HISTORIA
El PSOE, mayordomo del capitalismo
Tengo memoria de lo que sucedió en España tras la impresionante victoria electoral del PSOE aquel 28 de octubre de 1982. Confieso que la festejé con la gran mayoría de mi pandilla de amigos y amigas. Y conozco también la historia de aquel tiempo, por documentos, por textos, por datos. Eso de memoria histórica es un oxímoron. La memoria siempre es subjetiva. La historia, objetiva, siempre que no se manipulen los datos.
A los que entonces eran muy jóvenes, adolescentes, niños o nonatos, hay que contarles cuál fue la importancia real del triunfo de Felipe y Guerra para aquella España que salía de la dictadura. Voy a olvidarme de acontecimientos como la expropiación de Rumasa, las huelgas sindicales, el terrorismo de ETA, entrada en la Unión Europea, por recordar momentos inolvidables, para enfatizar en la labor sutil, pero esencial de aquel PSOE de Felipe González: las reconversiones industriales, naval, minera, agropecuaria. Europa lo exigió. El presidente aceptó.
El PSOE vino a ejecutar la labor que el gran capital europeo y norteamericano exigía, trabajo para el que la derecha española se hallaba incapacitada. Los sindicatos jamás habrían aceptado que Fraga marcara las reglas de juego para cerrar altos hornos, astilleros, minas, etc. También con Felipe se inició el desmantelamiento de las grandes empresas del Estado para privatizarlas. Aznar elevaría a la enésima potencia la destrucción del capital público. PSOE y PP desmotaron todas las empresas públicas creadas durante el franquismo.
El felipismo fue, pues, el instrumento necesario para que las grandes empresas capitalistas europeas, norteamericanas y nacionales encontraran en España un territorio ideal para sus inversiones, más tras la domesticación de los sindicatos de clase, dirigidos entonces por dos figuras intachables, insobornables e incorruptibles: Nicolas Redondo y Marcelino Camacho, que plantearon varias huelgas generales a los gobiernos del PSOE. Hoy, en una situación de quiebra moral y económica, los dirigentes de UGT, el independentista asturiano Álvarez, y el vasco Unai Sordo apoyan a Pedro Sánchez.
Al PSOE el gran capital le sigue estando muy agradecido. Y así lo demuestran los del IBEX 35. El socialismo español de ahora, como el de Felipe, se ha constituido como el gran mayordomo del capitalismo. Resulta sencillo engañar a un pueblo engatusado, tutelado y engañado por los medios de comunicación, siempre al servicio del poder.
Eugenio-Jesús de Ávila
Tengo memoria de lo que sucedió en España tras la impresionante victoria electoral del PSOE aquel 28 de octubre de 1982. Confieso que la festejé con la gran mayoría de mi pandilla de amigos y amigas. Y conozco también la historia de aquel tiempo, por documentos, por textos, por datos. Eso de memoria histórica es un oxímoron. La memoria siempre es subjetiva. La historia, objetiva, siempre que no se manipulen los datos.
A los que entonces eran muy jóvenes, adolescentes, niños o nonatos, hay que contarles cuál fue la importancia real del triunfo de Felipe y Guerra para aquella España que salía de la dictadura. Voy a olvidarme de acontecimientos como la expropiación de Rumasa, las huelgas sindicales, el terrorismo de ETA, entrada en la Unión Europea, por recordar momentos inolvidables, para enfatizar en la labor sutil, pero esencial de aquel PSOE de Felipe González: las reconversiones industriales, naval, minera, agropecuaria. Europa lo exigió. El presidente aceptó.
El PSOE vino a ejecutar la labor que el gran capital europeo y norteamericano exigía, trabajo para el que la derecha española se hallaba incapacitada. Los sindicatos jamás habrían aceptado que Fraga marcara las reglas de juego para cerrar altos hornos, astilleros, minas, etc. También con Felipe se inició el desmantelamiento de las grandes empresas del Estado para privatizarlas. Aznar elevaría a la enésima potencia la destrucción del capital público. PSOE y PP desmotaron todas las empresas públicas creadas durante el franquismo.
El felipismo fue, pues, el instrumento necesario para que las grandes empresas capitalistas europeas, norteamericanas y nacionales encontraran en España un territorio ideal para sus inversiones, más tras la domesticación de los sindicatos de clase, dirigidos entonces por dos figuras intachables, insobornables e incorruptibles: Nicolas Redondo y Marcelino Camacho, que plantearon varias huelgas generales a los gobiernos del PSOE. Hoy, en una situación de quiebra moral y económica, los dirigentes de UGT, el independentista asturiano Álvarez, y el vasco Unai Sordo apoyan a Pedro Sánchez.
Al PSOE el gran capital le sigue estando muy agradecido. Y así lo demuestran los del IBEX 35. El socialismo español de ahora, como el de Felipe, se ha constituido como el gran mayordomo del capitalismo. Resulta sencillo engañar a un pueblo engatusado, tutelado y engañado por los medios de comunicación, siempre al servicio del poder.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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