NUESTRA HISTORIA
El Lago de Sanabria y la Sierra de la Culebra, en la noche de San Juan
Todos los años en este día os recuerdo la leyenda del lago que edifica su fábula en la fe secular de un pueblo que cree lo que le cuentan desde el principio de su religión y la hace suya fielmente. Don Miguel de Unamuno, en San Manuel Bueno mártir, convierte en santo al humilde cura de Valverde de Lucerna, el pueblo hundido por la leyenda en el fondo del valle, cuyas campanas sumergidas pueden oírse tañendo a muerto únicamente en esta noche.
En unas horas, allá a la medianoche, en ese maravilloso paisaje que no puede poseer ni mostrar otro lugar que no sea Sanabria, el agua, las montañas y una luna de luz menguante, colgada del cielo, recrean una hermosa y antigua tradición, inventada o no por la imaginación y la fe. Allí, en los bordes del lago, a esas horas dormido sobre el regazo de la noche, podrá oírse un año más el toque lúgubre de unas campanas sumergidas por la leyenda e izadas por la tradición oral. No muy lejos, a la misma orilla de Sanabria, una sierra entera, la de la Culebra, que acaba de perder su gloria y su belleza, aparece cubierta de sangre reseca y negra de cenizas, arrasada su vida por el fuego. Los árboles mueren de pie, escribió un lejano día para la escena Alejandro Casona. Hoy la sierra es un interminable cementerio vegetal de árboles saqueados, muertos de pie, sin hojas ni pájaros, apuntando sólo a un cielo de sombras.
Esta noche de San Juan, por tradición, es noche de cánticos y hogueras, un solemne y exuberante homenaje al fuego en tantos lugares. Qué paradoja cuando pocos días antes, espoleado por una intolerable negligencia, ese mismo fuego ha dejado mutilada, asolada, esa majestuosa hilera de montes y peñascos de nuestra sierra de la Culebra sin que ni siquiera una leyenda haga llorar sus campanas por ella en esta noche de San Juan.
La fotografía del Lago es de Fernando F. Felice. Y la de la sierra, del grupo La Culebra no se calla, de Facebook.
Luis Felipe Delgado de Castro
Todos los años en este día os recuerdo la leyenda del lago que edifica su fábula en la fe secular de un pueblo que cree lo que le cuentan desde el principio de su religión y la hace suya fielmente. Don Miguel de Unamuno, en San Manuel Bueno mártir, convierte en santo al humilde cura de Valverde de Lucerna, el pueblo hundido por la leyenda en el fondo del valle, cuyas campanas sumergidas pueden oírse tañendo a muerto únicamente en esta noche.
En unas horas, allá a la medianoche, en ese maravilloso paisaje que no puede poseer ni mostrar otro lugar que no sea Sanabria, el agua, las montañas y una luna de luz menguante, colgada del cielo, recrean una hermosa y antigua tradición, inventada o no por la imaginación y la fe. Allí, en los bordes del lago, a esas horas dormido sobre el regazo de la noche, podrá oírse un año más el toque lúgubre de unas campanas sumergidas por la leyenda e izadas por la tradición oral. No muy lejos, a la misma orilla de Sanabria, una sierra entera, la de la Culebra, que acaba de perder su gloria y su belleza, aparece cubierta de sangre reseca y negra de cenizas, arrasada su vida por el fuego. Los árboles mueren de pie, escribió un lejano día para la escena Alejandro Casona. Hoy la sierra es un interminable cementerio vegetal de árboles saqueados, muertos de pie, sin hojas ni pájaros, apuntando sólo a un cielo de sombras.
Esta noche de San Juan, por tradición, es noche de cánticos y hogueras, un solemne y exuberante homenaje al fuego en tantos lugares. Qué paradoja cuando pocos días antes, espoleado por una intolerable negligencia, ese mismo fuego ha dejado mutilada, asolada, esa majestuosa hilera de montes y peñascos de nuestra sierra de la Culebra sin que ni siquiera una leyenda haga llorar sus campanas por ella en esta noche de San Juan.
La fotografía del Lago es de Fernando F. Felice. Y la de la sierra, del grupo La Culebra no se calla, de Facebook.
Luis Felipe Delgado de Castro




















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