Redacción
Viernes, 01 de Abril de 2022
HABLEMOS

La estafa de la sostenibilidad: de la trapería a la chatarrería

Carlos Domínguez

[Img #64240]   Simplemente echando una ojeada al vertedero cultural, idiomático, estético y  moral del medio televisivo, cualquiera se pregunta qué y quién se esconde detrás de campañas publicitarias masivas, necesitadas de inversiones ingentes para mantener tal nivel de propaganda, sobre la bondad de la segunda mano en versión trapera o chatarrera, supondremos, aunque quizá sea mucho suponer, bragas y calzones excluidos; ¿o también, y por aprovechar que no quede?

 

   Bajo un atuendo, imagen, pose y gestualidad vomitivos en lo que trasladan de ingenuidad calculadamente estúpida, personajes publicitarios femeninos de mucho oficio y más teatro pretenden convencer al gran público de la necesidad de reutilizar, reusar y reciclar en aras de la majadería ecológica y la muy fructífera mamandurria de la sostenibilidad. O sea, de la vida natural del taparrabos, de una economía cazadora recolectora, del botijillo neolítico y de una riqueza venida no de la mano del trabajo diario o el desarrollo industrial, sino llovida del cielo en forma de maná gratuito; resumiendo, algo parecido a la arcadia feliz del majadero genocida de Rousseau, con su historieta progresista del buen salvaje pasando por alto, claro está, los rituales sacrificiales de miles de inocentes, incluidos niños, dentro de las muy ecológicas y sostenibles culturas precolombinas, por poner un ejemplo. 

 

   Al propugnar una vida de trapería y chatarrería según la hedionda y mugrienta Agenda 20/30, la desvergüenza de la actual progresía, en lo esencial facciones socialistas y comunistas alineadas con la mejor tradición estalinista, no tiene límites especialmente dando por hecho que sus profetillas, socialburócratas y casta política de cargo, poltrona y nómina galáctica, jamás van a practicar la bondad de sus evangelios, atrincherados en  casoplones, chalés, urbanizaciones de lujo y, llegado el caso con puerta giratoria, consejo de administración y jet privado, porque para eso lo valen y merecen.

 

   A todo ciudadano con un mínimo de edad, experiencia y sentido común, le importan una higa las mamarrachadas ecológicas de la sostenibilidad, resiliencia e inventicos varios, entre el botijillo y el sílex, disfrazados, eso sí, de avances sin parangón bajo una charlatanería digna de la más supina imbecilidad. Pero seguramente no ocurre igual con una juventud si no chiquillería crédula e idiotizada, a causa del móvil, internet y una educación convertida en vulgar aparato de propaganda al servicio de las nuevas ideologías. Junto a los ocultos intereses económicos que pudiera haber tras semejantes montajes, lo cierto es que éstos responden a claros objetivos ideológicos. El peligro de manipulación contra todo lo que represente libertad individual pasa por destruir/desacreditar la propiedad privada, como bien legítimamente adquirido y disfrutado por la persona con independencia de cualquier falso compromiso social o moral para con la humanidad, el planeta o la naturaleza, desde su variopinta y repugnante fauna.

 

   ¡Ciudadano: compra, usa, disfruta de lo tuyo aprovechándolo para ti y tu beneficio en la mayor medida que puedas! Después, al contenedor y vertedero que te parezca, pues por reciclaje y mamandurrias ecologetas ya pagas lo tuyo vía impuestos, en beneficio de chollo y momio de los profetillas de la cosa. Y como ya se dijo en esta columna, siempre hasta donde la ley te permita, en ejercicio de tu libertad consume… y resiste.

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