Eugenio de Ávila
Domingo, 17 de Julio de 2022
PASIÓN POR ZAMORA

Ahora el fuego incinera nuestra naturaleza, mañana nos quemarán el agua

Amaia AriasZamora, de forma inexorable, caminaba, desde hace un par de décadas, hacia el desierto demográfico, más sensible en las bellas comarcas del poniente. El proceso se ha acelerado en el último lustro y avanza hacia un caos poblacional sin parangón en España.

 

La catástrofe de la Sierra de la Culebra, que devastó la artería verde del oeste, y los incendios localizados en varias localidades de Aliste y Sayago, coincidentes con esta singular ola de calor, coincidente con los presupuestos climatológicos -un mes después del solsticio de verano se alcanzan las temperaturas más elevadas-, potencian todavía más el abandono humano de la provincia: Zamora no es nada sin bosques, sin fauna, sin ganadería, sin agricultura. Solo medidas políticas del gobierno central y el de la Junta ayudarían a paliar este camino a ninguna parte que ha emprendido esta desdichada provincia.

 

Ahora bien, mi escepticismo me obliga a dudar que, a partir del otoño, que promete ser intenso en la pérdida de capacidad económica de la ciudadanía, del español de a pie, el ejecutivo sanchista y el de Mañueco consideren a nuestra tierra como preferente en la toma de medidas que frenen el desmoronamiento zamorano.

 

Y no pasará nada si La Moncloa se olvida de Zamora, porque, después de un año de que Iberdrola nos robará el agua del pantano de Ricobayo, todo sigue igual. Los embalses, por supuesto, aparecen más llenos, pero poco más. La rebeldía de nuestros pueblos duró un tiempo, pero después, como el mal nunca descansa y el bien necesita ocio, el daño perdura en el recuerdo y en la realidad.

 

La guerra del futuro vendrá determinada por el agua. No lo olvidemos. Nuestra provincia la tiene. Pero, como tantas cosas, nos la quitarán, nos la expropiarán. Y nos cambiarán el clima. Y echarán a los pocos jóvenes que queden, que quieren construir su vida en su patria chica, de nuestra geografía. El fuego, que todo lo destruye, ha incinerado buena parte de la provincia, la ha evaporado, la ha hecho humo. No nos queda nada…agua. A no tardar, también nos secarán el alma de nuestra tierra, su columna vertebral, sus ganas de vivir.

 

Estos incendios no son solo cortinas de humo, sino que anuncian la batalla de la próxima década: la del agua. Al loro.

 

Ahora el fuego incinera nuestra naturaleza, mañana nos quemarán el agua. Quo vadis, Zamora? Réquiem por nuestra provincia.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

                                                                                                                                     

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