PRIMERA RFEF
El Zamora se deja la permanencia al ser incapaz de ganar al Tudelano: 0-0
Los rojiblancos cuajaron un extraordinaria primera parte, en la que lanzaron dos balones contra la madera y convirtieron al meta navarro en el mejor de su equipo, al realizar cuatro intervenciones excepcionales
¡Cuánto penar para morirse uno! Verso de Miguel Hernández, poeta de la tristeza, en su poema “Umbrío por la pena”. Para el Zamora CF, pena es su paz y pena su batalla. Esta tarde, dominada por Eolo, gran enemigo del fútbol y los toros, los rojiblancos cuajaron una excelente primera mitad: triangularon, enhebraron acciones desde el centro del campo, entraron por ambas bandas, lanzaron dos balones a la madera, tras extraordinarios disparos de Jorge Fernández y Baselga, producto de grandes jugadas, y el portero visitante, un tipo de dos metros, de verde botella, realizó cuatro intervenciones extraordinarias y mandó siempre en su área.
Ya lo he escrito: el Zamora necesita jugar un gran fútbol para ganar. Hoy, su primera parte me pareció de lo mejor de la temporada. Bajó algo en la segunda, pero fue muy superior a un Tudelano que apenas disparó a puerta, aunque pudo marcar en dos situaciones clarísimas que desperdiciaron sus delanteros. Pero los navarros, como casi todos los equipos de esta categoría, presentan equipos con futbolistas de gran envergadura, que ganan a los rojiblancos en el juego aéreo y en el cuerpo a cuerpo y, además, entran duro. En el Zamora falta agresividad, dureza, fuerza. Por arriba todos los rivales derrotan a los rojiblancos cuando se trata del fútbol estático. Sin furia, sin dureza, sin suerte, sin poderío aéreo y físico, hay poco que esperar. De ahí que un equipo con estos defectos, como es el rojiblanco, se vea obligado a jugar un gran fútbol para ganar sus partidos.
Yago Iglesias confió en el once inicial que ganó en La Malata. Lógico. Y sus jugadores no defraudaron, porque mandaron en el campo, entraron bien por las bandas, dispararon con fuerza y contundencia. Pero faltaron buenos centros y un hombre que comprometiera a los centrales navarros. Si bien Dangou supo jugar al desmarque y crear peligro en el área rival. Pero como por arriba no se supera a nadie, ni en saques de esquina ni en falta laterales, se fio el éxito a un Baselga muy habilidosos, a los disparos de Jorge Fernandez y al buen fútbol de Dani Hernández y Luque, más las penetraciones por la derecha de César Yanis y Parra. Los dos laterales del Zamora jugaron más en ataque que en defensa, como si fueran extremos.
Pero tras dos disparos al poste y larguero, y paradas increíbles de Zabal, la primera parte concluía sin goles.
Tras el descanso, primer cambio en el Tudelano y el Zamora buscando el gol. Quizá se perdiera calidad en las acciones de ataque, sobre todo porque se centra muy mal y ese último pase nunca llega a su destino, y, además, a medida que Cronos se come el tiempo, los rojiblancos se ponen nerviosos y no salen las cosas como piensan.
En el ecuador de la segunda entrega, Yago Iglesias decidió realizar los primeros cambios: entraron Ramos y Diego por Dani Hernández y Dongou, que quizá debió seguir sobre el césped, porque constituía peligro para la zaga rival. Cambió poco el panorama. No obstante, el Zamora ya no creaba ocasiones tan claras. Y el tiempo se consumía. Y el desasosiego aumentaba en el campo y en las gradas.
El técnico gallego realizaba otros tres cambios de golpe, buscando ese gol salvador. Se iban Luque, Baselga y Yanis, sustituidos por Kepa, Losada y Navas.
Los rojiblancos lo volvieron a intentar en ese tramo final, con un lanzamiento formidable de Jorge al que puso rúbrica el meta navarro con una parada genial. El Zamora, volcado en el área rival, permitió algunos contragolpes, que pudieron acabar en gol.
El técnico del Tudelano también agotó sus cambios, más para perder tiempo que por inyectar sangre nueva a su equipo. Cuatro minutos de descuento en los que esa impotencia para marcar se hizo patente.
Este Zamora parece condenado al descenso. Injusto. Quizá. Pero ni existe la justicia en nuestra sociedad, ni, por ende, en el fútbol. No obstante, en una competición tan igualada todo es posible. Esta tarde noche quedo patente que este equipo posee un déficit grave en ataque y en envergadura física, factores esenciales en esta categoría, donde todos los equipos presentan plantillas superiores físicamente, peligrosas en el fútbol estático y poderosas en defensa y, por supuesto, entran muy fuerte, más si el árbitro, como el mindundi cántabro que hoy nos tocó en suerte, permite a los rivales del Zamora entrar casi siempre en falta y guardarse las amarillas para otra ocasión.
¡Cuánto penar para morirse uno! Verso de Miguel Hernández, poeta de la tristeza, en su poema “Umbrío por la pena”. Para el Zamora CF, pena es su paz y pena su batalla. Esta tarde, dominada por Eolo, gran enemigo del fútbol y los toros, los rojiblancos cuajaron una excelente primera mitad: triangularon, enhebraron acciones desde el centro del campo, entraron por ambas bandas, lanzaron dos balones a la madera, tras extraordinarios disparos de Jorge Fernández y Baselga, producto de grandes jugadas, y el portero visitante, un tipo de dos metros, de verde botella, realizó cuatro intervenciones extraordinarias y mandó siempre en su área.
Ya lo he escrito: el Zamora necesita jugar un gran fútbol para ganar. Hoy, su primera parte me pareció de lo mejor de la temporada. Bajó algo en la segunda, pero fue muy superior a un Tudelano que apenas disparó a puerta, aunque pudo marcar en dos situaciones clarísimas que desperdiciaron sus delanteros. Pero los navarros, como casi todos los equipos de esta categoría, presentan equipos con futbolistas de gran envergadura, que ganan a los rojiblancos en el juego aéreo y en el cuerpo a cuerpo y, además, entran duro. En el Zamora falta agresividad, dureza, fuerza. Por arriba todos los rivales derrotan a los rojiblancos cuando se trata del fútbol estático. Sin furia, sin dureza, sin suerte, sin poderío aéreo y físico, hay poco que esperar. De ahí que un equipo con estos defectos, como es el rojiblanco, se vea obligado a jugar un gran fútbol para ganar sus partidos.
Yago Iglesias confió en el once inicial que ganó en La Malata. Lógico. Y sus jugadores no defraudaron, porque mandaron en el campo, entraron bien por las bandas, dispararon con fuerza y contundencia. Pero faltaron buenos centros y un hombre que comprometiera a los centrales navarros. Si bien Dangou supo jugar al desmarque y crear peligro en el área rival. Pero como por arriba no se supera a nadie, ni en saques de esquina ni en falta laterales, se fio el éxito a un Baselga muy habilidosos, a los disparos de Jorge Fernandez y al buen fútbol de Dani Hernández y Luque, más las penetraciones por la derecha de César Yanis y Parra. Los dos laterales del Zamora jugaron más en ataque que en defensa, como si fueran extremos.
Pero tras dos disparos al poste y larguero, y paradas increíbles de Zabal, la primera parte concluía sin goles.
Tras el descanso, primer cambio en el Tudelano y el Zamora buscando el gol. Quizá se perdiera calidad en las acciones de ataque, sobre todo porque se centra muy mal y ese último pase nunca llega a su destino, y, además, a medida que Cronos se come el tiempo, los rojiblancos se ponen nerviosos y no salen las cosas como piensan.
En el ecuador de la segunda entrega, Yago Iglesias decidió realizar los primeros cambios: entraron Ramos y Diego por Dani Hernández y Dongou, que quizá debió seguir sobre el césped, porque constituía peligro para la zaga rival. Cambió poco el panorama. No obstante, el Zamora ya no creaba ocasiones tan claras. Y el tiempo se consumía. Y el desasosiego aumentaba en el campo y en las gradas.
El técnico gallego realizaba otros tres cambios de golpe, buscando ese gol salvador. Se iban Luque, Baselga y Yanis, sustituidos por Kepa, Losada y Navas.
Los rojiblancos lo volvieron a intentar en ese tramo final, con un lanzamiento formidable de Jorge al que puso rúbrica el meta navarro con una parada genial. El Zamora, volcado en el área rival, permitió algunos contragolpes, que pudieron acabar en gol.
El técnico del Tudelano también agotó sus cambios, más para perder tiempo que por inyectar sangre nueva a su equipo. Cuatro minutos de descuento en los que esa impotencia para marcar se hizo patente.
Este Zamora parece condenado al descenso. Injusto. Quizá. Pero ni existe la justicia en nuestra sociedad, ni, por ende, en el fútbol. No obstante, en una competición tan igualada todo es posible. Esta tarde noche quedo patente que este equipo posee un déficit grave en ataque y en envergadura física, factores esenciales en esta categoría, donde todos los equipos presentan plantillas superiores físicamente, peligrosas en el fútbol estático y poderosas en defensa y, por supuesto, entran muy fuerte, más si el árbitro, como el mindundi cántabro que hoy nos tocó en suerte, permite a los rivales del Zamora entrar casi siempre en falta y guardarse las amarillas para otra ocasión.



















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