SECUELAS
Regresó el botellón de la madrugada del Viernes Santo
Se repite la imagen menos agradable de la semana santa zamorana.
Sin que se tomaran medidas para impedirlo, puesto que no estaba convocado esgrimía el alcalde, un año más y tras dos de ausencia se celebró el botellón de viernes santo. No se encontraba anunciado, luego nada se podía hacer para impedirlo, aunque sí que se pudo vallar el parque de San Martín de arriba, proteger la escultura del amigo que adorna junto a la muralla, colocar urinarios portátiles y proceder a la limpieza amaneciendo de los restos por el servicio de jardines. Pura incongruencia, basada en una excusa infantil, porque sobre ciertas cosas y solo con sospechas o simple indicios se actúa, ¡cómo no impedir a vándalos que realicen sus fechorías solo porque no han hecho convocatoria de la misma! ¿Qué pasará cuándo se enteren que si no se convoca, no hay posibilidad de impedimento en esta ciudad?
Con la música que brotaba de los coches aparcados abajo, y que arriba entre el bullicio ni se apreciaba, bebieron y bebieron, y miccionaron y miccionaron, unas en los baños portátiles, unos también, otros en los troncos de los árboles, o en la pared de la fuente. Un cuarto de hora antes de las seis llegaban, los operarios para vaciar, y retirar los servicios instalados cerca de la carretera, aunque alguno aun a esas horas tenía que hacer uso de ellos, antes de que se los llevaran. Después,ya se apañarían.
Llegando las ocho de la mañana los trabajadores, de mantenimiento de jardines, llegaban para retirar la basura dejada por los participantes, bolsas reutilizables para las que su vida acabó ya, botellas de plástico conteniendo naranja, limón y cola, junto con otras de vidrio con restos de bebidas alcohólicas, eran amontonadas, por los cuatro operarios a los que les tocó trabajar ese día. Previamente, las que se encontraban más llenas, ya habían sido retirados, por algunos habituales, que tras una inspección del lugar se las llevaron, siempre mejor que para acabar en la basura.
Faltó gente, unos porque ni a las procesiones han venido, otros porque la edad ya le ha hecho buscar nuevas compromisos sociales, cuestión de parejas. Pero también, como en las cofradías hubo nuevas incorporaciones, que después de dos años sin poder, en este ya se podía.
Sobra decir, que los bares estaban abiertos, prestando el servicio ante tanta demanda. Y, como parte positiva, que concentrados en un solo punto, no se produjeron otros botellones, con lo cual los servicios de limpieza, lo tuvieron más fácil.
Manuel Herrero Alonso
Sin que se tomaran medidas para impedirlo, puesto que no estaba convocado esgrimía el alcalde, un año más y tras dos de ausencia se celebró el botellón de viernes santo. No se encontraba anunciado, luego nada se podía hacer para impedirlo, aunque sí que se pudo vallar el parque de San Martín de arriba, proteger la escultura del amigo que adorna junto a la muralla, colocar urinarios portátiles y proceder a la limpieza amaneciendo de los restos por el servicio de jardines. Pura incongruencia, basada en una excusa infantil, porque sobre ciertas cosas y solo con sospechas o simple indicios se actúa, ¡cómo no impedir a vándalos que realicen sus fechorías solo porque no han hecho convocatoria de la misma! ¿Qué pasará cuándo se enteren que si no se convoca, no hay posibilidad de impedimento en esta ciudad?
Con la música que brotaba de los coches aparcados abajo, y que arriba entre el bullicio ni se apreciaba, bebieron y bebieron, y miccionaron y miccionaron, unas en los baños portátiles, unos también, otros en los troncos de los árboles, o en la pared de la fuente. Un cuarto de hora antes de las seis llegaban, los operarios para vaciar, y retirar los servicios instalados cerca de la carretera, aunque alguno aun a esas horas tenía que hacer uso de ellos, antes de que se los llevaran. Después,ya se apañarían.
Llegando las ocho de la mañana los trabajadores, de mantenimiento de jardines, llegaban para retirar la basura dejada por los participantes, bolsas reutilizables para las que su vida acabó ya, botellas de plástico conteniendo naranja, limón y cola, junto con otras de vidrio con restos de bebidas alcohólicas, eran amontonadas, por los cuatro operarios a los que les tocó trabajar ese día. Previamente, las que se encontraban más llenas, ya habían sido retirados, por algunos habituales, que tras una inspección del lugar se las llevaron, siempre mejor que para acabar en la basura.
Faltó gente, unos porque ni a las procesiones han venido, otros porque la edad ya le ha hecho buscar nuevas compromisos sociales, cuestión de parejas. Pero también, como en las cofradías hubo nuevas incorporaciones, que después de dos años sin poder, en este ya se podía.
Sobra decir, que los bares estaban abiertos, prestando el servicio ante tanta demanda. Y, como parte positiva, que concentrados en un solo punto, no se produjeron otros botellones, con lo cual los servicios de limpieza, lo tuvieron más fácil.
Manuel Herrero Alonso
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