Domingo, 21 de Diciembre de 2025

Emilia Casas
Lunes, 10 de Octubre de 2022
GUERRA

Frío, nieve y mortaja

[Img #70565]Durante el período previo a la Segunda Guerra Mundial, el Motorschiff St. Louis, fue un trasatlántico alemán que, en 1939, transportó a 907 refugiados judíos de la Alemania nazi con la intención de escapar de la persecución antisemita. Los refugiados intentaron desembarcar en Cuba, Estados Unidos y Canadá, pero se les negó el permiso. Finalmente se devolvió el barco a Europa, donde varios países aceptaron algunos refugiados. Muchos fueron atrapados más tarde en redadas nazis de judíos en Bélgica, Francia y los Países Bajos, y algunos historiadores han estimado que aproximadamente una cuarta parte de ellos murieron en campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial.  

 La literatura ha recogido en varias obras el drama del 'St. Louis'. Destacan las novelas 'El viaje de los condenados', de Herz Bergner; y 'El viaje de los malditos', de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts. Más científico es el estudio realizado por Sarah A. Ogilvie y Scott Miller en la obra 'Refugio denegado' o 'La historia del buque San Luis: La perspectiva cubana', tesis de M. Bejarano publicada en la Universidad Hebrea de Jerusalén en 1999. Asimismo, el diario de a bordo personal del capitán Schröder (que hizo todo lo posible para garantizar un trato digno a sus pasajeros) se publicó con el título 'La epopeya del St. Louis'. 

 Los últimos adelantos tecnológicos y sus aplicaciones introducen cambios sustanciales en el tejido social, no solamente en el ámbito sociológico, sino también en el político y en el psicológico. Cuando la sociedad cambia, también se altera su forma de hacer la guerra. Me pregunto si en la sociedad occidental actual, el desarrollo de la cultura, el fortalecimiento del intelecto que gobierna la vida de los impulsos y la interiorización (o sublimación) de las tendencias violentas y destructivas trabajan realmente contra la guerra. Esta es una sociedad que se dice desarrollada y culta, pero en la que destaca el empuje del nacional populismo, el avance de la extrema derecha, la proliferación de gobiernos autocráticos, la polarización, el establecimiento de la posverdad y las fake news (que se nos imponen pervirtiendo el lenguaje y creando una neo-realidad), el aumento de las desigualdades sociales, el consumismo de todo tipo de bienes y productos, el poder de los mercados…, desgraciadamente, en la actualidad, la guerra sigue siendo una realidad presente. No tenemos más que acercarnos a los informativos de las distintas cadenas televisivas, a la prensa, o emisoras de radio para comprobar que se suceden año tras año guerras cruentas en diferentes puntos del planeta. Las causas de estos conflictos del siglo XXI son las mismas que han provocado la guerra a lo largo de la Historia. Las víctimas también son las mismas de siempre, los más débiles. 

 Mirar la guerra es lo más triste del mundo. Porque cuando miras se ve lo que está, pero también, y, sobre todo, se ve un mundo que no queremos asumir, uno que habitan millones de personas en el planeta. De pronto, una sola imagen contiene el dolor absoluto e infinito. Cuando miras la guerra, también ves el negocio y a los culpables. 

Emilia Casas

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