Un Zamora CF, muy blando atrás, goleado (0-4) por un gran Valladolid Promesas

Quizá, tras leer esta crónica, piense el lector que se quedó esta noche en casa o tomándose unas cañas en vez de acercarse al Ruta de la Plata, a Dios gracias,  que he perdido la cordura, que no tengo ni puta idea de fútbol, cuando comente ahora mismo que el Zamora CF, que salió goleado ante un gran Valladolid Promesas, mejor que el de la temporada anterior, individual y colectivamente, jugó bien y, en ocasiones muy bien. Pero este equipo, de momento, lo forman en defensa, futbolistas técnicos, rápidos, pero son como hermanitas de la caridad. No entran jamás duro a los delanteros rivales, conceden regalos increíbles, no existe coordinación, ni relevos, como sucedió en el segundo gol de los jóvenes de Pucela, cuando de Luismi, que llegó hasta el área rival para perder la pelota, permitió que el Promesas encontrase un hueco descomunal en el centro de la defensa que aprovechó Chuki para marcar, a huevo, sin que Iricíbar pudiera realizar un milagro en forma de parada.

Pero ya el cuadro blanquivioleta había marcado en el minuto 24, al aprovechar Arroyo un pase al hueco, irse del central y batir al meta zamorano.

El Zamora CF había salido con dos centrales menores de 23 años y con un ariete que es más extremo. Lo que favoreció a los dos excelentes zagueros como Torres y Víctor, que, salvo en algunos momentos de presión, llegaban al centro del campo sin oposición. Por el contrario, Baptista, técnico visitante, dejó a un ariete, un atleta con buena técnica, entre la retaguardia zamorana, convirtiéndose en un incordio constante.

Como digo, el cuadro rojiblanco jugaba bien en la medular con Juanan y Ares, y un Dani Hernández más adelantado que en anteriores encuentros. Se llegaba, pero los remates, como el de Viana, tras una excelente jugada, los desviaba el meta castellano o no encontraban puerta.

Además, me gustó la lucha táctica de ambos técnicos. Baptista, cuando tenía que sacar el Zamora de puerta, adelantaba mucho la zaga, y, algo parecido sucedía con Yago Iglesias. Los errores y aciertos individuales podían cambiar el partido. La pena es que los rojiblancos fueron los primeros en fallar.

Con dos goles en contra, remontar parecía complicadísimo. Pero, cuando apenas se habían jugado dos minutos de la segunda entrega, un disparo de un jugador rival desde la frontal chocaba con el cuerpo de un defensa y evitaba que Iricíbar resolviera.

Yago ya había realizado su primer cambio, al sustituir a Silva por Sancho. Con el tres goles en contra, el técnico gallego introdujo tres hombres en el terreno de juego: Marc Caballé, Altuve y Duro sustituían a Ander, Nahuel y Ares. El Zamora jugaría con tres centrales y con dos laterales-extremos.

Los rojiblancos se fueron a por el Promesas, con juego por las bandas, en el que brilló un inmenso Viana, que desbordó y centro en numerosas ocasiones, pero los balones no hallaron rematador o carecieron de dirección. Por la diestra percutían Sancho y Ribeiro, que también centraban por arriba o ras de césped, pero sin eficacia. Se lanzaron saques de esquina, numerosísimos, que apenas encontraron remate y, cuando lo hallaron, el meta visitante, Aceves, lo evitó con excelentes acciones.

El Promesas también cambió jugadores cuando todo iba a favor. Atrincherado atrás, ya con más jugadores en defensa, aprovechaban los espacios dejados por el Zamora para golear. Sería al final, cuando los rojiblancos seguían cargando el juego por las bandas, el equipo de Baptista marcaba el cuarto tanto. Se escucharon unos cuantos silbidos. Pocos. La afición salió del Ruta de la Plata, resignada, como si esta temporada, después de tres jornadas hubiera finalizado.