RES PÚBLICA
¿La Prensa y las grandes multinacionales conspiran contra Sánchez?
Tiene razón el presidente Sánchez, el político que menos ha mentido en la historia de nuestra democracia, cuando afirma que existe una conspiración de los ricos y los medios de comunicación contra su gobierno de ministros demócratas, liberales, progresistas. Veamos: Antonio Miguel Carmona, alto cargo del PSOE, militante de toda la vida, ahora es vicepresidente 1º de Iberdrola, una de las grandes multinacionales españolas. El grupo Prisa, del que forman parte la emisora mas escuchada, la SER, y el diario más leído, aunque muy poco, El País, que cuenta entre sus accionistas con la gran banca española y las grandes energética y empresas multinacionales, se dedica a criticarle en todos los informativos, a denunciar sus políticas, editoriales durísimos.
Las televisiones generalistas, desde los canales públicos, hasta las privadas, a3, Tele5. La Cuatro, La sexta, dedican todos sus telediarios a denunciar la gestión del ejecutivo socialcomunista. Todos los programas, incluso los del corazón, como el de ese tal Jorge Javier Vázquez, con nombres propios de un serial sudamericano, los presentan fachas. Y el tal Ferreras, un tipo grueso, ejemplo extraordinario de la famélica legión de la Internacional, goza criticando a Pedro Sánchez. Todos los días, en los programas que presenta este periodista se destila odio contra los partidos progresistas, PSOE y Unidas Podemos y Unides Podemas. Están al servicio de la derecha rancia, trasnochada, reaccionaria y golpista.
Y, además, ahora los populares no aceptan que el Gobierno coloque a jueces parciales, pero progresistas, los suyos, en el Constitucional, para que, cuando sea menester, fallen en a favor de las decisiones de Sánchez. Qué canalla es la derecha española, que está en contra de que Conde Pumpido, autor de la célebre metáfora judicial: "El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino" -la frase la pronunció en torno a un alto al fuego de ETA- presida el Constitucional y que el ejecutivo maneje el Consejo del Poder Judicial.
Si la derecha fuera demócrata, los jueces elegirían, aunque es organismo innecesario, a su propio gobierno entre los propios magistrados, sin que los partidos políticos intervinieran en sus nombramientos. Si los políticos fueran demócratas, habría separación de poderes, y el Tribunal Supremo llegarían los magistrados más preparados, no por favores políticos. Solo los partidos progresistas quieren que el poder ejecutivo, legislativo y el judicial sean independientes de verdad. Nunca han querido intervenir en la designación de jueces cercanos a sus ideologías. Jamás se les ocurriría al PSOE y Podemos colocar a los suyos en los altos tribunales del Estado. Querencias del pasado, de tiempos del estalinismo. Los partidos del Gobierno no quieren gente en la Fiscalía General del Estado ni en la Justicia, como Vyshinsky, durante las Purgas de Moscú, o Saint-Just y Robespierre, en el Terror jacobino. Anhelan jueces independientes, sin tutelas políticas.
Pero Pedro Sánchez es un genio. Ayer, en el Senado, institución que no sirve para nada, solo para que cobren salarios muy superiores a sus profesiones 265 senadores, sufrió una metamorfosis política para transformarse en jefe de la oposición.
Ahora bien, no dudo de que las grandes multinacionales y casi todos los medios de comunicación conspiran contra Pedro Sánchez, ya citados en el primer párrafo de este artículo, y, por supuesto, la gran banca. Y, por cierto, qué malo es Feijóo, tantas legislaturas de presidente de la Xunta, donde el PSOE ha quedado reducido a la nada, mientras él pasó de ser edil de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid a presidente del Gobierno del Reino de España. Eso sí que es un mérito.
Eugenio-Jesús de Ávila
Tiene razón el presidente Sánchez, el político que menos ha mentido en la historia de nuestra democracia, cuando afirma que existe una conspiración de los ricos y los medios de comunicación contra su gobierno de ministros demócratas, liberales, progresistas. Veamos: Antonio Miguel Carmona, alto cargo del PSOE, militante de toda la vida, ahora es vicepresidente 1º de Iberdrola, una de las grandes multinacionales españolas. El grupo Prisa, del que forman parte la emisora mas escuchada, la SER, y el diario más leído, aunque muy poco, El País, que cuenta entre sus accionistas con la gran banca española y las grandes energética y empresas multinacionales, se dedica a criticarle en todos los informativos, a denunciar sus políticas, editoriales durísimos.
Las televisiones generalistas, desde los canales públicos, hasta las privadas, a3, Tele5. La Cuatro, La sexta, dedican todos sus telediarios a denunciar la gestión del ejecutivo socialcomunista. Todos los programas, incluso los del corazón, como el de ese tal Jorge Javier Vázquez, con nombres propios de un serial sudamericano, los presentan fachas. Y el tal Ferreras, un tipo grueso, ejemplo extraordinario de la famélica legión de la Internacional, goza criticando a Pedro Sánchez. Todos los días, en los programas que presenta este periodista se destila odio contra los partidos progresistas, PSOE y Unidas Podemos y Unides Podemas. Están al servicio de la derecha rancia, trasnochada, reaccionaria y golpista.
Y, además, ahora los populares no aceptan que el Gobierno coloque a jueces parciales, pero progresistas, los suyos, en el Constitucional, para que, cuando sea menester, fallen en a favor de las decisiones de Sánchez. Qué canalla es la derecha española, que está en contra de que Conde Pumpido, autor de la célebre metáfora judicial: "El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino" -la frase la pronunció en torno a un alto al fuego de ETA- presida el Constitucional y que el ejecutivo maneje el Consejo del Poder Judicial.
Si la derecha fuera demócrata, los jueces elegirían, aunque es organismo innecesario, a su propio gobierno entre los propios magistrados, sin que los partidos políticos intervinieran en sus nombramientos. Si los políticos fueran demócratas, habría separación de poderes, y el Tribunal Supremo llegarían los magistrados más preparados, no por favores políticos. Solo los partidos progresistas quieren que el poder ejecutivo, legislativo y el judicial sean independientes de verdad. Nunca han querido intervenir en la designación de jueces cercanos a sus ideologías. Jamás se les ocurriría al PSOE y Podemos colocar a los suyos en los altos tribunales del Estado. Querencias del pasado, de tiempos del estalinismo. Los partidos del Gobierno no quieren gente en la Fiscalía General del Estado ni en la Justicia, como Vyshinsky, durante las Purgas de Moscú, o Saint-Just y Robespierre, en el Terror jacobino. Anhelan jueces independientes, sin tutelas políticas.
Pero Pedro Sánchez es un genio. Ayer, en el Senado, institución que no sirve para nada, solo para que cobren salarios muy superiores a sus profesiones 265 senadores, sufrió una metamorfosis política para transformarse en jefe de la oposición.
Ahora bien, no dudo de que las grandes multinacionales y casi todos los medios de comunicación conspiran contra Pedro Sánchez, ya citados en el primer párrafo de este artículo, y, por supuesto, la gran banca. Y, por cierto, qué malo es Feijóo, tantas legislaturas de presidente de la Xunta, donde el PSOE ha quedado reducido a la nada, mientras él pasó de ser edil de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid a presidente del Gobierno del Reino de España. Eso sí que es un mérito.
Eugenio-Jesús de Ávila























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