Eugenio de Ávila
Martes, 04 de Octubre de 2022
RES PÚBLICA

Todo dentro del Estado, nada contra el Estado

[Img #70376]Me gustaría haber vivido en una dictadura como la URSS de Stalin y la gerontocracia o la de la China de Mao y la Revolución Cultural. No perdería el tiempo en ir a votar. No habría partidos, ni prensa privada, como exige Pablo Iglesias; ni, por supuesto, tantos canales de televisión, con películas filmadas en el asqueroso mundo capitalista, sociedades en las que cada cual compra el periódico que le da la real gana, ve el programa que más le interesa y escucha la emisora que no oculta la verdad y da primicias, sin que intervenga la censura.

 

Todos los ciudadanos seremos iguales, menos una elite intelectual y política, con privilegios lógicos, encargada de administrar y dirigir el Estado. No se admitirá ni crítica privada ni manifestaciones colectivas en contra de la clase dirigente. Eso solo vale en los países capitalistas, los que se rigen por una democracia liberal, en la que, paradoja, los partidos comunistas y los enemigos del sistema y de la nación, gozarán de libertad absoluta para defender sus ideas, incluso, en algún momento especial, gobernarán.

 

Surgirán, en la jerarquía política, con cierta periodicidad, luchas internas, que concluirán con purgas. La ortodoxia llevará al paredón a los heterodoxos, a los aperturistas, a los enemigos del Estado, criminales al servicio, siempre, de potencias extranjeras. Empírico.

 

Desde que ves la primera luz hasta que te colocan la mortaja, todo te lo da el Estado. Después estudias lo que cree conveniente el Ministerio de Educación. Concluidas las enseñanzas, podrás trabajar, no dónde quieras o pretendas, sino allí donde te mande el Gobierno, que siempre será el de los buenos, los del partido único, el pensamiento idéntico y que considerará que todo debe estar dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado.

 

La propiedad privada abolida.  Así nadie podrá poner negocios, ni tan si quiera una tienda de comestibles, ni mercerías, ni fruterías. Y, si eres fotógrafo, por supuesto, del Estado, con cámara pública, al loro, no vayas a sacar una foto incómoda para el régimen.  No existirán tierras privadas, ni tan si quiera un huerto para sembrar tomates, ni pimientos picantes. Ni habrá ganaderías privadas. Los agricultores y los ganaderos serán funcionarios. Las vacas y las ovejas, los cerdos y las gallinas darán leche y lana, carne y huevos... del Estado.y para el Estado.

 

 Carecerás de preocupaciones, porque todo lo obtendrás del Estado, excepción de novia o novio, esposa o esposo. Podrás vivir en una vivienda…del Estado; irás a una escuela, instituto y, si llegas, a la universidad…del Estado. Y si te gusta leer libros de filosofía, ensayos, historia o novelas, el Estado dispondrá cuáles serán beneficiosos para tus conocimientos, cuáles te ayudarán a ser un ciudadano ejemplar y perfeccionar tu mente. Por supuesto, hay autores que jamás conocerás, porque te podrían hacer mucho daño, convertirte en un crítico político del poder absoluto, del Estado.

 

Como, insisto, no habrá propiedad privada, tampoco existirían amigos de lo ajeno. Ahora bien, habría parricidios y otro tipo de crímenes. Ya sabes, el factor humano. Los autores acabarían en las prisiones más duras del Estado, internados en un Psiquiátrico o sufrirían la pena capital. Y si fueras hombre o mujer librepensador, contrario a las ideas del partido único, correrías ese tipo de suerte. No tendrías abogado defensor, ni reclamarías a un Tribunal Supremo. Si el Estado te lo da todo, criminal atentar contra su poder.

 

Y, si tienes hijos, quizá no todos los que desees, porque en ese Estado, cuando así interese, decretarán ordenes al respecto, jamás surgirán problemas en el reparto de la herencia, no porque la prole sea maravillosa, sino porque no existirá nada privado, ningún tipo de patrimonio. Solo podrás dejarles fotografías, poesías, si te gusta escribir versos, pero siempre que no comprometas su futuro, si te da por las estrofas sociales, recuerdos. Poco más.

 

Si te da por viajar, a no ser que seas un alto cargo del partido político único, tendrás que conformarte con recorrer la geografía de la nación, siempre que existe alguna libertad de movimiento. El individuo no existe, la familia, opio del pueblo, tampoco. Los hijos pertenecen al Estado.

 

Y, además, como solo existe un Dios, el Estado, evitarás confesiones, comuniones y la Extremaunción. Una lata. ¡Para qué tanta oración y zarandajas, si después no somos más que polvo…del Estado y para el Estado!

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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