Redacción
Sábado, 10 de Septiembre de 2022
HABLEMOS

¿A qué viene la anglofilia de Ayuso?

Carlos Domínguez

  Cualquier luminaria socialista, ejerciendo de alto cargo y carga institucional, podría salir con aquello de anglicanismo, anglicismo o majaderías semejantes, para calificar el gesto a todas luces improcedente de Ayuso al decretar en la Comunidad de Madrid luto oficial por el fallecimiento de la soberana británica. Quizá todo radique en que, ante el meteoro Feijóo, que en el fondo lleva idéntico camino al conocido meteo-rito Rajoy siguiendo la estela de su marronácea mayoría absoluta, Ayuso quiera resaltar un perfil conservador, comprometido en valores frente al socialburocrático de quien, guste o no, le está merendando la tostada partitocrática a una presidenta regional que, según decía, no aspiraba a nada… más. O sea, que remedo de una Esperanza Aguirre de conocidas simpatías anglosajonas por lo thatcherista, para apuntalar una posición inestable desde que Ayuso dejó de confrontar con el inútil de Casado y su séquito, aspirando a disfrutar de un ilusorio bipartidismo de la mano del PSOE que, en cuanto a capacidad de maniobra y cambalache, les daba sopas con honda.

 

   Fíjense ustedes que, contra lo que pudiera parecer, acaso se entendería la desconcertante declaración de la líder madrileña en favor de ciertos aspectos de la impresentable ley del aborto socialista, dado que, en este tema, la verdad, en rigor moral y filosófica, se halla muy por encima de la oportunidad o la coyuntura política Pero lo que resulta difícil comprender en alguien que se ha convertido en estandarte de un sano españolismo es que, sin ton ni son, decrete luto autonómico y a su modo nacional por el fallecimiento de la Jefe de Estado de una Gran Bretaña que, más allá de la simpatías que todo lo anglosajón pueda despertar en cuanto modelo de democracia y libertades civiles, ejerce aún, a la altura del siglo XXI, de potencia colonial a expensas del único territorio ocupado ilegítimamente no ya en el planeta sino en Europa misma, como es el Gibraltar español. Éste en nada Roca, Peñón o demás calificativos interesados, viniendo a disimular una anomalía jurídica incompatible con los más elementales principios del derecho internacional, Utrecht incluido. Resérvese, pues, para otros fastos Ayuso en su privilegiada representación capitalina, y ahórrense idéntico bochorno el PP y la Junta de Andalucía, cuyo territorio soporta la gran afrenta varias veces secular a nuestra integridad y soberanía.

 

 

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