Sábado, 06 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Jueves, 07 de Abril de 2022
RES PÚBLICA

Política y políticos

[Img #64417]Amo política, una de las actividades humanas más hermosas, pero desconfío de los políticos. Siempre hay excepciones. A la política, ese sentimiento superior, acceden hombres y mujeres, mediocres en sus profesiones, muchos de ellos funcionarios del nepotismo, que buscan en la res pública un ascenso social, poder para ejercerlo en beneficio propio, de sus familiares y amigos, después de colocar la ética en la base de su escala de valores y la felonía como arma indispensable para alcanzar sus objetivos.

 

Hubiera sido político por amor a mi patria, por  sacar a Zamora y los zamoranos de la depresión económica, la miseria cultural y la decadencia demográfica. No encontré partido acorde a mi ideología. Toda institución humana  que busca el poder y necesita el dinero para alimentar a sus lacayos, huestes, militancia, se degrada, se corrompe,  degenera. Siento confesar que mi carrera política hubiese concluido antes que la de sacerdote católico. Y lo escribe un ateo. Sin más.  De hecho, conocí muchos curas que entraron en política, más en partido de izquierdas. Los políticos son gente muy religiosa.

 

Asistí, ha mucho tiempo, al linchamiento que el PP ejecutó sobre uno de sus políticos, el más honrado y laborioso que conocí. Todo porque cumplió con la ley. Si hubiera sido tuerto ante la corrupción, ligero con las ordenanzas y mudo frente a la injusticia, habría ocupado importantes cargos en la res pública. La pena lo mató. La impotencia de contemplar como el mal vence y el bien cae derrotado sobre el campo de batalla.

 

Todavía hay jóvenes que entran en política para poner en práctica sus ideas. Son minoría. Temo por ellos. Cuando denuncien injusticias, abusos, desafueros, sectarismo, parcialidad, se iniciará su camino hacia el ostracismo político. Su carrera en la res pública concluirá, como privilegio singular, en alguna Concejalía con presupuesto recortado. Ahora bien, si ese mozalbete o chiquilla muestra dotes para la coba, la retórica, la felonía, la hipocresía, alcanzará altas cotas en su formación política y podrá vivir del partido y sus prebendas hasta su jubilación.

 

Porque, desengáñese, para el político el pueblo es una excusa. En un estado democrático, a través de los medios de comunicación, controlados por el poder político, a su vez dependientes del poder económico, se convoca al ciudadano a las urnas para que rubriquen con el voto el engaño de una democracia como la nuestra, la española.  En las dictaduras comunistas, no hay ciudadanos, solo súbditos, masa, silencio; privilegios para las castas dirigentes. Las urnas no se necesitan. Libertad ¿para qué?

 

En las democracias occidentales, que solo surgen del capitalismo, se nos hace creer que somos libres, que ponemos y quitamos gobiernos. Mentira. En las dictaduras comunistas no es necesario engañar a nadie. El pueblo ya sabe cuál es su papel: el de hormiga o abeja en una sociedad humana; números en una encerado. Nada. Un buen borrador deja limpia la pizarra.  Aquí, en democracia, somos libres para morirnos de hambre, aunque siempre nos encontraremos con Cáritas. Unos pocos controlan las limosnas, ejercen la misericordia y aumentan su patrimonio personal. Una mayoría se conforma con votar de cuando en cuando, o, como en España, cuando quieren los partidos políticos; cobrar el subsidio de desempleo, una pensión con la que no llega a final de mes y ver partidos de fútbol por televisión, siempre que tengo dinero para pagar a los multimillonarios que controlan los medios de comunicación.

 

Si los políticos hicieran política, construirían una sociedad equitativa, libre, recta y justa. Los políticos malos siempre convierten la política en algo peor. Los políticos buenos siempre encuentran un Bruto que cortan su carrera hacia el bien.  Aclaro: un buen político no puede ser mala persona, y un canalla persona nunca podrá ser un buen político.

 

Si eres buena gente, te aconsejo te vacunes contra la mentira, la hipocresía, la traición y la ignominia, si quieres hacer carrera política.

Eugenio-Jesús de Ávila

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