DENUNCIAS
Amplían aceras en el centro mientras en los barrios por algunas no se puede pasar
La eliminación de las plazas de aparcamiento en el centro, una forma de gobernar pensando en unos pocos
Dígale al alcalde que quite las cuestas. La famosa frase, del no menos reconocido cardiólogo, se repetía tras recomendarle a sus pacientes de corazón, que evitaran realizar esfuerzos como subir escaleras, y ellos preguntarse en voz alta ¿Y qué hago, si vivo donde vivo? ¿Cómo subo a la Plaza?
Vivimos donde vivimos, aunque algunos gobernantes desde el despacho no lo vean, y esas cuestas flanqueando el centro, impiden a muchas personas, ya no con movilidad reducida, sino con problemas de salud, ir donde quisieran por sí mismos. Siempre hay algún familiar que, y sin pedírselo, se ofrece para acercar a los abuelos en coche. Realizado el favor, que no lo es, unos agradecidos de llevar de pasajera tan buena compañía, los mayores tan felices de que se tenga para con ellos tal deferencia. Pero se acabó.
Con la nueva morfología de las calles eso de ir,hasta el punto más próximo al destino en coche se acabó, las restricciones al aparcamiento en las calles, no lo van a permitir. Hay que pavimentar calles aun no necesitándolo, eliminado toda plaza de aparcamiento, y de todas partes. Queda acudir al centro andando quien pueda, quien no pueda hacerlo o tenga dificultades, que se quede en casa, o deambule solo por su barrio. Es la política dictatorial la que impera.
Las personas que desde el alfoz o cualquier parte de la provincia, que visiten la capital, ante la imposibilidad de dejar el vehículo donde quisieran, buscaran alternativas. Las hay, pero no favorecen al comercio ni a la hostelería de las principales calles. Por obligación dejaran el vehículo, donde les sea posible, que no pasa precisamente por la zona centro, su visita rondara cerca de donde puedan estacionar el vehículo.
Paralelamente, mientras se levantan calles en buen estado, para ensanchar inconmensurablemente la aceras, otras más que necesitadas en barrios no permiten, ya no pasar a dos personas, ni a una siquiera. Y, no es porque la anchura de la calle, no permita realizar ampliaciones, sin interferir en el tráfico de vehículos las aceras. Pero esto solo afecta a los pobres, a los pobres residentes del barrio que lo sufren.
Manuel Herrero Alonso
Dígale al alcalde que quite las cuestas. La famosa frase, del no menos reconocido cardiólogo, se repetía tras recomendarle a sus pacientes de corazón, que evitaran realizar esfuerzos como subir escaleras, y ellos preguntarse en voz alta ¿Y qué hago, si vivo donde vivo? ¿Cómo subo a la Plaza?
Vivimos donde vivimos, aunque algunos gobernantes desde el despacho no lo vean, y esas cuestas flanqueando el centro, impiden a muchas personas, ya no con movilidad reducida, sino con problemas de salud, ir donde quisieran por sí mismos. Siempre hay algún familiar que, y sin pedírselo, se ofrece para acercar a los abuelos en coche. Realizado el favor, que no lo es, unos agradecidos de llevar de pasajera tan buena compañía, los mayores tan felices de que se tenga para con ellos tal deferencia. Pero se acabó.
Con la nueva morfología de las calles eso de ir,hasta el punto más próximo al destino en coche se acabó, las restricciones al aparcamiento en las calles, no lo van a permitir. Hay que pavimentar calles aun no necesitándolo, eliminado toda plaza de aparcamiento, y de todas partes. Queda acudir al centro andando quien pueda, quien no pueda hacerlo o tenga dificultades, que se quede en casa, o deambule solo por su barrio. Es la política dictatorial la que impera.
Las personas que desde el alfoz o cualquier parte de la provincia, que visiten la capital, ante la imposibilidad de dejar el vehículo donde quisieran, buscaran alternativas. Las hay, pero no favorecen al comercio ni a la hostelería de las principales calles. Por obligación dejaran el vehículo, donde les sea posible, que no pasa precisamente por la zona centro, su visita rondara cerca de donde puedan estacionar el vehículo.
Paralelamente, mientras se levantan calles en buen estado, para ensanchar inconmensurablemente la aceras, otras más que necesitadas en barrios no permiten, ya no pasar a dos personas, ni a una siquiera. Y, no es porque la anchura de la calle, no permita realizar ampliaciones, sin interferir en el tráfico de vehículos las aceras. Pero esto solo afecta a los pobres, a los pobres residentes del barrio que lo sufren.
Manuel Herrero Alonso























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