LEY
Silogismo político-periodístico
Los grupos de comunicación españoles, casi todos con capitales extranjeros, se hallan en quiebra. Los mantiene el Gobierno y las grandes multinacionales, como Banco de Santander, Telefónica, La Caixa, BBVA, etc. Nunca se debe morder la mano que te da de comer. Si un medio de comunicación vive de la caridad pública, de las subvenciones del ejecutivo, de las ayudas, servirá a quienes le procuran su supervivencia. La prensa no puede cumplir con su deber: la crítica al poder. Por lo tanto, sus informaciones se apartan de la verdad para transformarse en tóxicas, como se permitió el presidente a calificar hace unos días ciertas informaciones. Por supuesto, los grupos periodísticos que informan como desea Pedro Sánchez son Prisa y todas las televisiones y emisoras de radio que paga con el dinero público que administra su ejecutivo. No hay más.
El resto envenenan al pueblo. Verbigracia: los críticos con su gestión, los que airean sus mentiras, los que se atreven a censurar que el primer español que no cumple con la ley es el propio presidente del Gobierno, verbigracia, en Cataluña, donde sus socios se ríen de las sentencias del Tribunal Supremo, o, recuerdo por si alguien lo ha olvidado, cuando en plena pandemia le dio una media verónica a la Magna Carta, como fallaría después el Tribunal Constitucional.
La Ley sobre Secretos Oficiales que prepara el Gobierno solo busca controlar a los pocos medios que se escapan de su omnímodo poder. Todo preparado para la autocracia sanchista, una ideología que no es de aquí ni es de allá, no es de la izquierda clásica marxista, no es de nada, es solo de un líder, sin carisma, con una ambición desmedida.
Hay dos tipos de ley: la que incumplen los amigos de Sánchez, y la otra, la que impera entre la chusma, como nosotros, que no es Cataluña ni el País Vasco, privilegiados de este extraño socialismo, que protege a los ricos, a los poderosos, y se ríe de la gente más humilde, de las regiones más atrasadas.
Concluyo como en el génesis de este artículo. Hay periodistas, por nuestra tierra, que cantaban aquello de que sin periodismo libre, no hay democracia. Pues yo afirmo que aquí, en esta España en quiebra moral, económica y política, no hay pues democracia. Puro silogismo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Los grupos de comunicación españoles, casi todos con capitales extranjeros, se hallan en quiebra. Los mantiene el Gobierno y las grandes multinacionales, como Banco de Santander, Telefónica, La Caixa, BBVA, etc. Nunca se debe morder la mano que te da de comer. Si un medio de comunicación vive de la caridad pública, de las subvenciones del ejecutivo, de las ayudas, servirá a quienes le procuran su supervivencia. La prensa no puede cumplir con su deber: la crítica al poder. Por lo tanto, sus informaciones se apartan de la verdad para transformarse en tóxicas, como se permitió el presidente a calificar hace unos días ciertas informaciones. Por supuesto, los grupos periodísticos que informan como desea Pedro Sánchez son Prisa y todas las televisiones y emisoras de radio que paga con el dinero público que administra su ejecutivo. No hay más.
El resto envenenan al pueblo. Verbigracia: los críticos con su gestión, los que airean sus mentiras, los que se atreven a censurar que el primer español que no cumple con la ley es el propio presidente del Gobierno, verbigracia, en Cataluña, donde sus socios se ríen de las sentencias del Tribunal Supremo, o, recuerdo por si alguien lo ha olvidado, cuando en plena pandemia le dio una media verónica a la Magna Carta, como fallaría después el Tribunal Constitucional.
La Ley sobre Secretos Oficiales que prepara el Gobierno solo busca controlar a los pocos medios que se escapan de su omnímodo poder. Todo preparado para la autocracia sanchista, una ideología que no es de aquí ni es de allá, no es de la izquierda clásica marxista, no es de nada, es solo de un líder, sin carisma, con una ambición desmedida.
Hay dos tipos de ley: la que incumplen los amigos de Sánchez, y la otra, la que impera entre la chusma, como nosotros, que no es Cataluña ni el País Vasco, privilegiados de este extraño socialismo, que protege a los ricos, a los poderosos, y se ríe de la gente más humilde, de las regiones más atrasadas.
Concluyo como en el génesis de este artículo. Hay periodistas, por nuestra tierra, que cantaban aquello de que sin periodismo libre, no hay democracia. Pues yo afirmo que aquí, en esta España en quiebra moral, económica y política, no hay pues democracia. Puro silogismo.
Eugenio-Jesús de Ávila
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