El padre de la logoterapia

Las personas solo reflexionamos sobre el sentido de la vida cuando nos abraza la adversidad. Es en ese momento cuando surgen en la mente las clásicas preguntas de “¿por qué me ha pasado esto y qué sentido tiene todo?”. Aunque a veces las circunstancias nos convierten en cautivos de determinadas realidades, de poco nos vale obsesionarnos con el “por qué”. Debemos centrarnos en el “cómo y el para qué”. ¿Qué puedo hacer para enfrentar el desafío? ¿Esto para qué ocurre, qué puedo aprender de esta vivencia? Pero en medio de esas circunstancias, cada cual somos libres de tomar el camino que deseemos partiendo de nuestros propios significados vitales. Lo importante es llegar a trascender el sufrimiento o la duda de una forma que salgamos fortalecidos de la experiencia.  

 Uno de los hombres, en mi opinión, más carismáticos del siglo XX (pese a que su nombre pueda pasar hoy inadvertido para muchos de nosotros), es el de Viktor Frankl. Un neurólogo y psiquiatra austríaco de origen judío que, en 1945, publica «El hombre en busca de sentido». Un libro que inspiró a millones de personas a asumir una actitud muy firme de sí a la vida. 

 Frankl, vivió en piel propia los horrores del holocausto al ser un prisionero más en Auschwitz y Dachau, una experiencia que superó de forma estoica y que le permitió posteriormente a sentar las bases de un tipo de terapia muy personal, particularmente indicada en el tratamiento de personas que no le encuentran sentido a la vida, que se ven enfrentadas al dolor o al sufrimiento, o de personas que han tenido intentos de suicidio: la logoterapia (también utilizada en casos relacionados con procesos de elaboración de duelo y cuando se trabaja sobre el tema de la muerte). A partir de su obra (cerca de 31 libros que han sido traducidos a más de 24 idiomas, incluyendo japonés, chino y coreano, además de numerosos artículos en diversas revistas científicas), se ha ido generando una comunidad científica que está realizando una valiosa aportación en su desarrollo y a la rehumanización de todas las disciplinas vinculadas con las ciencias humanas. 

 Viktor Frankl recibió más de 40 doctorados honoris causa, y fue maestro en las universidades más prestigiosas del mundo. Alpinista, amante de las corbatas, adicto al café, devoto de Mahler y caricaturista notable, se sacaría una licencia de vuelo a los 67 años, pilotando aviones en solitario. Murió en 1997, a la edad de 92 años. Su biografía (además de su obra) constituyen una lección de vida. 

 Emilia Casas Fernández