HABLEMOS
Están haciendo de España un despojo
Carlos Domínguez
No es preciso abogar por un patriotismo de bandera, momio y alharaca, que también lo hubo. Pero cualquiera tiene la impresión de que están haciendo de nuestra patria, en principio espacio de convivencia, libertad y derechos, una escombrera despreciada por unos y otros, sin que las altas instituciones del Estado, a quienes el mandato constitucional obliga de forma meridiana, hagan el mínimo esfuerzo para revertir la situación.
Cualquier apéndice/tentáculo de la ONU, esa sentina de la corrupción mundial, se permite enmendar la plana a España y sus tribunales, como hizo no ha mucho un juececillo del Schleswig Holstein, respecto a culpables nada menos que de delitos contra la unidad nacional. Suma y sigue; una anomalía colonial como Gibraltar contamina la bahía de Algeciras, sin que las autoridades españolas hagan lo único que cabe hacer, como medio de terminar con semejante aberración histórica y legal; o sea, cuando ya no son miembros del albañal de la UE, cerrar la verja a cal y canto con las aguas territoriales españolas, para que los súbditos de la Gran Bretaña tengan que llevar la lechuga y el agua potable por mar, con portes incluidos.
Más de lo mismo; cualquier cacique autonómico, atrincherado en aparatos que debieran ser suprimidos por decreto de un plumazo, se permite, aquí lo hace hasta el apuntador, desafiar al Estado y sus altas instituciones, diciendo que se pasan por el forro sentencias sobre unas competencias que vulneran los más elementales derechos de la ciudadanía, así el que sus hijos reciban educación en la lengua patria y común. Lo dicho; España, un despojo.
E ítem más; un partido como el PSOE, emblema de la corrupción sin adjetivos, felipismo, zapaterismo y sanchismo como cara de la misma y eterna moneda, se permite sugerir y lo que venga el indulto para alguien de mucho predicamento, dado que fue presidente de algo tan moro y andalusí como la Junta de lo mismo, porque él, igual que el resto de la cohorte guerrista felipista, es gente honrada incapaz de llevarse un duro; ¡vamos!, que ná de ná más allá de los hoy olvidados cafelitos de mienmano, pese a los cientos de millones debidamente acreditados… y evaporados.
En definitiva, están haciendo de España un desecho. Pero a la hora de buscar responsables habrá que mirar a quienes, desde las más altas instituciones sin excluir la Jefatura del Estado, tienen a su cargo velar por el cumplimiento de la Carta Magna. ¿Dónde, dónde habita, delibera y resuelve el Consejo de Estado, con capacidad de plantear contra cualquier gobierno un conflicto quizá no en términos de competencia, pero sí de legalidad constitucional?
No es preciso abogar por un patriotismo de bandera, momio y alharaca, que también lo hubo. Pero cualquiera tiene la impresión de que están haciendo de nuestra patria, en principio espacio de convivencia, libertad y derechos, una escombrera despreciada por unos y otros, sin que las altas instituciones del Estado, a quienes el mandato constitucional obliga de forma meridiana, hagan el mínimo esfuerzo para revertir la situación.
Cualquier apéndice/tentáculo de la ONU, esa sentina de la corrupción mundial, se permite enmendar la plana a España y sus tribunales, como hizo no ha mucho un juececillo del Schleswig Holstein, respecto a culpables nada menos que de delitos contra la unidad nacional. Suma y sigue; una anomalía colonial como Gibraltar contamina la bahía de Algeciras, sin que las autoridades españolas hagan lo único que cabe hacer, como medio de terminar con semejante aberración histórica y legal; o sea, cuando ya no son miembros del albañal de la UE, cerrar la verja a cal y canto con las aguas territoriales españolas, para que los súbditos de la Gran Bretaña tengan que llevar la lechuga y el agua potable por mar, con portes incluidos.
Más de lo mismo; cualquier cacique autonómico, atrincherado en aparatos que debieran ser suprimidos por decreto de un plumazo, se permite, aquí lo hace hasta el apuntador, desafiar al Estado y sus altas instituciones, diciendo que se pasan por el forro sentencias sobre unas competencias que vulneran los más elementales derechos de la ciudadanía, así el que sus hijos reciban educación en la lengua patria y común. Lo dicho; España, un despojo.
E ítem más; un partido como el PSOE, emblema de la corrupción sin adjetivos, felipismo, zapaterismo y sanchismo como cara de la misma y eterna moneda, se permite sugerir y lo que venga el indulto para alguien de mucho predicamento, dado que fue presidente de algo tan moro y andalusí como la Junta de lo mismo, porque él, igual que el resto de la cohorte guerrista felipista, es gente honrada incapaz de llevarse un duro; ¡vamos!, que ná de ná más allá de los hoy olvidados cafelitos de mienmano, pese a los cientos de millones debidamente acreditados… y evaporados.
En definitiva, están haciendo de España un desecho. Pero a la hora de buscar responsables habrá que mirar a quienes, desde las más altas instituciones sin excluir la Jefatura del Estado, tienen a su cargo velar por el cumplimiento de la Carta Magna. ¿Dónde, dónde habita, delibera y resuelve el Consejo de Estado, con capacidad de plantear contra cualquier gobierno un conflicto quizá no en términos de competencia, pero sí de legalidad constitucional?
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