FALACIAS
Y si la invasión de Ucrania se hubiese pactado con EE.UU.
La invasión rusa de Ucrania descubre que Estados Unidos pasa de Europa, excepción de Inglaterra e Irlanda; que solo le importa el negocio, de ahí su acercamiento al dictador patético Maduro, y que, si, en un momento determinado lo considera oportuno, invadirá alguna nación que le moleste porque representa un peligro para sus intereses. Si Rusia ha entrado en Ucrania sin pedir permiso, USA podría imitar a Putin, dado que nadie, más allá de la retórica pacifista, el no a la guerra y medidas económicas duras contra Rusia, declaró la guerra a la nación más grande del orbe. Por cierto, si el ejército norteamericano invadiera Cuba, como ha hecho Rusia en Ucrania, ¿los pacifistas españoles pedirían a los cubanos que no se rebelasen, que dijesen no a la guerra?.
Estados Unidos y Rusia se han repartido el mundo. La guerra en Ucrania quizá estuviera pactada entre Putin y sus oligarcas y las grandes multinacionales norteamericanas. Ambos tienen un enemigo común, China, que, por ahora, tampoco se molesta en invadir, verbigracia, Mongolia, Corea del Norte, Taiwan, porque le interesan más sus negocios con occidente.
Europa no es nadie y España, menos. Alemania, nación exportadora, sin energía propia, depende para seguir ocupando el liderazgo económico del viejo continente, de Rusia. Y no olvido que Hitler perdió la guerra, además de por su errores descomunales, por buscar el petróleo en la Unión Soviética.
Si ahora quisiera, Putin podría ocasionar graves problemas sociales a las grandes naciones europeas. Con cortar el gas, le valdría. ¿Cuánto tiempo aguantarían en Europa sin calefacciones en las casas? ¿Cuántas grandes firmas, fábricas de automóviles y electrodomésticos tendrían que cerrar, dejando en la calle a millones de trabajadores?
La sociedad europea, por el miedo al cambio climático, con una fortísima contestación por parte de partidos de ultraizquierda y movimientos ecologistas, se ha rendido a las potencias emergentes, que siguen contaminando, pero crecen y se desarrollan hasta liderar el mundo.
En España, un país sin petróleo, ya sin carbón, sin posibilidad de explotaciones mineras, se desmontará las pocas nucleares que existen, pero no se construirán otras nuevas, aunque Europa las considera energía verde, porque esas formaciones de ultraizquierda y los ecologistas radicales lo venderían como un peligro máximo para la nación.
De tal manera, se hace el juego a Rusia, donde la sociedad todavía vive en un régimen que no es homologable a una democracia avanzada, donde unos cuantos ex altos cargos soviéticos, los amigos de Putin, definidos como oligarcas, impiden que los ciudadanos soviéticos alcancen el bienestar de las grandes naciones europeas. Y si alguien se le ocurre protestar contra la guerra en Ucrania, acabará condenado a años y años de cárcel.
Hace más de 80 años, las democracias europeas, Gran Bretaña y Francia, declararon la guerra a Alemania, tras invadir Polonia. Curiosamente, no a la URSS, que se quedó con la parte oriental de la nación polaca. Hoy, los dirigentes europeos, como Borrell, se llenan la boca, retórica, con amenazas y medidas económicas contra Rusia. Ahora, cuando llega el silencio, la población civil ucraniana sigue muriendo por su nación o huyendo de los jinetes del Apocalipsis, sin que las potencias europeas se atrevan a combatir a las fuerzas bélicas rusas. En Europa ya no hay un Churchill, ni nadie quiere dar la sangre por los ciudadanos de una democracia, ni derramar un sola gota de sudor por la libertad, pero sí contemplaremos a plañideras políticas llorando por el genocidio ucroniano.
Un detalle. El gobierno de Ucrania habla de miles de soldados rusos muertos. Pues no he visto llegar féretros a Móscú con cadáveres de sus militares. Tampoco he contemplado ese mismo efecto en las ciudades invadidas.
Eugenio-Jesús de Ávila
La invasión rusa de Ucrania descubre que Estados Unidos pasa de Europa, excepción de Inglaterra e Irlanda; que solo le importa el negocio, de ahí su acercamiento al dictador patético Maduro, y que, si, en un momento determinado lo considera oportuno, invadirá alguna nación que le moleste porque representa un peligro para sus intereses. Si Rusia ha entrado en Ucrania sin pedir permiso, USA podría imitar a Putin, dado que nadie, más allá de la retórica pacifista, el no a la guerra y medidas económicas duras contra Rusia, declaró la guerra a la nación más grande del orbe. Por cierto, si el ejército norteamericano invadiera Cuba, como ha hecho Rusia en Ucrania, ¿los pacifistas españoles pedirían a los cubanos que no se rebelasen, que dijesen no a la guerra?.
Estados Unidos y Rusia se han repartido el mundo. La guerra en Ucrania quizá estuviera pactada entre Putin y sus oligarcas y las grandes multinacionales norteamericanas. Ambos tienen un enemigo común, China, que, por ahora, tampoco se molesta en invadir, verbigracia, Mongolia, Corea del Norte, Taiwan, porque le interesan más sus negocios con occidente.
Europa no es nadie y España, menos. Alemania, nación exportadora, sin energía propia, depende para seguir ocupando el liderazgo económico del viejo continente, de Rusia. Y no olvido que Hitler perdió la guerra, además de por su errores descomunales, por buscar el petróleo en la Unión Soviética.
Si ahora quisiera, Putin podría ocasionar graves problemas sociales a las grandes naciones europeas. Con cortar el gas, le valdría. ¿Cuánto tiempo aguantarían en Europa sin calefacciones en las casas? ¿Cuántas grandes firmas, fábricas de automóviles y electrodomésticos tendrían que cerrar, dejando en la calle a millones de trabajadores?
La sociedad europea, por el miedo al cambio climático, con una fortísima contestación por parte de partidos de ultraizquierda y movimientos ecologistas, se ha rendido a las potencias emergentes, que siguen contaminando, pero crecen y se desarrollan hasta liderar el mundo.
En España, un país sin petróleo, ya sin carbón, sin posibilidad de explotaciones mineras, se desmontará las pocas nucleares que existen, pero no se construirán otras nuevas, aunque Europa las considera energía verde, porque esas formaciones de ultraizquierda y los ecologistas radicales lo venderían como un peligro máximo para la nación.
De tal manera, se hace el juego a Rusia, donde la sociedad todavía vive en un régimen que no es homologable a una democracia avanzada, donde unos cuantos ex altos cargos soviéticos, los amigos de Putin, definidos como oligarcas, impiden que los ciudadanos soviéticos alcancen el bienestar de las grandes naciones europeas. Y si alguien se le ocurre protestar contra la guerra en Ucrania, acabará condenado a años y años de cárcel.
Hace más de 80 años, las democracias europeas, Gran Bretaña y Francia, declararon la guerra a Alemania, tras invadir Polonia. Curiosamente, no a la URSS, que se quedó con la parte oriental de la nación polaca. Hoy, los dirigentes europeos, como Borrell, se llenan la boca, retórica, con amenazas y medidas económicas contra Rusia. Ahora, cuando llega el silencio, la población civil ucraniana sigue muriendo por su nación o huyendo de los jinetes del Apocalipsis, sin que las potencias europeas se atrevan a combatir a las fuerzas bélicas rusas. En Europa ya no hay un Churchill, ni nadie quiere dar la sangre por los ciudadanos de una democracia, ni derramar un sola gota de sudor por la libertad, pero sí contemplaremos a plañideras políticas llorando por el genocidio ucroniano.
Un detalle. El gobierno de Ucrania habla de miles de soldados rusos muertos. Pues no he visto llegar féretros a Móscú con cadáveres de sus militares. Tampoco he contemplado ese mismo efecto en las ciudades invadidas.
Eugenio-Jesús de Ávila

























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.34