Sábado, 06 de Diciembre de 2025

Redacción
Jueves, 23 de Junio de 2022
HABLEMOS

Tragedia y síntoma

Carlos Domínguez

[Img #67361]  El impresentable tratamiento televisivo del incendio de nuestra sierra más emblemática, ninguneada en lo que al alcance de la catástrofe se refiere frente a eventos mucho menores en Cataluña y Navarra, no va más allá de la anécdota. Lo decisivo respecto al pavoroso incendio de Zamora, uno de los más devastadores ocurridos en décadas a nivel nacional por las hectáreas calcinadas, reside en lo que evidencia de crisis irreversible. La tragedia es manifiesta, con efectos naturales que se arrastrarán durante décadas y posiblemente generaciones, en cuanto a la calidad de la flora y la fauna. Pero lo esencial es el hecho de que su origen se halla en un cambio drástico del medio rural, donde la despoblación, la falta de actividad y el retroceso de las prácticas agroganaderas favorecen la existencia de áreas forestales cuyo desarrollo carece de control, y donde la llamada biomasa (ecología en estado puro) se convierte ella misma en potencial y gigantesca pira, propicia a arder a la menor oportunidad.

 

   Sequías e incendios hay, pero los hubo siempre sin alcanzar las dimensiones apocalípticas del último de nuestra tierra, paradójicamente cuando unas mastodónticas burocracias: autonómica, estatal e incluso europea, disponen desde el intervencionismo y una regulación abusiva de ingentes medios y recursos, no sin derrochar anualmente miles de millones de euros en políticas medioambientales, otra estafa ideológica y presupuestaria como prueba su absoluta ineficacia a la hora de combatir los grandes desastres naturales.

 

    Y viniendo todos en esta Zamora humilde de donde venimos, o sea, del pueblo, el campo y el medio rural, sabemos perfectamente donde radica el problema. Aquello que explica la magnitud de unos incendios forestales que van a más no es, como publicita el ecologismo arropado por sus infinitos palmeros, el cambio climático, una pluviometría deficiente o cualquier otra majadería para consumo de sectarios y adoctrinados. Junto al vaciamiento demográfico, es el declive de la actividad agropecuaria, con poblaciones atentas a la salud de su entorno por el simple y cotidiano interés ligado a su aprovechamiento, la causa principal de calamidades como la vivida en esta provincia.  La tala tradicional, la quema parcial y controlada, y fundamentalmente el pastoreo, garantizaban en otro tiempo la supervivencia del monte, en paralelo a la de sus pobladores. Desaparecidos éstos junto a su modo de vida, los colosales fuegos que se suceden año tras año se convierten en tragedia y síntoma, respecto a la crisis de un medio rural condenado a desaparecer.

 

   Mientras tanto, ideología, burocracia y derroche en beneficio de políticas defensoras de una naturaleza libre de la acción humana, incluyendo sus muy ecológicas y protegidas alimañas, éstas para la burocracia, según parece, más importantes que lo poco que va quedando de la ganadería tradicional.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

El Día de Zamora

Ir al contenido
Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.