PASIÓN POR ZAMORA
Zamora, ante cuatro años clave 2023-2027
Aseguran las lenguas de doble filo que soy un editor pesimista. Lo niego. Soy un optimista bien informado, una persona que pasea por Zamora, por sus principales arterias comerciales, Santa Clara y San Torcuato, vive en la ciudad y observa. Y compruebo, con tristeza, que, cada vez más, abunda los locales cerrados, en alquiler; negocios que se cierran, jóvenes que se van a otras ciudades más prósperas a buscarse a vida, porque su patria chica agoniza, porque sus políticos, los que dicen representarnos en Valladolid, en las Cortes de esa cosa ahistórica que se llama Castilla y León, y en Madrid, en el Congreso de los Diputados y Senado, solo defienden los intereses de sus respectivos partidos, nunca los del pueblo, al que nunca tomaron en consideración, al que solo embaucaron cuando se fijaron elecciones, al que engañaron con promesas nunca cumplidas.
Zamora clama por una representación política auténtica, lígrima, real, que defienda, con datos, con firmeza, con orgullo, ante el Congreso de los Diputados, Senado y Cortes de Castilla y León sus intereses, los del pueblo llano, los de sus trabajadores, autónomos, jubilados, jóvenes.
Los grandes partidos van a lo suyo. Los zamoranos somos números, una especie de aldea aislada a la vera de Portugal, nada ni nadie.
Mientras los zamoranos guardemos este silencio cobarde ante el injusto reparto de las inversiones públicas, acudamos a las urnas como las ovejas al redil y nos rindamos sin luchar por lo nuestro, nuestra tierra solo será una gran residencia de la tercera edad en medio de un erial.
E insisto: Zamora necesita un partido que no sea dependiente ni de Valladolid ni de Madrid. Una formación nuestra, propia, integrada por personas que quieran trabajar para su gente, sin pensar en el sueldo, en el negocio, ni jugar al nepotismo, y, por supuesto, sin vinculaciones externas. Que sean los zamoranos sus dueños, a los únicos que deben rendir de sus acciones y labores.
Dentro de un año, se celebrarán comicios municipales. Pero queda mucho menos para construir una opción política que, de verdad, nos represente. En el mandato 2023-2027, se decidirá qué será de nuestra ciudad y provincia: o recogeremos su cadáver o saldrá de su agonía. Y si los gobiernos del Estado nos olvidan, y si los de la Junta nos obvian, tendremos los zamoranos la culpa por elegir como representantes a vicarios de los grandes partidos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Aseguran las lenguas de doble filo que soy un editor pesimista. Lo niego. Soy un optimista bien informado, una persona que pasea por Zamora, por sus principales arterias comerciales, Santa Clara y San Torcuato, vive en la ciudad y observa. Y compruebo, con tristeza, que, cada vez más, abunda los locales cerrados, en alquiler; negocios que se cierran, jóvenes que se van a otras ciudades más prósperas a buscarse a vida, porque su patria chica agoniza, porque sus políticos, los que dicen representarnos en Valladolid, en las Cortes de esa cosa ahistórica que se llama Castilla y León, y en Madrid, en el Congreso de los Diputados y Senado, solo defienden los intereses de sus respectivos partidos, nunca los del pueblo, al que nunca tomaron en consideración, al que solo embaucaron cuando se fijaron elecciones, al que engañaron con promesas nunca cumplidas.
Zamora clama por una representación política auténtica, lígrima, real, que defienda, con datos, con firmeza, con orgullo, ante el Congreso de los Diputados, Senado y Cortes de Castilla y León sus intereses, los del pueblo llano, los de sus trabajadores, autónomos, jubilados, jóvenes.
Los grandes partidos van a lo suyo. Los zamoranos somos números, una especie de aldea aislada a la vera de Portugal, nada ni nadie.
Mientras los zamoranos guardemos este silencio cobarde ante el injusto reparto de las inversiones públicas, acudamos a las urnas como las ovejas al redil y nos rindamos sin luchar por lo nuestro, nuestra tierra solo será una gran residencia de la tercera edad en medio de un erial.
E insisto: Zamora necesita un partido que no sea dependiente ni de Valladolid ni de Madrid. Una formación nuestra, propia, integrada por personas que quieran trabajar para su gente, sin pensar en el sueldo, en el negocio, ni jugar al nepotismo, y, por supuesto, sin vinculaciones externas. Que sean los zamoranos sus dueños, a los únicos que deben rendir de sus acciones y labores.
Dentro de un año, se celebrarán comicios municipales. Pero queda mucho menos para construir una opción política que, de verdad, nos represente. En el mandato 2023-2027, se decidirá qué será de nuestra ciudad y provincia: o recogeremos su cadáver o saldrá de su agonía. Y si los gobiernos del Estado nos olvidan, y si los de la Junta nos obvian, tendremos los zamoranos la culpa por elegir como representantes a vicarios de los grandes partidos.
Eugenio-Jesús de Ávila






















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