Zamora llora lágrimas negras

Era lo que le faltaba a Zamora para asestarle la puntilla definitiva: un gigantesco incendio que ha consumido más de 25.000 hectáreas en una de las zonas más bellas de la zona noroccidental de esta provincia como es la Sierra de la Culebra; un lugar denominado “Reserva Regional de Caza” rico en fauna, flora, turismo y diversidad ambiental. Sería un alivio poder culpar a alguien de este desastre que aún no ha terminado, pero en este caso la climatología ha jugado sus cartas con una semana tórrida que ha propiciado tormentas secas, rayos e incendios.

Requejo, expresó un lamento que nos dejaba helados: "Junta, faltan efectivos. Haced algo de una vez, se nos quema la provincia”; pero el que ha dado ya un paso al frente ha sido la Caja Rural que, con la diligencia y buen hacer que la caracteriza, ya ha dado 30 millones para los afectados. Ahora a esperar si la Junta y el gobierno central se implican y no dejan a estas comarcas abandonadas a su suerte, una vez que el incendio deje de ser noticia. 

         Zamora es hermosa, diversa, bella. Se nos ha quemado una parte y el resto se resiente por el humo, lloran por el ganado perdido, por las cosechas, por la fauna y la flora de estos parajes que ha sido destruida, por las rutas turísticas y los senderos que ya no podrán hacerse en mucho tiempo. La Sierra de la Culebra, importante punto de interés turístico y ambiental, pero que, según relatan los habitantes de la zona, estaba descuidada, sin limpiar los montes, con demasiada maleza y un entorno abandonado que ha sido el caldo de cultivo perfecto para un incendio.

Zamora es un punto cálido estos días para los informativos porque literalmente ha estallado en llamas, pero mañana se controlará el incendio y pasado seguirán extinguidas las especies que han sido dañadas y ya nadie volverá a acordarse de que es necesario repoblar el suelo, sembrar especies autóctonas y acometer las medidas necesarias para a que esos agricultores y ganaderos que han perdido cosechas, animales y casas, se les dote de medios económicos para que puedan seguir adelante.

Hoy Zamora me duele más que otras veces; no puedo ver las imágenes del infierno que está calcinándolo todo, y la impotencia de los buenos hombres y mujeres que apenas se mantiene en pie cuando se les ha evacuado de sus residencias de mayores o de sus casas, casi todos ellos ancianos, con los ojos húmedos y la mirada triste e incluso con alguna lágrima que no pueden evitar porque han llegado al tope de sus fuerzas, porque se sienten abandonados y porque desconocen el futuro que les espera, tras haber perdido una forma ancestral de vida.

Mª Soledad Martín Turiño