DENUNCIAS
Siglos de historia y años de abandono en el Castillo
Los turistas, no votan aquí
No podemos pretender ser un referente turístico, cuando no se conserva el patrimonio histórico que a falta de otra cosa, aclarar que no tenemos mar, es lo que vienen a ver a Zamora los que nos visitan.
Es obligada, o casi, para cualquier turista que venga a la ciudad, la visita a la catedral y de paso al castillo, o viceversa. Lo que encuentran en la iglesia de San Salvador es arte, lo que descubren en la fortaleza es historia y abandono. Sorpresa por cómo se han conservado los muros durante siglos de una y de otra época, y decepción, por cómo se deja perder todo. Desde el primer día que se abrieron las puertas al público el mantenimiento ha sido más bien escaso, podría decirse que nulo. No realizar las labores mínimas de conservación, lleva aparejado el empeoramiento progresivo del estado, el castillo nunca estuvo peor. Se puede asumir, repartir o compartir la responsabilidad, los hechos son los hechos.
Salvo la reposición de algún tornillo de fijación, los agujeros dejados así lo demuestran, en aquellas tablas de la pasarela en el adarve que se encontraban sueltas y presentaban peligro de tropiezos, poco más se ha hecho. No basta, la capa de barniz que protege la madera ha ido desapareciendo, después de trece años a la intemperie, por lo que las tablas ya acusan esa falta, al quedar desprotegidas, expuestas a todas las inclemencias del tiempo. Sin ese abrigo que proporciona la película transparente, su vida se acorta notablemente, los síntomas ya empiezan a hacerse notar, con signos de vejez como son agrietamientos externos que se acentuarán y acortarán su vida útil, salvo que se intervenga a tiempo.
Resulta evidente que aplicar una capa de protector a todas las tablas, que suponen muchos metros cuadrados de todo el castillo, conlleva un coste no pequeño y unos inconvenientes en el momento de realizar los trabajos. Siempre resultará más económico, que sustituir por falta de mantenimiento todo lo que sea madera del recinto, con su cierre obligado. No solo las maderas de la fortaleza sufren las inclemencias del tiempo. La exposición a lluvias, vientos y heladas propias del clima local, han hecho que parte de los pequeños muretes del patio de armas se hayan venido abajo. La sujeción de las piedras solamente con tierra resultó bastante escasa para seguir sosteniéndose a la intemperie, no resistiendo más y derrumbándose.
Sigue a la espera de que repongan los focos que no funcionan, se cambien los vidrios rotos y se sustituyan los indicadores que ya empieza a costar trabajo leer. Las hierbas, matorrales y arbolillos tampoco estaría mal que se retiraran para mejorar la imagen. Aunque pensándolo bien, la pequeña higuera que nació en el castillo igual llega a dar brevas por San Pedro, recogiendo sus frutos la nueva corporación.
Manuel Herrero Alonso
No podemos pretender ser un referente turístico, cuando no se conserva el patrimonio histórico que a falta de otra cosa, aclarar que no tenemos mar, es lo que vienen a ver a Zamora los que nos visitan.
Es obligada, o casi, para cualquier turista que venga a la ciudad, la visita a la catedral y de paso al castillo, o viceversa. Lo que encuentran en la iglesia de San Salvador es arte, lo que descubren en la fortaleza es historia y abandono. Sorpresa por cómo se han conservado los muros durante siglos de una y de otra época, y decepción, por cómo se deja perder todo. Desde el primer día que se abrieron las puertas al público el mantenimiento ha sido más bien escaso, podría decirse que nulo. No realizar las labores mínimas de conservación, lleva aparejado el empeoramiento progresivo del estado, el castillo nunca estuvo peor. Se puede asumir, repartir o compartir la responsabilidad, los hechos son los hechos.
Salvo la reposición de algún tornillo de fijación, los agujeros dejados así lo demuestran, en aquellas tablas de la pasarela en el adarve que se encontraban sueltas y presentaban peligro de tropiezos, poco más se ha hecho. No basta, la capa de barniz que protege la madera ha ido desapareciendo, después de trece años a la intemperie, por lo que las tablas ya acusan esa falta, al quedar desprotegidas, expuestas a todas las inclemencias del tiempo. Sin ese abrigo que proporciona la película transparente, su vida se acorta notablemente, los síntomas ya empiezan a hacerse notar, con signos de vejez como son agrietamientos externos que se acentuarán y acortarán su vida útil, salvo que se intervenga a tiempo.
Resulta evidente que aplicar una capa de protector a todas las tablas, que suponen muchos metros cuadrados de todo el castillo, conlleva un coste no pequeño y unos inconvenientes en el momento de realizar los trabajos. Siempre resultará más económico, que sustituir por falta de mantenimiento todo lo que sea madera del recinto, con su cierre obligado. No solo las maderas de la fortaleza sufren las inclemencias del tiempo. La exposición a lluvias, vientos y heladas propias del clima local, han hecho que parte de los pequeños muretes del patio de armas se hayan venido abajo. La sujeción de las piedras solamente con tierra resultó bastante escasa para seguir sosteniéndose a la intemperie, no resistiendo más y derrumbándose.
Sigue a la espera de que repongan los focos que no funcionan, se cambien los vidrios rotos y se sustituyan los indicadores que ya empieza a costar trabajo leer. Las hierbas, matorrales y arbolillos tampoco estaría mal que se retiraran para mejorar la imagen. Aunque pensándolo bien, la pequeña higuera que nació en el castillo igual llega a dar brevas por San Pedro, recogiendo sus frutos la nueva corporación.
Manuel Herrero Alonso
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.164