Eugenio de Ávila
Miércoles, 05 de Octubre de 2022
PASIÓN POR ZAMORA

Carta a los que les duele Zamora

Marga Ganado

 

Zamora tiene su partido de izquierdas local: IU. La provincia, no. Porque la formación que coordina Miguel Ángel Viñas apenas tiene representación en geografía rural zamorana. Zamora no tiene una formación interclasista, que abarque desde la derecha al centro izquierda. Si bien podemos considerar a Ahora Decide como partido de izquierdas, pero sin representación institucional importante.

 

Ni PP, a la derecha; ni Vox, que todavía carece de representación institucional en los tres principales ayuntamientos de la provincia y en la Diputación; ni Ciudadanos, en horas bajas, son partidos zamoranos, porque, muy por encima se hallan los que mandan en Castilla y León y Madrid.  UPL, que no es ni de izquierda ni de derechas, sino leonesista, realiza una enorme labor, pero tampoco engancha entre los zamoranos.

 

El PSOE, aunque tiene un zamorano de pro como candidato a la Alcaldía de Zamora en la persona de David Gago, hombre muy preocupado con nuestro patrimonio monumental, trabajador y honesto, para nada radical, tampoco se puede considerar una formación de la tierra. Los socialistas zamoranos, aunque siempre fueron obedientes al secretario general del partido, fuera Felipe, Zapatero o ahora Sánchez, porque aquí manda desde hace siglos Demetrio Madrid, dependen de la autoridad regional y nacional. Por supuesto, el PSOE de Zamora lo forman gente de aquí, pero se deben a otras jerarquías.

 

Vengo reclamando, desde hace tiempo, porque tengo memoria, experiencia, y conozco nuestra historia, la creación de un partido zamorano de verdad, sin tutelas ni obediencias externas, de políticos no zamoranos, de políticos a los que nuestra provincia les importa un bledo, porque es pequeña, porque no incordia y porque no cuenta para nada en el panorama político nacional.

 

Si Zamora hubiera tenido su partido, o si los políticos del PSOE de aquí, los que nos representaban en el Congreso de los Diputados y Senado,  hubiesen sido más zamoranos que socialistas, los gobiernos que presidió Felipe González no se habrían atrevido a cerrar líneas férreas, Universidad Laboral, Prisión Provincial, trasladar Regimiento de Toledo a Salamanca, acabar con Campsa y ejecutar una reconversión agropecuaria brutal, que, en el tiempo, contribuyó a convertir esta provincia en un desierto demográfico .

 

Si Zamora hubiera tenido representación propia en la Junta de Castilla y León, y los procuradores del PP hubiesen sido más zamoranos que populares, Lucas, el político que tenía en su cabeza la mayor comunidad autónoma de España, hubiera repartido, con equidad, con justicia, las enormes sumas de dinero de Europa, con destino Zamora y otras provincias, con el objetivo de homogenizar la doble región, no se habrían quedado en Pucela ni en Burgos.

 

Los políticos zamoranos de los partidos nacionales no nos representan ni ahora ni lo hicieron nunca desde que nos dieron esta democracia de cartón-piedra, porque son vicarios de sus respectivas formaciones, y, además, llevan grabados en sus cerebros la célebre advertencia de Alfonso Guerra: “El que se mueve no sale la fotografía”. 

 

A esta gente, caso Maíllo, por poner un ejemplo, le importo más su cargo, su puesto, su enorme salario, por encima de sus capacidades profesionales, que los zamoranos a los que decían representar. Empírico.

 

Después de tantas décadas de democracia, Zamora se ha cansado ya de los partidos nacionales. Los incendios salvajes de este verano en la Sierra de la Culebra; los datos de inactividad económica de esta provincia, la última de España en este concepto; la caída de población descomunal desde hace una década; el gravísimo problema del agua de nuestros embalses, que ni PSOE, ni antes PP, supieron resolver, y la decadencia comercial, social y dinamismo económico de la capital evidencian la soledad política que sufre Zamora.

 

Los zamoranos tenemos que ser conscientes de nuestra orfandad en los parlamentos autonómicos y nacionales. Somos hospicianos, abandonados en una inclusa del Reino de León, hoy absorbido por Castilla. Dejemos nuestra candidez secular, de bendecir a nuestros verdugos políticos en las urnas y ayudemos a construir un partido zamorano interclasista, ni de derechas, ni de izquierdas, ni de los de arriba ni de los de abajo, solo de zamoranos que quieran a su tierra y les duela la situación de abandono y olvido que padece.

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