RES PÚBLICA
El PP, quizá Vox y Cs y, por supuesto Franco, tienen la culpa de los errores de Sánchez
Resulta muy curioso cómo responden los hinchas de los partidos de ultra izquierda a las críticas a sus santones. Cuando gobiernan los suyos, la culpa de los fracasos se la endosan a la derecha, porque, afirman, que no colabora. Y, por supuesto, a Franco. Manda huevos. La democracia nunca fue consenso, sino disenso. “El consenso es contrario a la libertad y, justamente, donde hay consenso, no hay libertad”. García-Trevijano.
Si no fuera así, viviríamos en la arcadia. Pero cuando gobierna la diestra, los males de la nación, horribles, apocalípticos, débense a sus dirigentes y a quienes les votan. Recuerdo, ha mucho tiempo, a una articulista de El País que calificaba de hijos de puta a los diez millones de votantes del PP. Y no pasó nada.
Otra paradoja: las izquierdas -hay siete, según descubrió aquel genio de la Filosofía que se llamó Gustavo Bueno, al que no leyeron los hoolingans izquierdistas- han gobernado mucho más tiempo que los conservadores. Pero la culpa es de los ocho años de Aznar, cuando se crearon más puestos de trabajo, y de los cinco de Rajoy, periodo que conoció los mayores impuestos de la democracia.
González, Zapatero y Sánchez lo hicieron todo bien. Veamos: corrupción en la Cruz Roja, en el Boletín Oficial del Estado, en la Guardia Civil, los asuntos de Filesa, Malesa y Time Sport, los hermanos Guerra, los GAL, Banco de España, Bolsa y más y más. La bancarrota del Estado tras el final del felipismo y el zapaterismo, que, además, acentuó el separatismo catalán, con aquello de lo que se apruebe en el Parlamento catalán nosotros los apoyaremos en Madrid, y a la espera de cómo deje las cuentas el guapo oficial de España.
Hay que poseer una bondad infinita y una candidez de sonajero para aprobar que el PSOE gobierne merced a un partido etarra que asesinó a numerosos militantes y cargos socialistas; a los golpistas de ERC y Juntos por Cataluña y PNV, el néctar del racismo en Europa. Hay que ser muy retorcido y enclenque político para extorsionar políticamente al PP por gobernar con VOX, pero jactarse e incluso bendecir que se gobierne con admiradores de Lenin, Stalin, Mao, Castro y todo dictador de ultraizquierda. Traduzco: el votante del PSOE y Podemos prefiere, pues, a Otegui, terrorista, que a Ortega Lara, torturado, víctima de ETA. Cosas veredes. Esta nación ha perdido la cordura. No poder estudiar español en Cataluña, síntoma de esta locura, admitida por el ejecutivo sanchista.
Y también alcanzarían el éxtasis cuando don Pedro dio una media verónica a los postulados eternos de la izquierda española para rendirse ante Mohamed V, sin contarlo en el Congreso de los Diputados ni al jefe del Estado. Eso sí que es ser un demócrata.
¡Y qué me dice el personal de esa fina intelectual que responde al nombre de Adriana Lastra! Ha tenido los ovarios de hablar de la corrupción del PP en Andalucía, donde el PSOE batió todas las marcas en el robo del dinero público destinado a los parados para disfrutarlo con heteras, cocaína y percebes y otros lujos del mar y de la madre tierra.
Sostengo que la corrupción del PP es individual. No existe una infraestructura para el robo del dinero público, sino que altos o medianos cargos, allí y aquí, se lucraron individualmente. Al partido apenas se desviaron unos cuartos. El PSOE sí está diseñado para reparto de los dividendos que procura esa putrefacción política. La elite se queda con la mejor parte, pero la infantería también disfruta del hedonismo.
Cuando un servidor, en su candidez, en vida del dictador, pensaba que la izquierda era como la Purísima Concepción, jamás imaginó que, pasados los años, el PSOE fuera aún más corrupto que el PP. Nunca. Habría metido las manos en el fuego por la honradez de todo dirigente de la siniestra. Pero la gobernanza de PSOE y Podemos, más los hechos de ERC y ETA, me expulsaron de esa ideología que pregona igualdad pero solo crea desigualdad; que habla de democracia y demuestra absoluta intolerancia hacia todo partido que se coloque a su derecha, porque lo suyo es alcanzar la dictadura del proletariado; que afirma trabajar para los humildes, pero deja hacer a las grandes multinacionales, puro teatro, que nunca obtuvieron tantos beneficios como cuando gobernó la izquierda.
La izquierda española, que se avergüenza de su patria, de su nación, me expulsó de su paraíso, tal y como los curas me echaron del seno de la Iglesia, de confesiones y comuniones. Solo creo en lo que veo. Soy como el apóstol Tomás.
Finalizo con una anécdota. Hace muchos años, Miguel Ángel Mateos me contó que, al principio de la democracia, un alto cargo socialista le pidió que unas clases de historia sobre el PSOE a los pocos militantes que había en esta ciudad. Y así lo hizo. Tras la confesión, le comenté al catedrático: “Si le contaste la verdad de este partido desde su fundación por Pablo Iglesias, convencido estoy que una gran mayoría habría roto el carné”. Y todavía el felipismo no había alcanzado el poder. Conocer es saber. Y al erudito no se le puede engañar. Eso sí, la culpa de todos los males de España es de la derecha. No lo dudo. Memoria histórica. Oxímoron.
Eugenio-Jesús de Ávila
Resulta muy curioso cómo responden los hinchas de los partidos de ultra izquierda a las críticas a sus santones. Cuando gobiernan los suyos, la culpa de los fracasos se la endosan a la derecha, porque, afirman, que no colabora. Y, por supuesto, a Franco. Manda huevos. La democracia nunca fue consenso, sino disenso. “El consenso es contrario a la libertad y, justamente, donde hay consenso, no hay libertad”. García-Trevijano.
Si no fuera así, viviríamos en la arcadia. Pero cuando gobierna la diestra, los males de la nación, horribles, apocalípticos, débense a sus dirigentes y a quienes les votan. Recuerdo, ha mucho tiempo, a una articulista de El País que calificaba de hijos de puta a los diez millones de votantes del PP. Y no pasó nada.
Otra paradoja: las izquierdas -hay siete, según descubrió aquel genio de la Filosofía que se llamó Gustavo Bueno, al que no leyeron los hoolingans izquierdistas- han gobernado mucho más tiempo que los conservadores. Pero la culpa es de los ocho años de Aznar, cuando se crearon más puestos de trabajo, y de los cinco de Rajoy, periodo que conoció los mayores impuestos de la democracia.
González, Zapatero y Sánchez lo hicieron todo bien. Veamos: corrupción en la Cruz Roja, en el Boletín Oficial del Estado, en la Guardia Civil, los asuntos de Filesa, Malesa y Time Sport, los hermanos Guerra, los GAL, Banco de España, Bolsa y más y más. La bancarrota del Estado tras el final del felipismo y el zapaterismo, que, además, acentuó el separatismo catalán, con aquello de lo que se apruebe en el Parlamento catalán nosotros los apoyaremos en Madrid, y a la espera de cómo deje las cuentas el guapo oficial de España.
Hay que poseer una bondad infinita y una candidez de sonajero para aprobar que el PSOE gobierne merced a un partido etarra que asesinó a numerosos militantes y cargos socialistas; a los golpistas de ERC y Juntos por Cataluña y PNV, el néctar del racismo en Europa. Hay que ser muy retorcido y enclenque político para extorsionar políticamente al PP por gobernar con VOX, pero jactarse e incluso bendecir que se gobierne con admiradores de Lenin, Stalin, Mao, Castro y todo dictador de ultraizquierda. Traduzco: el votante del PSOE y Podemos prefiere, pues, a Otegui, terrorista, que a Ortega Lara, torturado, víctima de ETA. Cosas veredes. Esta nación ha perdido la cordura. No poder estudiar español en Cataluña, síntoma de esta locura, admitida por el ejecutivo sanchista.
Y también alcanzarían el éxtasis cuando don Pedro dio una media verónica a los postulados eternos de la izquierda española para rendirse ante Mohamed V, sin contarlo en el Congreso de los Diputados ni al jefe del Estado. Eso sí que es ser un demócrata.
¡Y qué me dice el personal de esa fina intelectual que responde al nombre de Adriana Lastra! Ha tenido los ovarios de hablar de la corrupción del PP en Andalucía, donde el PSOE batió todas las marcas en el robo del dinero público destinado a los parados para disfrutarlo con heteras, cocaína y percebes y otros lujos del mar y de la madre tierra.
Sostengo que la corrupción del PP es individual. No existe una infraestructura para el robo del dinero público, sino que altos o medianos cargos, allí y aquí, se lucraron individualmente. Al partido apenas se desviaron unos cuartos. El PSOE sí está diseñado para reparto de los dividendos que procura esa putrefacción política. La elite se queda con la mejor parte, pero la infantería también disfruta del hedonismo.
Cuando un servidor, en su candidez, en vida del dictador, pensaba que la izquierda era como la Purísima Concepción, jamás imaginó que, pasados los años, el PSOE fuera aún más corrupto que el PP. Nunca. Habría metido las manos en el fuego por la honradez de todo dirigente de la siniestra. Pero la gobernanza de PSOE y Podemos, más los hechos de ERC y ETA, me expulsaron de esa ideología que pregona igualdad pero solo crea desigualdad; que habla de democracia y demuestra absoluta intolerancia hacia todo partido que se coloque a su derecha, porque lo suyo es alcanzar la dictadura del proletariado; que afirma trabajar para los humildes, pero deja hacer a las grandes multinacionales, puro teatro, que nunca obtuvieron tantos beneficios como cuando gobernó la izquierda.
La izquierda española, que se avergüenza de su patria, de su nación, me expulsó de su paraíso, tal y como los curas me echaron del seno de la Iglesia, de confesiones y comuniones. Solo creo en lo que veo. Soy como el apóstol Tomás.
Finalizo con una anécdota. Hace muchos años, Miguel Ángel Mateos me contó que, al principio de la democracia, un alto cargo socialista le pidió que unas clases de historia sobre el PSOE a los pocos militantes que había en esta ciudad. Y así lo hizo. Tras la confesión, le comenté al catedrático: “Si le contaste la verdad de este partido desde su fundación por Pablo Iglesias, convencido estoy que una gran mayoría habría roto el carné”. Y todavía el felipismo no había alcanzado el poder. Conocer es saber. Y al erudito no se le puede engañar. Eso sí, la culpa de todos los males de España es de la derecha. No lo dudo. Memoria histórica. Oxímoron.
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