto emitido como era de prever por unos y otros en titulares, entrevistas y apostillas prime time.
El rifirrafe e incluso el motivo, real o no pero en cualquier caso inoportuno sin prejuzgar ilegalidad alguna, con toda probabilidad inexistente de estar a la literalidad documental de lo que se haya suscrito, en el fondo es lo de menos. Lo fundamental es que en semejante barahúnda Ayuso ha perdido demasiados cuadritos, tocados más o menos al azar por las luminarias estratégicas casadistas, lo cual a medio o largo plazo podría truncar su carrera política. Mas lo que no se ha calculado en el mastodóntico buque insignia genovés es que, aun sin equivalencia posible, el falucho ayusista, tocado y amenazando con irse a pique, cuenta todavía con la artillería suficiente como para, desde el apoyo innegable del electorado y la opinión pública, hundir a Casado y el PP oficialista como primer partido de la oposición.
En este vodevil el presidente del partido popular y la presidenta de Madrid han demostrado que carecen de las dotes necesarias para dirigir la que de momento sigue siendo gran fuerza conservadora de la política nacional. Ni el Casado acusica ni la Ayuso del típico “yo no he sido” pueden aspirar al protagonismo y ascendiente imprescindibles para asumir las responsabilidades no ya de unas siglas, sino de la representación parlamentaria del sector mayoritario en lo sociológico y lo político de la ciudadanía. Ni talla ni temple por cualquier lado que se mire, carencia lamentable de quienes parecían encarnar, por separado o bien al alimón, la esperanza blanca de la derecha frente a la extrema izquierda socialista. Pero la cuestión es, si sobre los alumnos pende la amenaza del suspenso, tocado o hundido el currículo a causa de sus batallitas escolares, ¿qué hará con ellos un profe que de lelo no tiene ni tuvo nunca nada, ojo avizor desde la tarima al comprobar la bisoñez de tan pillines como ingenuos discípulos? De momento, alguien con mesa y plaza allá por el noroeste ha dictaminado en perfecto español que lo suyo es que los alumnos se sienten solitos, naturalmente sin intermediarios (o sea, él menos que nadie siquiera por ahorrarse la molestia de bajar de la tarima) para que con dulzura, sosiego y mucho talante ventilen sus cosicosas. Mas, entre tanto empalago y bálsamo, ¿a qué ojeo, nota y claustro anda el profe de larguísima cambiada y magisterio, ejerciendo sabiamente de tapado a la espera de que trimestre y curso venzan de una vez por todas? Suspensos incluidos. ¡Para septiembre, chicos, y ahí ya veremos!; Visto.






























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