Debajo del paso

Después de superar la resaca de la Semana Santa, tanto metafórica como literalmente, todavía retumban en mis oídos desde debajo de los pasos la voz rota y penetrante de los hermanos cargadores que se unen como un río de musica lúgubre y sentimental a las bandas que les acompañan creando alrededor de cada uno de ellos un misticismo que todavía no he vuelto a encontrar en ningún otro monumento, festividad o cosa que se le asemeje.

La “carga” en una sociedad cada vez menos religiosa, y si me apuras aun menos católica, se ha convertido en una forma fundamental de crear vínculos entre los ciudadanos de la ciudad levítica. Estos vínculos de los que hablo son un animal en peligro de extinción en un mundo cada vez más egoísta e individual que intenta acabar por oxidarlos-¿o es que creéis que el obrero del siglo XIX se levanto contra el sistema principalmente por la defensa de unos ideales?, no se levantaban por sus hijos, para que sus hijos no viviesen las condiciones con la que ellos habían tenido que convivir, por el amor hacia ellos-. Son estos vínculos que se esperan tanto tiempo con una paciente ternura los que inspiran a cada cargador, la sensación de renuncia de uno mismo para pasar a formar parte de un conjunto, cargadores y paso se mimetizan en un todo, como un milagro, como la instantánea única e irrepetible de lo bello y lo fugaz.

Debajo del Paso buscas un rostro, el de un padre en su último año de carga al cual se le desborda una lagrima, el del solitario cuya abuela donó la mesa hace un porrón de años y cuyo nombre aún está grabado, el del adolescente en su primera vez que no sabe muy bien cómo seguir el ritmo. Variedad de cuerpos se encuentran debajo de La Conducción, Las Tres Marías,

El cinco de copas … con ese olor a aguardiente y aceitadas, ese ambiente que se mueve entre la juventud y la vejez, con pensamientos políticos opuestos, con tantas diferencias entre cada uno que se desvanecen porque no son importantes. Lo importante es, como en el caso del obrero, lo que inspira a cada ser que se encuentra ahí abajo, el amor común por su Paso lo que recae en un amor común entre ellos. A mi entender una de las formas de conseguir que nuestra Semana Santa ( y nuestra sociedad) se mantenga en el lugar que le corresponde es
defendiendo estos vínculos y fortaleciéndolos . Nuestra naturaleza necesita más que productividad y estímulos.

Más que distracción. Lo que sucede debajo del paso ,además de lo anterior, es que ofrece comprensión, consuelo. El Paso nos viene a decir en un última instancia tranquilo, no estás solo.

Ahora me tomaré un ibuprofeno, creo que me ha vuelto la resaca.

Lucas Enríquez