Sábado, 06 de Diciembre de 2025

Ilia Galán
Viernes, 24 de Junio de 2022
INCENDIOS

Desiertos en el alma

[Img #67375]Pasó ya el desértico temporal solar que arrasó con la vida cotidiana, mientras con el coche iba atravesando los paisajes desolados que los incendios habían arrasado. No había sido el Astro Rey quien había hecho de esos vergeles un panorama oscuro, carbonizando la esperanza durante años, sino pirómanos, incendiarios que por interés o locura destrozaban el campo. Cada año, la lúgubre canción se repite. Ver animales achicharrados en medio de troncos negros, pelados, observar que el verdor ha desaparecido, que mientras alcance la vista todo ha sido arrasado..., no es muy hermoso. Llegar a la ciudad muerta, por estar todos refugiados en casa, debido a las temperaturas, tampoco es tierno, cuando se pisa el asfalto y el pie se hunde en un engrudo recalentado. Por eso hablan de usar los tejados ya no solo como sistemas de producción de energía solar sino también como jardines, con plantas africanas, de pintar de blanco las casas y calles, para que no absorban los rayos celestes y reboten sus calores... Lo que parece claro es que esta pasada primavera, tórrida, veraniega y atroz es el modelo de lo que no nos conviene. Si el planeta se recalienta por la actividad humana, por la contaminación; si hacen falta más bosques y selvas para evitar esa situación, quemar lo que tenemos no parece la mejor opción.

            Hace años muchos incendios se provocaban por intereses varios... Bastó en algunos sitios impedir que esos fuegos fueran provechosos para nadie y se apagaron presto. A veces, hasta los mismos bomberos estaban interesados en encenderlos para así conservar un inestable empleo, como hemos visto en Sicilia y en otros lugares no tan lejanos. Pero pese a esta claridad, siguen ardiendo cientos, miles de hectáreas de nuestro paisaje y España es el país de Europa más propenso a extremas sequías, con el riesgo de que tres cuartas partes de su territorio se transformen en desiertos desoladores. No hará falta ir a África, el Sahara somos. Lo que ahora vemos en los Monegros o en Almería y otros lugares se iría extendiendo, desapareciendo los acuíferos, sin poder sostener el regadío, arruinando la agricultura y toda vida. Los estudiosos o científicos sustituyen ahora a los profetas, pero las nuevas creencias no pintan bien las maldiciones que se avecinan si no nos arrepentimos y cambiamos todos: reciclaje, menos gasto material, energías limpias, incrementar bosques y cultivos no agresivos con el medioambiente... Señalan siempre al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, que va secándose por incontrolados regadíos... Sí, habitamos un lío, pero en Israel lograron lo contrario, y se puede cambiar: avanzar con cultivos y plantar árboles conquistando los antiguos desiertos: bosques.

            El abandono de los campos, la incuria, la desolación provocada por incendios e intereses privados o personales... El alma de un país la leemos en sus paisajes.

 

Ilia Galán

 

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