Eugenio de Ávila
Sábado, 30 de Julio de 2022
RES PÚBLICA

Corrupción y virtud y partidos políticos

[Img #68408]A J.Antolín Martín lo echaron, de malas formas, de la Diputación, tras una moción de censura vergonzosa, del Partido Popular por denunciar prácticas corruptas, trasiego de maletines, en altos cargos de la Diputación en mandatos anteriores al suyo y también en el propio. Un técnico muy importante le llegó a confesar que lo habían engañado todos. Antolín fue un hombre esencialmente honrado. A un servidor, el aparato provincial del PP me impidió trabajar durante una década. La dignidad no se vende. La libertad se gana.

 

Si el PP hubiera sido una formación democrática, habría expulsado a los que utilizaron la institución pública para lucrarse y loado al político zamorano, nacido en Vitigudino, por su gallardía y defensa de la ley. Las jerarquías de los partidos defienden a los que llegan a la política a lucrarse e incumplir la ley. Después, los golfos vivieron de la res pública durante décadas. Antolín se murió de pena, de importancia, al comprobar como los malandrines triunfan en la política y las personas honradas

 

Presidentes del PSOE y la Junta de Andalucía elaboraron una trama, al margen de la ley, para desviar el dinero público realizar ERE en empresas amigas y favorecer a trabajadores de su sindicato. Unos 700 millones, que podrían llegar a los mil. Es decir, unos 166.000 millones de pesetas. El aparato mediático socialista presionó, calumnió e hizo la vida imposible a la juez Alaya, que dirigió la investigación.

 

La urdimbre clientelar fabricada con este dinero público favoreció las mayorías absolutas del PSOE en la región más rica de España, que ocupaba el último lugar económico entra las autonomías españolas al llegar los socialistas y, cuarenta años después, siguió ocupando la cola de la clasificación. Y estos se llaman progresistas. ¡Jetas!

 

Zapatero y Pedro Sánchez, los jefes de este partido, en vez de denostar, criticar, defenestra a los golfos que pudrieron y depravaron al PSOE, se mostraron orgullosos de los cerebros de la malla de los ERE, Pepe y Manolo, y, además, aunque el Supremo, el máximo Tribunal de Justica de la España democrática, los hubiera condenado, el presidente se permite el lujo de decir que han pagado justos por pecadores. Ningún periodista le preguntó por los nombres y apellidos de los culpables, de los transgresores.  

 

Si el PSOE fuese un partido democrático nunca hubieran existido casos como los de Filesa, Matesa y Time sport, ni los GAL, ni los del BOE, Cruz Roja, hermanos Guerra. Pero Felipe González y los cerebros económicos socialistas pusieron en marcha una máquina, casi perfecta, para ganar elecciones y engordar las arcas del partido para después controlar medios de comunicación y periodistas. Todo está escrito.

 

Y cualquier votante, del PP y del PSOE, si fuera honrado, demócrata y considerase la ley como principio del Estado de Derecho, aborrecería de los que consideraron sus formaciones políticas. Así se han hecho cómplices de los corruptos.

Una persona de izquierdas no votaría jamás al PSOE. Un liberal se avergonzaría del PP. El gravísimo problema de España reside en que hay muy pocos demócratas. Los electores son como hinchas de fútbol, que nunca ven la pena máxima en su área y, sin embargo, cualquier caída en la contraria, es penalti.

 

Y tampoco se puede respetar a un líder de ultra izquierda que prometía, cuando carecía de poder, seguir viendo en su barrio de toda la vida y no cobrar sueldos políticos muy superiores a los de su profesión, y, cuando alcanza la jerarquía política, su comportamiento es idéntico a los de los políticos y capitalistas que denunciaba.

 

Y, cuando un presidente del Gobierno se sitúa por encima de la Ley, critica al Tribunal Supremo y nombra y quita fiscales generales del Estado a su gusto, ya nos encontramos en el camino correcto hacia la autocracia.

Sostengo que, como corolario, existe una jerarquía de la corrupción en las formaciones políticas: si el líder es corrupto y lo conocen las bases, todo el partido se descompondrá. Diáfano. ¿Alguna explicación más clara para el alumno torpe.

Eugenio-Jesús de Ávila

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