Sábado, 06 de Diciembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Sábado, 25 de Junio de 2022
ZAMORANA

El incendio y el Sr. Requejo

[Img #67416]Tal vez sea que uno ya tiene una edad, que he escuchado demasiadas promesas, que he visto gestos de complacencia o de aflicción, dependiendo de la situación que se viviera en cada momento, porque lo importante era salir en la foto para que el pueblo comprobara cómo sus líderes estaban a pie de calle en situaciones amables o adversas; sin embargo, casi todo formaba parte de un escaparate al que nos tienen acostumbrados, a gestos imprescindibles, a postureo necesario. Con el tiempo me he dado cuenta de la importancia de hacer bien las cosas sin esperar nada a cambio, de portarse como un héroe sin buscar la ovación ajena, de hacerlo únicamente por integridad, principios, ética y estética.

 

En el incendio de la Sierra de la Culebra ha habido varias personas y organismos que han actuado de ese modo y a las que quisiera recordar en estas líneas: en primer lugar, los habitantes de los pueblos afectados que veían como el fuego iba devorando las tierras y, sin pensárselo, acudieron con palas, tractores y lo que encontraron para hacer cortafuegos que impidieran el avance de las llamas; por supuesto, destaco la meritoria labor de: bomberos, guardia civil, agentes de la UME, MITECO, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los servicios de Protección Civil, Cruz Roja y otras fuerzas de intervención, tanto de nuestra comunidad, como de otras que se acercaron a ayudar, incluida la vecina Portugal.

 

En cuanto a los políticos, en general llegaron tarde y mal; el presidente del gobierno vino desde el Congreso, llegó a nuestra tierra y se marchó a Bruselas, todo en un día. Llegó a la Sierra de la Culebra para hacer promesas que no sabemos si cumplirá, la correspondiente foto y seguir con la agenda, porque Zamora ese día ocupaba un huequecito y además no está lejos de Madrid, así que era fácil llenarlo y ¡misión cumplida! Como siempre, prometió, abrazó, hizo el consabido paseíllo y se fue. También vinieron el presidente de la Junta y demás próceres autonómicos que hablaron y repitieron los conceptos de solidaridad y compromiso, pero luego también se marcharon dejando atrás tierras calcinadas y esperanzas en el aire.

 

El señor Requejo, presidente de la Diputación de Zamora, que nos heló la sangre cuando fue consciente de la magnitud del incendio con su dramático llamamiento: "Junta, faltan efectivos. Haced algo de una vez, se nos quema la provincia”, no se ha conformado con una declaración inicial, sino que ha expuesto en varios medios de comunicación la difícil situación que espera a los habitantes, cuál será la realidad y el futuro de la Sierra, cómo se solucionará el día a día de la gente que sigue viviendo allí, de los animales sin pasto, de una restauración forestal que ha de llegar, de ayudas que deben ser rápidas y útiles; se ha puesto en los zapatos de la gente y ha hecho pública su desazón por el futuro que les aguarda, ha hablado de lo que se debe hacer para prevenir errores y que catástrofes de esta magnitud no vuelvan a repetirse.

 

Asimismo, ha recordado la situación de Zamora: una tierra abandonada, sin recursos, olvidada, habitada por hombres y mujeres que no protestan y, por ello, no son noticia: ha dejado alto y claro que los intereses de esta provincia no pueden seguir siendo un punto a tratar tras los despachos de Valladolid y Madrid, que hay que vivir a pie de calle, ser conscientes de las necesidades reales de los zamoranos, revitalizar la capital y sus comarcas; y ha dado muestras de una idea que el director de este periódico ha reiterado en numerosas ocasiones: urge la necesidad de crear un partido político propio, de zamoranos que luchen por Zamora, sin las ataduras de los gobiernos central y autonómico, y ha ofrecido también su ayuda desinteresada para la consecución de este proyecto.

 

Suscribo plenamente el aforismo que formulaba Rosa Montero en boca de uno de sus personajes: “Corren tiempos banales y chatos en los que no hay lugar para epopeyas”, porque en una sociedad abotargada como la que vivimos,

donde la palabra está tan devaluada y donde las situaciones más calamitosas se olvidan cuando ya no son noticia (el último ejemplo ha sido el volcán de La Palma, del que ya no sabemos cómo siguen sus habitantes, si les han otorgado las ayudas pactadas, si están acomodados en las viviendas prometidas, si han recuperado su medio de vida etc.), viene bien que, de vez en cuando, surja alguien que, como el presidente de la Diputación, con realismo y sin tirar la toalla, desgrane las dificultades que vive esta provincia, exprese proyectos de recuperación, denuncie la ineptitud y el desinterés de los máximos responsables de gobierno y Junta, al mismo tiempo que expresa su profundo amor por ella.

 

 

Mª Soledad Martín Turiño

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