Fromago: unidad de los zamoranos hacia el progreso

Quizá lo haya escrito en numerosas ocasiones, pero me gusta caer como la lluvia suave y lenta, pero constante, la que cala hasta los huesos del alma. Insisto pues. En Zamora somos pocos y mal avenidos. Solo nos une la Semana Santa, más como fiesta multitudinaria que como fe. Cierto que la ambición y la vanidad protagonizan también su historia. Y poco más nos vincula.

Hay zamoranos que aman a su tierra y lo demuestran. Guarido y Requejo son dos ejemplos importantes, como también encuentro ese cariño por Zamora en David Gago, candidato del PSOE a la Alcaldía. No sé, en verdad, si somos más los que queremos a nuestra tierra como si fuera una madre espiritual, o existe una mayoría a la que le incomoda haber nacido en esta provincia. Ahora bien, dada la decadencia económica y social de Zamora, me temo que sus enemigos son más poderosos que sus amigos.

Viene a cuento este artículo en razón de los sentimientos que me ha procurado Fromago. Me he sentido orgulloso de que esta primera edición haya sido un éxito, con los innegables problemas que planteaba este génesis de la Feria Internacional del Queso. Sirvió que organismos privados y públicos se unieran para alcanzar el objetivo. No obstante, supongo que siempre habrá quién se haya sentido mal por el triunfo político de Francisco José Requejo, presidente de la Diputación y el legado de Zamora 10. Y, por supuesto, enfatizo en el papel protagónico del sector quesero zamorano, que fabrica, para mi gusto, el queso más exquisito del orbe. Gracias a todos ellos, Fromago tendrá una segunda edición en Zamora. Y si no fuera así, intuyo que los enemigos políticos de Zamora, algunos cobijados en nuestra provincia, cual quinta columna, intentarán que no se repita el éxito.

Ya sabemos que Caín lo parieron en Zamora. Aquí, no se puede triunfar, ni como empresario, ni como político, y mucho menos como periodista, convertido en títeres de partidos y de instituciones públicas, aunque siempre hay alguna que otra excepción que confirman la regla. Tampoco gusta por estos pagos que se piense en libertad. Si criticas a los conservadores, te conviertes en un bolchevique, si te da por sacar las vergüenzas actuales e históricas de eso que se considera izquierdas, se te tildará de fascismo. En ambos casos, los críticos padecen una enorme ignorancia sobre lo que es comunismo y fascismo. Hablan de oídas y desde el odio mutuo.

Ha tiempo, cuando llevaba poco tiempo en esta profesión, a la que amé y he terminado por odiar, me aconsejó el inolvidable poeta y extraordinaria persona que fue Waldo Santos, zamorano auténtico, libérrimo, que me fuera de Zamora, porque aquí no se puede ni escribir en libertad, ni sobresalir. Solo se puede recoger éxitos si formas parte de la mediocridad profesional.

Eugenio-Jesús de Ávila