La curiosidad "desinformó" al gato

Quiero empezar este texto lanzando un dato curioso que puede resultar interesante a cualquier lector que se atreva a seguir leyendo y descubrir algo nuevo. Y es que, ¿sabíais que qué la Universidad de Harvard publicó un estudio que decía que el 70% de las personas que tienen insomnio son mujeres, debido a que estas son más nerviosas que los hombres?

Ya que estamos en materia, voy a contar alguno más, que seguramente os resultarán curiosos. Según un estudio del alemán, Ratler Balder, los cinturones de seguridad, cuando crearon los primeros coches, “no eran recomendados” para los conductores, ya que creían que podía disminuir la capacidad de concentración, debido a que decían que disminuía el ritmo sanguíneo al apretar en la cintura.

Por último os quiero contar uno que, personalmente, cuando lo leí me sorprendió mucho. Os voy a poner primero en contexto, y es que en los años 60, en Texas, se produjo la denominada: “Matanza de medianoche”, en la que el conserje de un orfanato mató a 30 niños que vivían allí. Según un estudio, años posteriores, del estadounidense, James Williams, se pudo deducir que este asesinato, y muchos posteriores de carácter similar, estaban inspirados en películas que los autores habían visto con antelación.

Y ahora bien, ¿por qué os cuento todo esto?, os preguntareis. Y es que todos los datos que os acabo de contar tienen una cosa es común; y es que todos ellos son mentira. La razón de esta mentira es muy sencilla, y son las llamadas: “Fake news”, es decir, las noticias falsas, que todos y cada uno de nosotros estamos continuamente relacionados con ellas. Lo quieras o no.

Si ahora mismo nos ponemos a trastear por las redes sociales – un ejemplo que se me ocurre ahora, por Facebook-, podemos ver multitud de noticias de “medios de comunicación fiables” en la que podemos encontrar titulares sorprendentes como: “¡Alucinante! “x estrella” ha sido pillada en una infidelidad con “x” jugador de fútbol” … y, ¿qué pasa? que pinchamos en la noticia. Nos la creemos.

Pero es que no solo se da con este tipo de noticias, también con información más importante y relevante en nuestro día a día. Si leemos en una “noticia” que un estudio (no hay nombre concreto), dice que “un experto” ha encontrado una posible cura contra una enfermedad (por poner un caso de un asunto de verdadera importancia) nos lo creemos, porque claro, lo dice ese experto – del que por cierto no sabemos nombre-, y, además, lo han compartido ese “medio” fiable en las redes sociales.

El problema va más allá, sobre todo con las redes sociales y su inmediatez: vemos algo que nos parece curioso y lo compartimos, incluso a veces sin haber leído con su totalidad el contenido. Lo que ocurre en estos casos es que al segundo esa “noticia” es compartida y leída por miles y miles de personas, por lo que ya un contenido que no es real está en la mente de miles de personas. Esto es como cuando he empezado el articulo en el que os he dado varios datos; a lo mejor a alguno de vosotros uno de ellos os ha resultado interesante y se lo contáis a alguien… ¿qué pasaría entonces? Que un bulo estaría corriendo de boca en boca.

Por lo que quiero llegar a la conclusión de que hay que tener muy en cuenta de donde leemos la información; de qué fuente proviene, y de no creer todo lo que leemos, e incluso todo lo que creamos creer.

Y bueno, no me puedo demorar más porque he leído en un estudio que vi en Twitter el otro día, “que si no me levanto cuando estoy en el ordenador cada 10 minutos y me doy una vuelta, puedo quedarme ciega”; y claro “lo ha dicho Twitter”, nos lo tendremos que creer. Y es que sí, todos podemos caer en las llamadas Fake News.