Miércoles, 03 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Lunes, 06 de Junio de 2022
EFEMERIDE

Hoy, "El Día de Zamora", un romero de la prensa, cumple 12 años

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Romería de la Patrona de Zamora ciudad, de la Virgen de la Concha a La Hiniesta. 732 aniversario.  6 de junio de 2022. No creo en esas cosas del más allá. Pero es la tradición de mis mayores. Respeto. En provincias como la nuestra, necesitamos viajar al pasado para sentir que existimos. Y en ese tiempo pretérito, la religión -religare, reunir- nos agarró a la tierra. Punto.

 

6 de junio de 2010. Viernes. El Día de Zamora, este barquito de papel, fue botado desde el puerto del periodismo para navegar por las aguas estancadas de nuestra ciudad y provincia. Doce años de vida, de trabajo, de presiones políticas y empresariales, de agravios y diatribas, pero también de alabanzas y verdad. Durante esta docena de años, muchas personas se subieron y bajaron de esta nave, la única zamorana, de verdad, que defiende a nuestra tierra, que, desde la historia analiza el presente e intuye el futuro.

 

Y un amigo del alma se nos fue, Antonio Olivar, persona esencial e inolvidable. Y otros me enseñaron a ser mejor periodista, mejor empresario, mejor persona. Pero, sin duda, hay tres personas que marcaron la trayectoria de este medio de comunicación: mi hija Verónica de Ávila, docente de Bachiller, erudita en temas informático, clave en la buena marcha económica de la empresa, la que da un toque de distinción a las palabras que yo esculpo; Enrique Onís, una fuerza de la naturaleza, inteligencia pura, un hombre tan grande como bondadoso, tan fuerte como tierno, siempre fiel, pero nunca lacayo, y mi amigo de la infancia Tomás Carrascal Pachón, más conocido como Esteban Pedrosa, un poeta de la fotografía, un orfebre de los verbos, persona que lo ha dado todo por casi nada. Sin ellos, este capitán de la sintaxis habría varado El Día de Zamora en cualquier puerto.

 

Y, siempre en la memoria, mi padre, Antonio de Ávila Comín, quien me alabó con sus palabras, me regaló ternura y me aconsejó en los peores momentos de nuestra navegación en el proceloso mar del periodismo zamorano, con un periódico que absorbió el viejo "El Correo", para esconder la cabecera centenaria y aprovecharse de su historia, y otros medios que funcionan con capital foráneo, con intereses distintos y distintas de nuestra tierra; medios que viven de la publicidad pública, periodismo del poder, antítesis de la verdad de esta profesión. Porque no existe periodismo auténtico si no se critica al que manda y ordena, sea de la diestra o de la siniestra. En fin.

 

Convencido estoy que políticos y periodistas somos lo peor de nuestra sociedad. Convencido estoy de que si Zamora hubiera disfrutado de un periódico suyo, nuestro, crítico con el poder, jamás esta ciudad y su provincia hubiera llegado a su actual estado de postración, de humillación, a este coma económico y demográfico que padece y que nos llevará a la agonía como sociedad. El periodismo que se ha venido haciendo por estos pagos ha sido el cómplice necesario para llevar a su desaparición como provincia de la vieja Zamora.

 

Hoy, Lunes de Pentecostés, fiesta del Espíritu Santo, del que la Iglesia afirma que ofrece valentía y libertad y facilita la glosolalia (comprensión). El periodismo, si carece de valentía, si anda huérfano de libertad y no traduce en palabras la verdad, no es nada, no sirve, no es útil para la sociedad. El político, sin esas virtudes mencionadas, comete felonía con el pueblo, se convierte en rémora para el progreso y el bienestar.

 

6 de junio de 2022. Doce años de nuestro El Día de Zamora, nombre de una gesta histórica protagonizada en nuestra vieja ciudad del Romancero, este periódico no es otra cosa que un romero, un peregrino que busca el bien de nuestra tierra caminando con los pies de la verdad, en busca de la belleza, en defensa de los débiles y de los humildes, de los ignorantes y de la gente sencilla.

 

“Ser en la vida romero, romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Ser en la vida romero, romero..., solo romero. Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos “

 

Eso quiso, como el Romero de León Felipe, ser, es y será El Día de Zamora, conmigo de capitán o de quién herede una forma de pensar, de hacer periodismo y de amar a nuestra tierra.

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