DENUNCIAS
San Isidro: el peligro está en la calle
En el barrio, es difícil la convivencia de peatones y vehículos, por una orografía difícil, de la que no debe desvincularse el Ayuntamiento, que también es responsable
El pasado fin de semana un atropello, que quedó en poco más que un susto, volvió a poner de relieve lo mal que lo tienen los peatones en el barrio de San isidro. Aparte del esfuerzo, por la obligación de subir cuestas o escaleras, para llegar; deambular por las calles resulta peligroso en determinados puntos. Pero, como los vecinos son pocos, y están en un barrio con unas vistas preciosas de la ciudad, pero apartado del centro urbano, se siente olvidados por el ayuntamiento zamorano.
Aunque es cierto que se va avanzando en el tema de reducir las barreras urbanas, siguen manteniéndose un buen número, queda mucho por hacer, aunque recordemos que este fue el tema que centró la campaña municipal, allá por el 2007, del partido que ocupa el poder actualmente y que ha incumplido descaradamente.Si bien en toda la ciudad suponen un problema de discriminación hacia ciertas personas, al no permitírsele autonomía, en el barrio de San Isidro, como en Espíritu Santo y Obelisco, el problema es mayor ante la falta de otras alternativas para desplazarse.
Acceder, cuestiones orográficas aparte, no es nada fácil, la pasarela de Valorio, continúa oscura, sucia y cada vez con más riesgo, porque las protecciones laterales siguen necesitando ser repuestas, sus maderas están sueltas, faltando algún trozo ya de su sitio. Por otro lado, las escaleras, desde la carretera de Alcañices, son costosas de subir y más cuando en alguno de sus peldaños, como en la acera que le precede faltan baldosas, que este lleno de basuras, pues tampoco resulta muy gratificante. De hacerlo desde el Espíritu Santo, ánimo con la pendiente y cuidado al llegar a determinado punto donde la acera se transforma en algo así, como que no lo es.
Aceras que se terminan y que obligan al peatón a circular irremediablemente por la calzada, para seguir su camino. Pasos peatonales que llevan de una acera a otra parte, pero donde solo hay calzada y un campo de cardos, eso sí, vallado, aunque en parte, como en la calle de Guimaré. Cuestiones que necesitan afrontar de alguna manera, con modificaciones urbanísticas, otras son menores y se resuelven con simple voluntad, como la retirada de los contenedores de la calle Castro, que ocupan buena parte de la calzada, obligando a los conductores a invadir el carril contrario para circular.
Manuel Herrero Alonso
El pasado fin de semana un atropello, que quedó en poco más que un susto, volvió a poner de relieve lo mal que lo tienen los peatones en el barrio de San isidro. Aparte del esfuerzo, por la obligación de subir cuestas o escaleras, para llegar; deambular por las calles resulta peligroso en determinados puntos. Pero, como los vecinos son pocos, y están en un barrio con unas vistas preciosas de la ciudad, pero apartado del centro urbano, se siente olvidados por el ayuntamiento zamorano.
Aunque es cierto que se va avanzando en el tema de reducir las barreras urbanas, siguen manteniéndose un buen número, queda mucho por hacer, aunque recordemos que este fue el tema que centró la campaña municipal, allá por el 2007, del partido que ocupa el poder actualmente y que ha incumplido descaradamente.Si bien en toda la ciudad suponen un problema de discriminación hacia ciertas personas, al no permitírsele autonomía, en el barrio de San Isidro, como en Espíritu Santo y Obelisco, el problema es mayor ante la falta de otras alternativas para desplazarse.
Acceder, cuestiones orográficas aparte, no es nada fácil, la pasarela de Valorio, continúa oscura, sucia y cada vez con más riesgo, porque las protecciones laterales siguen necesitando ser repuestas, sus maderas están sueltas, faltando algún trozo ya de su sitio. Por otro lado, las escaleras, desde la carretera de Alcañices, son costosas de subir y más cuando en alguno de sus peldaños, como en la acera que le precede faltan baldosas, que este lleno de basuras, pues tampoco resulta muy gratificante. De hacerlo desde el Espíritu Santo, ánimo con la pendiente y cuidado al llegar a determinado punto donde la acera se transforma en algo así, como que no lo es.
Aceras que se terminan y que obligan al peatón a circular irremediablemente por la calzada, para seguir su camino. Pasos peatonales que llevan de una acera a otra parte, pero donde solo hay calzada y un campo de cardos, eso sí, vallado, aunque en parte, como en la calle de Guimaré. Cuestiones que necesitan afrontar de alguna manera, con modificaciones urbanísticas, otras son menores y se resuelven con simple voluntad, como la retirada de los contenedores de la calle Castro, que ocupan buena parte de la calzada, obligando a los conductores a invadir el carril contrario para circular.
Manuel Herrero Alonso





















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