Domingo, 14 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Lunes, 07 de Marzo de 2022
FILOSOFÍAS PROPIAS

Occidente pierde toda su ascendencia moral y ética

[Img #63167]Occidente, nuestra civilización, ha perdido toda ascendencia moral y ética en este loco, loco, loco mundo en el que vivimos. Sociedades que cabalgan en el corcel de la pena, al trote de la  tristeza y la  melancolía, jamás podrán ser el paradigma de los países del tercer mundo. Aquí ocupa la jerarquía del poder el dinero, el vil letal. Las naciones del primer mundo, desde Estados Unidos a Europa, han ido perdiendo, desde el final de la II Guerra Mundial, sus ideales democráticos, reducidos a márketing, a pura imagen, a hipocresía. Nunca como en este 2022 los presidentes de todos los estados del mundo libre alcanzaron tal orfandad intelectual y ética. Las componendas e intereses económicos pueden más que una invasión totalitaria de una nación de 44 millones de habitantes. Media Europa vive del gas ruso, del trigo ucraniano, del aceite de girasol y otros productos esenciales  que se cosechan y transforman  en aquellas tierras ahora mancilladas por unos de los ejércitos más poderosos que conoció la Humanidad en lo que definimos  por Historia.

 

Occidente acabó con el nacional-socialismo alemán y el fascismo italiano, pero permitió que la peste roja sobreviviese, en la teoría y en la práctica, hasta formar parte de esa quinta columna que ha horado la libertad desde las vísceras de nuestras sociedades. Fue, es y será el caballo de Troya que ha destruido nuestra forma de vivir, nuestro amor por la libertad, nuestro futuro.

 

La derrota moral e intelectual de la URSS no ha servido para nada. No era el fin de la historia, como proclamó Fukuyama en 1992. El marxismo, comprobado que el proletariado nunca fue la clase revolucionaria, ha buscado liderar cualquier movimiento social para deformarlo, armarlo y subvencionarlo con el objetivo de socavar toda sociedad democrática.

 

El comunismo ha sufrido una sutil metamorfosis,  crisálida del mal, nuevo fe sin dios, cual el gusano de seda, para aparecer como lo que no es, pero sigue siendo: totalitarismo, guerra doméstica para silenciar cualquier crítica, purgas, asesinatos, y después convertir a su anacrónica filosofía a minorías que funcionan como parásitos en naciones libres. 

 

La desgracia es que los que amamos la libertad,  sabemos que no existe un líder mundial, con carisma, ni  lo son el actual papa de Roma, un tanguista sin bandoneón;  ni el presidente momificado de USA, ni la endeble presidenta de la Unión Europea,  poseen talla intelectual ni predicamento ético para detener la invasión rusa de Ucrania. China va a lo suyo, a seguir comerciando con todos; La India, otra superpotencia, con bomba atómica, bastantes problemas tiene con sus castas. La sociedad occidental, como la española, desconoce qué es la solidaridad,  el altruismo, la filantropía; se elige el egoísmo, la ingratitud, la felonía, la infidelidad, contempladas como virtudes para triunfar en la política, la banca y la empresa.

 

Se compra petróleo a regímenes feudales, como Arabia y los países del Golfo Pérsico, a la teocracia iraní y al socialfascismo venezolano. En las Naciones Unidas tienen representación dictaduras brutales; a China, 1.300 millones de consumidores, se le permite que cometer  un genocidio con la minoría uigur, porque Estados Unidos y Europa siguen vendiéndole sus productos. Todo es una farsa.

 

Los pueblos de naciones occidentales pierden las horas delante de televisiones donde se les cuentan las vidas de famosos crápulas y rijosos, de heteras y proxenetas; pero apenas se ofrecen programas para hablar de filosofía, de literatura, de historia. Se utiliza el deporte y se potencian clubes con capitales desconocidos para que las masas se olviden de la situación económica y social y admiren a futbolistas, casi siempre incultos, multimillonarios. La sociedad ha perdido su capacidad para preguntarse, analizar y sacar conclusiones. El poder económico, al que representan los políticos, sus capataces, ha alcanzado sus últimos objetivos: el ser humano digiere la mentira perfectamente. Hace la digestión de los embustes sin aerofagia ni hernias de hiato. Ya no piensa. Ya no se rebela. Ya no se pregunta. Obedece. Y no sabe por qué.

 

La quiebra ética, además, siempre precede al caos económico y social. Cuando se carece de valores superiores, al poder le resulta extremadamente sencillo captar el espíritu de una sociedad inerme, pacata y desestructurada.  Una vez transformada esta civilización en rebaño humano, los políticos, pastores del poder, con los canes de los medios de comunicación, ya han construido rediles y pesebres para controlar al individuo rebelde, con personalidad, que rechaza todo gregarismo, característica propia de los regímenes totalitarios.

 

Occidente, pues perdió toda su ascendencia moral para señalar el camino hacia una sociedad libre, abierta, donde primen la verdad, el talento y la bondad. Vivimos la decadencia de una forma de vivir, el final de una civilización y el finiquito de la libertad. Es la hora del nuevo totalitarismo, de un Estado al servicio de las grandes oligarquías mundiales. El comunismo, travestido,  ha derrotado al capitalismo, extrayendo los peores vicios de ese sistema y apoderándose de las almas, una vez que los cuerpos pacen en los prados de la ignorancia.

 ,Eugenio-Jesús de Ávila

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