CON LOS CINCO SENTIDOS
Si me roza el agua
Estoy frente al mar, sentada en la toalla, aburrida y sola, tan sola que mi piel busca el contacto de la arena caliente, del sol o del agua para sentirme viva. No diviso a nadie en cientos de metros a la redonda. Me parece el momento perfecto para desnudar mi cuerpo ante el astro rey y dejar que sus rayos penetren en mi blanquecina y delicada piel. No suelo tomar el sol, tengo miedo a que dañe la porcelana que arropa mis huesos y que ésta se quiebre. La genética no me proporcionó la melanina suficiente como para dorar mi piel con facilidad y pareciese más bien que mis ancestros hubieran frecuentado el país nipón, o algún antepasado muy lejano me dejara en herencia su cérea piel.
Entro en el agua, está tan fría que advierto que mi pecho explota desafiante en sus terminaciones más sensibles. Me sumerjo por entero y siento cómo el líquido elemento se introduce en todos y cada uno de los poros de mi epidermis, bailando, disfrutando, sintiéndose libre de ataduras y corsés dentro de mí, fluyendo de manera natural. Entro como en un trance extraño cuando salgo del agua y la brisa acaricia mi torso, como una mano que se posase en el lugar indicado para hacerme levitar. Deseo su roce y exhalo un suspiro placentero de satisfacción plena, pero quiero más. Necesito más.
Vuelvo al agua, como dios me trajo al mundo y le hago el amor al mar, cabalgo a solas, sin tapujos, porque no hay nadie y el mar es inmenso, un inmenso amante que me abraza y me da todo lo que le pido sin ofrecer resistencia, más y más, sin descanso. Cuando ya me encuentro agotada, salgo del agua y diviso en el horizonte a un hombre que quizá haya observado la escena. Sin muchos reparos, vuelvo a ponerme el bikini, cojo mi toalla y me voy alejando de la playa. Paso cerca de aquel hombre, que se me queda mirando como si hubiese visto a un fantasma, bajo la mirada y me doy cuenta de que tiene vida propia más abajo de su ombligo. Sonrío. Me voy.
Nélida L. del Estal Sastre
Estoy frente al mar, sentada en la toalla, aburrida y sola, tan sola que mi piel busca el contacto de la arena caliente, del sol o del agua para sentirme viva. No diviso a nadie en cientos de metros a la redonda. Me parece el momento perfecto para desnudar mi cuerpo ante el astro rey y dejar que sus rayos penetren en mi blanquecina y delicada piel. No suelo tomar el sol, tengo miedo a que dañe la porcelana que arropa mis huesos y que ésta se quiebre. La genética no me proporcionó la melanina suficiente como para dorar mi piel con facilidad y pareciese más bien que mis ancestros hubieran frecuentado el país nipón, o algún antepasado muy lejano me dejara en herencia su cérea piel.
Entro en el agua, está tan fría que advierto que mi pecho explota desafiante en sus terminaciones más sensibles. Me sumerjo por entero y siento cómo el líquido elemento se introduce en todos y cada uno de los poros de mi epidermis, bailando, disfrutando, sintiéndose libre de ataduras y corsés dentro de mí, fluyendo de manera natural. Entro como en un trance extraño cuando salgo del agua y la brisa acaricia mi torso, como una mano que se posase en el lugar indicado para hacerme levitar. Deseo su roce y exhalo un suspiro placentero de satisfacción plena, pero quiero más. Necesito más.
Vuelvo al agua, como dios me trajo al mundo y le hago el amor al mar, cabalgo a solas, sin tapujos, porque no hay nadie y el mar es inmenso, un inmenso amante que me abraza y me da todo lo que le pido sin ofrecer resistencia, más y más, sin descanso. Cuando ya me encuentro agotada, salgo del agua y diviso en el horizonte a un hombre que quizá haya observado la escena. Sin muchos reparos, vuelvo a ponerme el bikini, cojo mi toalla y me voy alejando de la playa. Paso cerca de aquel hombre, que se me queda mirando como si hubiese visto a un fantasma, bajo la mirada y me doy cuenta de que tiene vida propia más abajo de su ombligo. Sonrío. Me voy.
Nélida L. del Estal Sastre
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.145